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La sequía y una gestión poco eficaz ahogan el parque de L’Albufera

Los intetereses de regantes, arroceros y cazadores condicionan el nivel del lago

Cristina Vázquez
Josep Cavaller, presidente de la Comunidad de Pescadores de El Palmar, con los arrozales secos a su espalda.
Josep Cavaller, presidente de la Comunidad de Pescadores de El Palmar, con los arrozales secos a su espalda. MÒNICA TORRES

“Ahora tendríamos que ver la perellonà[inundación máxima del lago de L’Albufera], se debería de poder ir en barca por los arrozales y mírelo; están secos”, enfatiza Josep Cavaller, presidente de la Comunitat de Pescadors de El Palmar. El nivel del lago, joya del Parque Natural de L’ Albufera, empezó a caer en verano pero a finales de octubre, con la ausencia de las lluvias de otoño, saltaron las alarmas: el lago había retrocedido más de 23 centímetros y necesitaba caudal extra para recuperarse. La típica estampa del lago que, visto desde el aire, multiplica por cinco su extensión por la inundación de los arrozales que lo circundan, está inédita a estas alturas del año.

“Si no hay agua suficiente en el lago, no se debería bombear a los tancats [los últimos campos de arroz ganados a la albufera y situados por debajo del nivel del lago], ni a los cotos de caza porque todavía baja más el nivel”, dice como resumen de lo que ha pasado este año. Los intereses de L’ Albufera son mucho más amplios que los de los arroceros. Hay intereses culturales, medioambientales, pesqueros e incluso turísticos.

<IL>Acció Ecologista-Agró (AE-Agró), organización presente en la gestión del parque, coincide con el presidente de los pescadores y añade más causas del desastre. El bombeo de agua a los tancats, la mala gestión de la gola de Pujol [que comunica el lago con el mar] y la sequía de los dos últimos años explican la precaria situación de este paraje de incalculable valor ambiental, diagnostica el ecologista Víctor Navarro. AE-Agró exige que se convoque la comisión de la sequía para adoptar soluciones y que la cangrena del lago no vaya a más.

</IL>La situación ha generado alarma y muchos [grupos políticos, ecologistas, vecinos del parque y el propio Ayuntamiento de Valencia, propietario del lago] han salido desde septiembre en defensa del humedal, sobre todo para pedir a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), la única administración competente, que suelte caudal para recargar el humedal y evitarle más riesgos a un parque cuyo lago representa solo 3.000 de las 21.000 hectáreas de su extensión total.

La ‘perellonà’ inundación máxima del parque, se retrasa este año

El equilibrio es precario en un espacio con cuatro ecosistemas diferentes (mar, dehesa, humedal y montaña) en una línea recta de 20 kilómetros, recuerdan los habitantes del parque. Debido a los años de contaminación, con acumulación de metales pesados en los fondos, y a que los acuíferos están taponados, si se produce un descenso traumático del nivel del agua en el lago, se pierde oxígeno y miles de peces pueden morir.

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Por efecto de la sequía ya no baja agua del río Xúquer al lago, tampoco hay recarga de acuíferos —situación a la que ha contribuido en parte la sustitución del riego agrícola a manta por el de goteo— y el agua depurada que se envía de Pinedo carece de nutrientes.

Un lago bajo mínimos y un galimatías competencial

Un descenso alarmante. El lago de la Albufera, que ocupa 3.000 hectáreas del Parque Natural, se situó a finales de octubre más de 20 centímetros por debajo de la cota cero, lo que provocó la alarma dentro y fuera del espacio natural. Los niveles han crecido en el último mes pero siguen por debajo de cero. La Confederación Hidrográfica del Júcar matiza que se registraron valores parecidos en 2006.

Intereses en conflicto. Tienen intereses en el parque natural los arroceros, que ocupan 14.000 de las 21.100 hectáreas del espacio natural, los pescadores, que faenan el lago durante siglos, los ecologistas, el turismo y las comunidades de regantes.

Confederación Hidrográfica del Júcar. El organismo que regula la cuenca hidrográfica decide sobre el desembalse de agua a la Albufera. Ni la Generalitat, gestora del parque natural, ni el Ayuntamiento, propietaria del lago, deciden en esta cuestión.

