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los lugares de Carlos Pardo

Bajo árboles y entre discos

Acompañamos al poeta y narrador en itinerarios que nos descubren una ciudad en extinción para arribar en la activa Conde Duque

El escritor Carlos Pardo, en las bodegas Alfaro.
El escritor Carlos Pardo, en las bodegas Alfaro.luis sevillano

Calle de la Vía Límite. Más que lugares, de Madrid me gustan los recorridos. El primero empieza en esta calle, detrás del Hospital de la Paz, sigue por el Paseo de la Dirección y termina... en el Palacio Real. Porque una ardilla podría ir de la Castellana al centro sin bajarse de un árbol (algunos trechos, hierba).

Ciudad Pegaso. Empieza donde acaban la Alameda de Osuna y la calle Alcalá. Me gusta ir desde allí a Sol por pequeñas calles paralelas (Boltaña, Elfo). Tienen una historia secreta: la desaparición de cierta forma de industria en España, del trabajo digno. Paseo largo y muy interesante.

Carlos Pardo (Madrid, 1975) acostumbra a pasear y quizás algo de ese hábito inspirador haya calado en su segunda novela. En El viaje a pie de Johann Sebastian (Periférica) se sirve alegóricamente de una anécdota de Walser para esclarecer otras derivas más íntimas, profundamente nuestras.

Colonia Manzanares. Una de las zonas más bonitas de Madrid, sobre todo si llegas desde el Parque del Oeste, cruzando las vías del tren de Príncipe Pío por uno de los puentes. Además de tener las mejores vistas de Madrid, en esta vieja colonia de ferroviarios, aún puedes comer en una terraza por muy poco dinero.

Plaza Puerto Rubio. En esta pequeña plaza, en la antesala de Vallecas, he pasado alguna de las mejores tardes recientes con mis amigos de allí, de terraza en terraza. Recomiendo seguir adentrándose en el barrio por la calle de Martínez de la Riva.

Bodegas Alfaro. Esquina con Ave María. Para mí sigue siendo el mejor sitio de Lavapiés. Porque es una bodega de verdad, porque como en las bodegas “se está acompañado y solo a la vez”. Y por su situación estratégica al borde del barrio. El mejor centro de operaciones. (Olmo 10).

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Museo del Prado. Si sólo quedara El Prado, Madrid seguiría siendo una de las mejores ciudades del mundo para vivir. Es una tontería insistir en los maestros, pero si vas mucho empiezas a percibir que el museo está en movimiento (como la propia historia del arte), y que a veces quitan tus cuadros favoritos de David Teniers y otras te redescubren el siglo XIX español. (Paseo del Prado s/n).

Biblioteca Pedro Salinas. Donde más horas paso y donde mejor escribo (entre estudiantes y mendigos, dos caras del mismo euro). Además de gustarme el edificio de Navarro Baldeweg, me encanta la selección de literatura y filosofía. Lo que no encuentres aquí, estará en la Biblioteca de Usera, otra joya. (Puerta de Toledo 1).

Librería Rafael Alberti. Es imposible elegir una sola librería de Madrid. He sido librero y sé que la calidad es enorme. Pero no exagero si digo que todo lo aprendí de Lola Larumbe, propietaria de esta gran librería. Primero como cliente y después con un cuadernito, obligándola a que me contara sus secretos; descuentos con distribuidores y esas cosas. (Tutor 57).

Radio City. No voy todo lo que quisiera a mi tienda de discos favorita, una especie de paraíso e infierno, pues no puedo comprar todos los vinilos de rock psicodélico, country rock, folk… que me gustaría. De aquí siempre salgo con un ataque de ansiedad y una lista con descubrimientos gigantesca para el futuro. (Conde Duque 14).

Sportivo. Y al lado, lo mismo, más ansiedad. La mejor tienda de ropa de la ciudad. La tienda de Goyo, un dandi absoluto. Es mejor comprarse una camiseta allí que cinco camisas en H&M (y te durará el doble). Si me tocara la lotería, es al primer sitio al que iría. (Conde Duque 20).

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