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La Generación del 27 de la música

El guitarrista Alberto Blanco Bohigas recupera hoy la memoria del Grupo de los Ocho en un concierto en Robregordo. Un sonido truncado por la guerra

En 1935 la revista 'Ritmo' publicaba un retrato de parte del grupo. Aparecían Bautista, Rodolfo Halffter, Pittaluga, Remacha y Bacarisse en Unión radio.
En 1935 la revista 'Ritmo' publicaba un retrato de parte del grupo. Aparecían Bautista, Rodolfo Halffter, Pittaluga, Remacha y Bacarisse en Unión radio.

La Generación del 27, poética, sentida y truncada por la guerra, dejó también una estela musical que tomó forma en el Grupo de los Ocho. Compositores que buscaban una nueva música española, impulsados por el crítico Adolfo Salazar. "La guitarra vivía un momento de incorporación a la vanguardia. Fue Salazar el que puso de manifiesto que se necesitaba un nuevo repertorio y les animó a crear nuevas obras para el instrumento", dice el guitarrista vallisoletano Alberto Blanco Bohigas, experto en el trabajo de los ocho y que les reivindica este viernes en un recital en Robregordo (90 kilómetros al norte de Madrid) basado en sus obras, muchas olvidadas.

En 1930 vivían en la capital y tenían entre 25 y 34 años. Al amparo de las tendencias que surcaban Europa, y en la órbita de la Residencia de Estudiantes buscaron una nueva música y se encontraron con el peor enemigo posible: la Guerra Civil, que les separó para siempre.

Su faro era Manuel de Falla. Sentían que su labor era continuar la renovación musical que el gaditano había comenzado. Algunos, como la única mujer de esta generación, Rosa García Ascot, llegaron incluso a ser sus alumnos directos o recibieron consejos del maestro. "Rosa entendía perfectamente cómo interpretar la música de Falla", dice Blanco Bohigas, que recuerda cómo las crónicas dicen que la compositora —de la que en este concierto se interpreta Española— sabía más de lo que ella misma creía.

En 1930 el mayor tenía 34 años, vivían en Madrid y seguían a Falla

La generación se presentó en público el 11 de noviembre de 1930. Fue el relaciones públicas del grupo, Gustavo Pittaluga, quien leyó el Manifiesto en el que presentó a los ocho como un grupo de creadores."Es una joya tener una comunidad en el que todos han creado por lo menos una obra para guitarra. Y no dentro del nacionalismo casticista, sino de un nuevo nacionalismo de vanguardia", comenta Blanco.

Pero a los pocos años de aquella presentación en sociedad, los cañones silenciaron las músicas que olían a modernidad. Y comenzó el éxodo. No volverían los ocho a verse las caras hasta su muerte.

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Las dos Españas quedaron plasmadas con crueldad en la figura de los dos hermanos del grupo: Ernesto y Rodolfo Halffter. Ernesto, deslumbrante y con una fama que le hacía más visible que los otros siete, pasó una temporada en Portugal, pero desde allí comenzó a trabajar para las nuevas autoridades españolas, volviendo a nuestro país a los pocos años.

Su hermano mayor, republicano, vio en el exilio a México la única salida posible, y no volvería a España hasta el final de su vida para impartir un par de cursos. García Ascot, volvió de Mexico en 1965 y murió en Madrid, con 100 años, en 2002. Julián Bautista, compositor madrileño que decidió exiliarse en Argentina, nunca regresó. Pero allí tuvo la oportunidad de toparse con sus orígenes al encontrarse con Falla en su casa de Altagracia; la misma casa que visitaría Alberti, a cuyo Marinero en tierra había puesto música Rodolfo Halffter. "En el Preludio de Bautista [que se toca en el concierto] hay algo del inicio de El amor brujo de Falla", dice el guitarrista de este compositor que se abrió en Buenos Aires a la creación de música para el cine.

El exilio también fue la única opción para el segundo compositor más exitoso de la generación después del menor de los Halffter. Salvador Bacarisse, padre del Concertino para guitarra, una de las piezas más hermosas que se han compuesto para el instrumento, partía a París tras la guerra para seguir haciendo lo que hacía en España: difundir a través de la radio la nueva música. Allí siguió componiendo pero, aún estando en la meca de las vanguardias musicales —allí nació Les Six, seis renovadores musicales franceses que se anticiparon a Los Ocho—, su estilo se volvió más conservador.

Desde una ferretería de Tudela, el compositor navarro Fernando Remacha sintonizaba el programa de su amigo. "Sabía que Bacarisse sufría una enfermedad pulmonar y animaba a su familia a escuchar con él el programa de 'el tito Salva'. Por la radio y por su respiración, Remacha sabía como estaba de salud su amigo", dice Blanco Bohigas. Remacha, tímido y antibelicista, se había confinado en la ferretería de su familia después de que un amigo falangista al que había escondido durante la guerra le hiciera salir de Madrid tras denunciarlo ya acabada la contienda. El último de Los Ocho, Juan José Mantecón —del que en este concierto se interpreta Atardecer, una obra que el guitarrista ha tenido que reconstruir—, vivió recluido en su casa de Madrid durante años. La puerta solo se abría para recibir a los alumnos que acudían a recibir clases particulares. 

Con este concierto, no solo se recupera la memoria histórica de una parte de la música creada en Madrid. También un apartado de la historia de la Música que quedó truncada por la barbarie. Ocho obras para entender a una generación que abrió Madrid a la vanguardia musical, aunque la puerta fuera cerrada después a golpe de bayoneta.

Alberto Blanco Bohiga. Este viernes a las 20.00 en la Iglesia Parroquial de Santa Catalina de Robregordo.

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