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Los ciclistas inesperados

Seis meses después de su inauguración, BiciMad, la bicicleta pública de Madrid, atrae a casi 28.000 abonados. Cada bici se utiliza entre tres y cuatro veces por día. Además, el uso de las dos ruedas aumentó un 16%

Pablo León
n ciudadano utilizando BiciMad, el sistema de bicicleta pública de Madrid, en en barrio de Salamanca.
n ciudadano utilizando BiciMad, el sistema de bicicleta pública de Madrid, en en barrio de Salamanca. Julián Rojas

Serrano para arriba. Serrano para abajo. En bicicleta pública. Esa es una de las dinámicas cotidianas desde hace unos meses de Raquel del Río, dentista de 30 años. “Las uso mucho, sobre todo para hacer recados por el barrio. Son más rápidas que cualquier otro medio de transporte”, cuenta esta joven sin bajarse del sillín y ataviada con un elegante abrigo rojo. En junio de 2014 arrancó BiciMad, el servicio público de bicicletas de la capital: 1.560 bicis eléctricas distribuidas en 123 estaciones en la almendra central. En este tiempo, y tras cierto caos en el arranque del sistema, se han inscrito 27.946 personas y cada velocípedo se usa una media de entre tres y cuatro veces al día. El Bicing de Barcelona, servicio homólogo fundado en 2007, tiene 100.000 abonados y cada bicicleta se utiliza diariamente entre seis y ocho veces. “El sistema es un éxito a la hora de visibilizar las bicis y romper prejuicios”, resume el arquitecto Iván Villarrubia, uno de los autores del blog de referencia En bici por Madrid, “pero también tiene fallos”, avisa.

Desde junio de 2014, BiciMad tiene 27.946 abonados

Lucio Araujo tiene 32 años. Es brasileño y lleva un mes trabajando en Madrid como profesor en una academia de música. “Todos los días voy al trabajo en una de ellas”, cuenta en un cruce cerca de Goya. “En Río de Janeiro también existe este servicio, pero no es eléctrico”, añade. El motor de las bicis madrileñas fue una de las características más reseñadas del sistema. Unos lo alababan como elemento innovador; otros lo criticaban por las complicaciones de su mantenimiento. “Sin duda, que hayan sido eléctricas ha sido toda una revolución”, apunta Villarrubia. “Creo que ha animado a la gente a probarlas y se han empezado a ver a perfiles de ciclistas muy diferentes de los habituales”, añade. Ese era uno de los objetivos del servicio, con una dotación de 2.820.588 euros anuales compartida con otros servicios.

El pedaleante cotidiano madrileño era un hombre de entre 30 y 40 años. El usuario mayoritario de BiciMad tiene entre 26 y 45 años (70%) y no hay diferencias notables entre hombres y mujeres. María José Piñeiro, periodista de 52 años, es una de esas nuevas ciclistas: “Desde que empecé a usarlo, me subo a una bici cada día”. En 2014 el uso de la bicicleta aumentó en la ciudad un 16%, según datos del Ayuntamiento. Elisa Barahona, directora general de Sostenibilidad del área de Medioambiente y Movilidad, vincula ese incremento al éxito de BiciMad: “Es evidente, no hace falta más que pasearse por la zona donde está implantado”. “Gracias a las bicis públicas, Madrid se ha vuelto más amable y respetuosa”. La periodista Piñeiro, por su parte, cree que a la ciudad aún le quedan cosas por hacer: “El servicio es bueno aunque a veces falla. Además, faltan más carriles y zonas reservadas”.

“BiciMad tiene limitaciones”

P.L.

El pasado octubre, Tobias Zisik entró a formar parte de BonoPark, empresa adjudicataria de BiciMad. Zisik llega al puesto con experiencia en gestión municipal; anteriormente fue director general de planificación y desarrollo de Metro de Madrid.

¿Considera BiciMad un éxito?

Las cifras de abonados y de viajes demuestran su buena acogida. Llegó en un momento en el que la movilidad ciclista en Madrid estaba en auge. Además, que sean eléctricas acerca este medio de transporte a todos.

¿Cual es su debilidad?

Debemos prestar especial atención al mantenimiento, a la redistribución y al vandalismo, como en cualquier otro sistema.

Pregunta. ¿Solucionaron los problemas del lanzamiento?

Respuesta. Los problemas informáticos que ocurieron al principio, tuvieron enorme repercusión mediática. El sistema lleva tiempo estable y la emisión de abonos funciona con total normalidad. También, los abonos ocasionales. Además, acabamos de aprovechar una temporada de menor uso para hacer una revisión exhaustiva de las bicicletas. Bicimad, como cualquier sistema de transporte público, tiene sus limitaciones.

