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Vuelven los 410 gitanos desterrados sin resolver su conflicto con el “rey”

Cien niños regresan hoy a los colegios de O Porriño y Tui tras un mes de ausencia

Varias mujeres se abrazan a su regreso a O Porriño.
Varias mujeres se abrazan a su regreso a O Porriño. LALO R. VILLAR

No fue la paz, sino la “desesperación”, lo que precipitó el regreso de los gitanos zamoranos que el día 8 del mes pasado marcharon de O Porriño y Tui empujados por una “advertencia”. Al fin, han vuelto también forzados, esta vez, según alguno de sus amigos payos, por la necesidad de comer y dar de comer a los suyos. “Llevan un mes sin poder trabajar”, comenta esta persona. Han sobrevivido de lo que tenían, pero ya no les queda nada, “están muy ahogados”. Por eso, si llegaron a sus casas pasadas las dos de la tarde, al ponerse el sol estaban citados en su local común, la Iglesia Evangélica de Filadelfia, para decidir todos juntos el día en que volverán a la venta ambulante. Esta no es una cuestión fácil, porque los mercadillos son precisamente uno de los ejes del conflicto que los mantiene enfrentados con la familia del “rey”, Olegario Giménez, alias Morón, y sobre todo con el hijo aventajado de este, el llamado “príncipe” Sinaí, presidente de la Sociedad Gitana en Galicia.

Los coches de los zamoranos que habían huido tras ser advertidos del rencor que supuestamente les tenían otras 3.700 personas de su etnia, gitanos de origen gallego con expectativas puestas en algunas plazas de venta, fueron llegando sobre la una de la tarde a la explanada del restaurante Guanabara, en la carretera que lleva a Cans (O Porriño). Allí lloraron y se abrazaron, dándose la bienvenida mutuamente, porque casi todos ellos habían estado fuera, acogidos por sus familias de Zamora, Valladolid, Bilbao, Santander o Palencia. Allí, también, se pudo saber que los llamados zamoranos (pero gallegos de tercera generación) y el grupo que representa públicamente Sinaí Giménez no llegaron a ningún acuerdo.

En la comitiva venían los cuatro pastores evangélicos que fueron señalados por el otro bando como “chivatos” y “traidores”. Uno de los portavoces de los retornados, Alfredo Jiménez, que vive en O Porriño, tomó la palabra y delante de los medios de comunicación congregados anunció que los niños, más de cien que huyeron con sus padres, regresarán hoy mismo a sus aulas. Ante el restaurante, esperando para recibir a estos escolares que faltan de sus clases desde hace un mes (incluso antes de que sus padres emprendiesen la huida), había varios representantes del colegio Ribeira, del que faltaban 77 alumnos, un tercio de los niños que lo llenan.

Por la tarde, la Sociedad Gitana de Sinaí Giménez publicaba un comunicado en el que afirmaba que la vuelta tuvo que ver con una supuesta “expulsión” de los zamoranos, dictada por los “consejos de ancianos” de Castilla.

Los zamoranos, sin embargo, se sienten ahora “arropados”, comenta un vecino. En esto ha tenido que ver la investigación que abrió hace dos semanas el fiscal jefe de Galicia, Carlos Varela, tras la denuncia presentada por otro vendedor, el payo Francisco Romero Alvite, que fue la voz de unos ausentes “atemorizados” mientras duró lo que él definió como un “destierro dictado por la casta, un clan mafioso”, en referencia a la familia del “rey”. Además, y en contraste con la postura tibia que mantuvo en este caso el Ayuntamiento de O Porriño, a finales de la semana pasada todos los grupos con representación en el consistorio de Tui aprobaron una declaración en la que “exigían” la “inmediata vuelta” de sus vecinos en “condiciones que garanticen su seguridad” y la “convivencia pacífica”. La corporación, además, daba su “apoyo a la denuncia presentada” y solicitaba a la fiscalía “que investigue los hechos”.

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