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Estados Unidos echa el freno a Makelele

Extraditado a España un vigués buscado por el atropello mortal de un matrimonio y que huyó a América para hacer carrera como boxeador

Xosé Hermida
Jorge Sosa, tras triunfar en uno de sus combates en Estados Unidos
Jorge Sosa, tras triunfar en uno de sus combates en Estados Unidos

Con solo 28 años, Jorge Luis Sosa Mejuto ya ha tenido dos vidas. La primera fue en Vigo, donde su piel de mulato caribeño le granjeó el apodo de Makelele, aquel futbolista africano que triunfó en el club local y luego en el Real Madrid. En la ciudad gallega se casó, tuvo un hijo y cultivó una desgraciada fama por sus proezas automovilísticas, hasta que en 2008 se vio involucrado en un accidente en el que murió arrollado un matrimonio. Makelele fue condenado a tres años y nueve meses de cárcel por homicidio imprudente, pero antes de entrar en la cárcel huyó a Estados Unidos, el país donde nació y cuya nacionalidad comparte con la española. Allí comenzó su segunda vida, convertido ahora en George El Terrible Sosa, un boxeador que despuntaba en la categoría de los pesos welter. De la carrera de Sosa sobre los rings hace tiempo que había abundante constancia gráfica con fotos y vídeos en Internet, pese a que se encontraba en situación de busca y captura, reclamado por las autoridades españolas. Hasta que hace unos meses la policía de Pensilvania se topó con él en un control habitual y descubrió su pasado. Estados Unidos concedió la extradición solicitada por un juzgado de Vigo, y El Terrible, de nuevo convertido en Makelele, regresó ayer a España bajo custodia de la Interpol para cumplir su condena en prisión.

 El suceso con el que se despertó Vigo aquel sábado 12 de enero de 2008 no solo conmocionó a la ciudad sino a España entera. Un matrimonio que, pasada la medianoche, circulaba tranquilamente con su coche había muerto al ser arrollado por uno de los dos vehículos que participaban en lo que parecía una alocada carrera entre ambos por una céntrica avenida de la ciudad. Los conductores que provocaron el accidente eran Makelele, entonces con 22 años, y Samuel Fiuza, El Coletas.

Cuando Makelele se sentó en el banquillo, en noviembre de 2009, su fama ya le sobrepasaba después de que sus andanzas alimentaran durante meses todos los shows televisivos. Por la muerte del matrimonio le retiraron el carné de conducir y estuvo 15 días en prisión preventiva. Nada más salir, fue detenido de nuevo al saltarse con una motocicleta un semáforo en rojo y dar positivo en el control de alcoholemia. Confesó que se había tomado unos Red Bull con tequila, aunque alegó que ese cóctel no le afectaba en exceso porque su cuerpo ya estaba acostumbrado. Entonces se supo que, pocas semanas antes del accidente que costó la vida al matrimonio, ya había huido de la policía por las calles de Vigo a bordo de un quad a 140 kilómetros por hora.

En el juicio por la muerte de la pareja, Makelele y El Coletas negaron que estuviesen celebrando una carrera o incluso que se hubiesen picado, en contra de lo que sostenía el fiscal. Aseguraron que ni siquiera se conocían antes del suceso. Lo que quedó comprobado es que ambos coincidieron en un semáforo en rojo, Makelele al volante de un Audi A3 y El Coletas de un BMW. Cuando se puso en verde, pisaron el acelerador a fondo y salieron en dos carriles paralelos. Sosa se encontró con un coche aparcado en el suyo y, al querer esquivarlo, impactó lateralmente con el vehículo de El Coletas. Este saltó la mediana de la avenida y arrolló al Citroën AX que circulaba plácidamente en sentido contrario conducido por un hombre de 55 años, acompañado de su esposa, de 53. Las cámaras de vigilancia de la zona registraron que, justo antes del impacto, Makelele iba a 74 kilómetros por hora y El Coletas a 109. La policía municipal acusó además a Sosa de pretender engañarla presentándose ante ella como un simple testigo del suceso y señalando a las víctimas como culpables de la colisión mortal.

La sentencia se atuvo a las peticiones del fiscal, y ambos fueron condenados. Makelele solicitó el indulto, pero antes de recibir contestación, se fue del país. Primero a la República Dominicana y luego a Estados Unidos. En entrevistas posteriores, aseguró que no se había marchado para esquivar la cárcel, sino por el acoso al que le sometían los medios y por una reprobación social teñida, según él, de tintes racistas. Acabó en Reading, una ciudad de Pensilvania, donde se apuntó a un gimnasio y empezó una nueva carrera como boxeador, afición que ya le conocían sus compañeros de la Armada cuando estuvo como voluntario en Ferrol antes de ser expulsado por consumir drogas. Su carrera pugilística parecía prometedora y ya le había llevado a combatir en varios países de América Central. Pero El Terrible Sosa acabó en la lona por un golpe de su pasado como Makelele. Ayer fue puesto a disposición de un juzgado de Madrid para que ordene su ingreso en la cárcel.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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