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CRÍTICA / CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pasión en la madurez

Anne-Sophie Mutter maravilla con su violín al público del Palau de la Música con una interpretación más libre y sentida hoy que en sus geniales inicios

La violinista Anne-Sophie Mutter.
La violinista Anne-Sophie Mutter.HARALD HAFFMANN

No actúa a menudo la Orquesta Nacional de España (ONE) en el Palau de la Música Catalana, y menos en su ciclo estrella, Palau 100, con las localidades más caras a 150 euros. Se llenó hasta la bandera, gracias a la gran violinista alemana Anne-Sophie Mutter como principal gancho del concierto inaugural de la temporada, curiosa inauguración teniendo en cuenta que el ciclo ya se abrió el pasado 7 de julio con un memorable programa Strauss a cargo de Daniel Barenboim y la Staatskapelle Berlin.

En esta ocasión, lo único memorable fue la actuación de Mutter como solista de lujo del Concierto para violín núm. 1 de Max Bruch. Porque, en su regreso al templo modernista, la ONE, dirigida por el peruano Miguel Harth-Bedoya, no se ha cubierto de gloria. De hecho, solo mantuvieron el tipo en el romántico y algo azucarado concierto de Bruch, que Mutter tocó con desbordante lirismo. En el resto del programa no estuvieron a la altura de un ciclo que recibe a las mejores orquestas del mundo.

ANNE-SOPHIE MUTTER

Mutter, violín. Orquesta Nacional

de España. Miguel Harth-Bedoya, director.

Palau de la Música Catalana.

Barcelona, 25 de septiembre de 2014

Curiosa madurez la de Mutter: cuando grabó este concierto con Herbert von Karajan, en 1980, tenía sólo 18 años, pero el impulso juvenil estaba sometido a un férreo control, en una interpretación técnicamente deslumbrante pero con las pasiones contenidas. Ahora, a sus espléndidos 51 años, Mutter, siempre impresionante en el escenario —sofisticado vestido azul turquesa con escote palabra de honor— es mucho más libre y apasionada. Sin ser esclava de la perfección técnica, aborda el repertorio romántico con más generosidad en la expresión de sentimientos, más comunicativa, fraseando con más ternura, pero también con un lirismo más encendido.

El público quedó hechizado por la belleza del sonido, por la calidez e intensidad de una versión de extraordinaria fuerza e impulso juvenil donde la ONE y Harth-Bedoya mostraron mayor cuidado. Mutter fue, además, permanente fuente de estímulos, subrayando con sus gestos los pasajes orquestales más rotundos. Regaló dos propinas de Bach: pura maravilla que el publico aplaudió a rabiar.

La velada se abrió con un estreno del compositor catalán Bernat Vivancos, Bach im Himmel, versión para orquesta del Preludio núm. 1 de El clave bien temperado que no acaba de funcionar: es demasiado larga, repetitiva, confusa en el juego tímbrico y aparatosa en un despliegue orquestal más propio de una final de la Champions. La ONE sonó con poco refinamiento y decepcionó también en la obra que cerró el programa, la célebre Sinfonía Del Nuevo Mundo, de Antonin Dvorák, servida con exceso de decibelos, altibajos y desajustes fruto de una dirección de trazos gruesos.

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