P. ¿Ha sido BonoPark denunciada por el Ayuntamiento?

R. No es cierto aunque algunos medios lo han publicado. Debido a las incidencias ocurridas, el Ayuntamiento ha aplicado una penalización contemplada en el pliego de del contrato.

P. ¿Qué espera de 2015?

R. Expansión de la red, crecimiento de usuarios y consolidación del sistema para normalizar más el uso de la bicicleta.

Por la Gran Vía, con su gabardina al viento, baja pedaleando Arturo Cardoza. “Es mi primera vez”, confiesa este fotógrafo de 33 años. Va acompañado de un amigo, que le hace de Cicerone. “Por ahora, no me atrevo a ir solo por la calzada”, reconoce. La ciudad tiene una red ciclista de unos 400 kilómetros, entre carriles segregados, ciclocalles —tramos de la calzada limitados a 30 km/h y con prioridad para las dos ruedas— y el anillo verde (eminentemente de uso recreativo). El Ayuntamiento defiende que “las bicicletas son un vehículo y como tal pueden hacer uso de las carreteras de la ciudad sin limitaciones”. Solo contempla actuaciones en zonas de especial peligrosidad. “BiciMad ha sacado a muchos ciclistas a la calle. Eso hace que los conductores empiecen a ver bicis, se acostumbren a ellas y el tráfico se apacigüe”, explica Villarrubia. “Pero poco a poco”, matiza el arquitecto, “hasta que la calzada no transmita seguridad, los ciudadanos que tengan miedo o no la usarán o irán por la acera. Bajar a esos ciclistas a la carretera es el siguiente reto del Ayuntamiento”.

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“A mí me ha pasado de todo”, asegura Guillermo Aguirre, escritor de 30 años, que, desde el lanzamiento de BiciMad realiza un uso intensivo del sistema. Tardó en conseguir su abono por los problemas informáticos que se vivieron en sus primeras semanas; le dieron 700 euros de crédito cuando realizó una recarga de 10 en su abono anual —“eso me pareció genial”; le descontaron 400 euros cuando descubrieron la incidencia y cada vez que tiene un problema no duda en llamar al servicio de atención al público que existe. Desde BonoPark, empresa concesionaria, responden que el sistema lleva tiempo estable: “La puesta en marcha fue accidentada, pero una vez solucionados los problemas iniciales, está funcionando”. Este mes han lanzado los abonos temporales, para uso turístico, uno de los últimos escollos que les quedaban por solucionar. “Lo sigo usando porque es cierto que funciona, pero ha habido algún momento caótico”, incide Aguirre. “Por ejemplo, hace poco más de un mes, cuando muchas estaciones estaban vacías”, cuenta. En ese momento, la ciudad vivió una cierta escasez de bicicletas. “Se habían retirado para su mantenimiento”, aclaraban vía Twitter desde BiciMad. “El mantenimiento es necesario y, debido al uso intensivo, es normal tener que retirar algunos vehículos para revisarlos”, explica un portavoz de la concesionaria. “Ahora están todas operativas”, añade.

Cada bicicleta se usa, de media, tres o cuatro veces al día

Un camión, con un par de bicicletas en el remolque, para frente a la estación de Colón. Es uno de los cuatro que se encarga de la redistribución y el mantenimiento y que funciona las 24 horas del día. “Se ha quedado una bicicleta bloqueada”, contesta expeditivo uno de los operarios. “En general, cuando llamas, no tardan mucho en solucionar los problemas”, dice Javier Pombo de la Serna, de 47 años. Va con su hija Cristina, de 13, a Cibeles. Ambos son adeptos del sistema. Cristina vive en Londres, donde también hay bici pública, “pero no son tan chulas como estas”. “Si esto llegase a más zonas de la ciudad cambiaría la dinámica de Madrid. Mientras no lo hagan, el sistema está cojo”, sentencia el padre. Este año, como anunció la alcaldesa Ana Botella, BiciMad se ampliará: “entre 35 y 40 nuevas estaciones, hacia el norte y hacia el sur (incluyendo Legazpi o Principe Pío)”, explica la responsable de movilidad Barahona. Mientras tanto, habrá que esperar. “Lo mejor de ir en bici por Madrid, la luz y la conexión que te da con la ciudad. Lo peor, la falta de concienciación que tienen muchos conductores”, resume Pombo. Una pega que espera que cambie “ahora que se ven más bicis en la ciudad”.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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