Dirección General de Costas. Es la administración responsable de corregir los depósitos de arena que, por efecto de las mareas y de obras en el puerto, y tapona los desagües del lago al mar. Hay que corregirlos.

Generalitat. Es responsable de la gestión del Parque Natural de l'Albufera, protegido en los años 80, y que ocupa 21.100 hectáreas. Se ocupa de los controles y análisis de calidad del lago y de su entorno.

El Ayuntamiento de Valencia. Es el propietario del lago, sus orillas y de la Devesa, la zona boscosa. Tiene delegadas competencias en materia de regeneración dunar, conservación del bosque de la Devesa, la recuperación del lago, vigilancia de estos espacios, prevención de incendios, la redacción de proyectos de recuperación y supervisión.

Cavaller recuerda que los pescadores llevan siglos en el parque y recuerda los tiempos en que se extraían del lago —al que el pescado entra a través de las golas— cientos de kilos de llobarro, llisa, angulas e incluso gambeta. Ahora todo ha cambiado. “La Administración está haciendo un esfuerzo por recuperar determinadas especies pero la gestión del agua tiene que modificarse porque la dominan los agricultores”, denuncia el presidente de los pescadores.

Las compuertas de comunicación con el mar están cerradas más de la cuenta para evitar, con el nivel tan bajo del lago, que sus aguas se salinicen, pero a la vez impiden la entrada del pescado. Por eso Cavaller insiste en que no se debe vacíar más el lago, bombeando el agua a los arrozales. El ciclo vegetativo de este cultivo comienza con la siembra en mayo y culmina con la siega en septiembre. Luego los campos se inundan en invierno hasta que llega el momento de secar los campos y prepararlos para otra siembra.

José Segarra, director del Parque Natural, explica la importancia de la perellonà, que es cuando el lago reivindica su territorio y los límites del lago se confunden con el de los arrozales. “Esta inundacíón atrae a las aves acuáticas, lava las tierras, y, lo más importante, frena la salinización del agua y del ecosistema” porque la masa de agua dulce es mayor y frena la intrusión por el subsuelo de la sal marina. Segarra subraya que este año se ha retrasado todo. La campaña del arroz y la de caza se han solapado en el tiempo y generado algún pequeño conflicto. Y los arrozales que se han llenado lo han hecho en detrimento del caudal del lago, dado que apenas ha llovido hasta este fin de semana. Los tancats perimetrales al lago se han inundado solo con el efecto de la gravedad y las aportaciones fluviales procedentes del Turia (por el norte) y el Júcar (por el sur) no arriban al lago hasta que se llenan los arrozales colindantes al mar. Los cotos de Silla, Sollana, Sueca y Cullera también han necesitado agua con urgencia con los permisos de caza ya pagados y al final de la cadena está el lago. “Habitualmente los terrenos se encharcan en poco más de una semana pero este año el proceso será más lento”, pronostica el director del Parque, que apuesta, junto a los pescadores y ecologistas, una comisión técnica del agua del parque donde estén presentes todos los actores con intereses o competencias en el paraje natural.

La maraña de competencias complican el diálogo de los actores

La maraña administrativa en torno al Parque Natural de L’Albufera no facilita el entendimiento entre los actores del parque. La Confederación Hidrográfica del Júcar es el único que puede ordenar el desembalse de agua, luego están los regantes, que gestionan el paso del agua por las acequias, el Ayuntamiento de Valencia, propietaria del lago, y la Junta de Desagüe, que decide cuando se tira agua al mar. La Junta del Parque, que depende de la Generalitat, se encarga del control y análisis de la calidad del agua.

Un portavoz de la CHJ resta gravedad a la situación. “Los niveles en la Albufera de finales de octubre fueron parecidos a los del año pasado y no eran los más bajos de los últimos años, siendo, de hecho, superiores a los del año 2006”. A lo largo de noviembre han crecido los niveles, que, según reconoce la CHJ, se han visto afectados por el funcionamiento de las golas al final de la campaña arrocera, por el llenado de los tancats y las derivaciones de agua de las comunidades de regantes.

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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