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Hernández prodiga los gestos para romper con el pasado en Santiago

El nuevo alcalde suspende el más polémico proyecto urbanístico de Currás

Xosé Hermida
Agustín Hernández (izquierda) y su antecesor, Ángel Currás
Agustín Hernández (izquierda) y su antecesor, Ángel CurrásÓscar Corral

Agustín Hernández ha empezado la carrera contrarreloj para intentar que el PP conserve la alcaldía de Santiago. Y el empeño requiere inexcusablemente distanciarse de la ominosa herencia del pasado reciente, la montaña de escándalos que se llevó por delante a dos alcaldes populares. En un intento de evidenciar el cambio en el gobierno de la capital de Galicia, aunque el partido al mando siga siendo el mismo, el nuevo alcalde ha prodigado estos días los gestos de ruptura con la etapa anterior. El pasado martes, Hernández inauguró un parque en Finca do Espiño, donde el exalcalde Gerardo Conde Roa preparaba lo que sus propios compañeros del PP calificaban en privado de “pelotazo urbanístico”. Y ayer dio un nuevo paso al suspender la más polémica actuación de su inmediato antecesor, Ángel Currás, una rotonda que invadía un parque público y que había provocado una fuerte contestación de los vecinos.

 El malestar vecinal en Galeras, un barrio al pie del casco histórico, lo desencadenó la autorización otorgada por el gobierno de Currás a un aparcamiento privado para construirse una nueva entrada ocupando parte del principal parque de la zona. No sería más que un carril de acceso con su correspondiente rampa, de unos 30 metros de longitud. Ocuparía menos del 1% de un parque de unos 40.000 metros cuadrados, pero es un espacio público que los vecinos no estaban dispuestos a entregar a manos privadas. Con el apoyo de los grupos de la oposición, los residentes del barrio llevan meses en pie de guerra y han tratado de frenar el proyecto recurriendo a la Xunta y a la vía judicial.

Aunque Hernández mantendrá el convenio urbanístico firmado por el anterior gobierno con la empresa del aparcamiento, que aún considera “válido”, ha paralizado la construcción de la rotonda con el argumento de que el proyecto técnico no cumple la normativa de incendios ni de accesibilidad. El alcalde señaló que si la empresa “considera que es posible modificar el proyecto”, el gobierno local lo estudiaría, pero al mismo tiempo afirmó: “Me gustaría que no se vuelva a generar un episodio como el que tuvimos. Todo se puede hablar y discutir, pero sin crispación. Por parte del Ayuntamiento está cerrado el episodio de Galeras”. Los periodistas insistieron en preguntar a Hernández si esta decisión no supone desautorizar a Currás, que, al fin y cabo, sigue perteneciendo al gobierno local, ahora como simple edil. “No desautorizo a nadie, miro al futuro”, replicó el alcalde compostelano. “Tengo los problemas encima de la mesa y procuro arreglarlos con la visión y el único objetivo de garantizar el interés de los vecinos”. Con todo, echó un capote a sus antecesores al afirmar que el proyecto se utilizó en su momento para “desgastar políticamente a un gobierno”.

Sin embargo, los socialistas, grupo mayoritario de la oposición, dudan de la sinceridad de Hernández. “Esto es una operación de maquillaje, un intento de evitar protestas vecinales antes de las elecciones”, declaró la concejal del PSdeG Mercedes Rosón. Según la edil, el alcalde acordó paralizar el proyecto porque así se lo imponía un informe de los servicios técnicos municipales. “Si quiere desistir definitivamente de la obra, que anule el convenio urbanístico. Es más, lo pudo hacer antes, cuando era el conselleiro responsable del urbanismo en Galicia. Ese convenio es ilegal porque entrega un patrimonio público a intereses particulares utilizando un espacio declarado zona verde”, agregó Rosón. Los socialistas advierten de que, con la decisión de ayer, el Ayuntamiento aún podría retomar la obra más adelante tras acallar las movilizaciones ciudadanas.

El BNG, la otra fuerza de la oposición, felicitó a los vecinos de Galeras por haber obtenido una respuesta a sus demandas y anunció que se mantendrá “vigilante” para que el alcalde cumpla su palabra. Los nacionalistas recordaron que ellos mismos habían propuesto al pleno municipal frenar la obra, pero que el PP lo rechazó siempre hasta ahora.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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