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Arturo Fernández pierde el comedor del Teatro Real al que debe 250.000 euros

El empresario debe dos nóminas a una veintena de empleados despedidos

Restaurante del Teatro Real de Madrid.
Restaurante del Teatro Real de Madrid.nevio doz

El imperio hostelero de Arturo Fernández se desinfla conforme pasan los días. La empresa, que en sus mejores momentos ha dado de comer al Congreso, ministerios, AENA, el Club de Campo Municipal, hospitales, colegios y hasta la Cámara de Comercio que él preside, ha perdido en menos de un año la mayoría de sus bastiones. Alrededor de la misma fecha en la que renunció a la concesión de la cafetería de la Asamblea de Madrid, a finales de junio, el Grupo Cantoblanco, el pleno proceso de restructuración, se ha desprendido también del restaurante del Teatro Real, con el que ha contraido una deuda de 250.000 euros, según fuentes del grupo.

El restaurante tenía pérdidas anuales que rondaban los 200.000 euros

“El Real quería cerrar el restaurante para remodelar la cocina y nosotros no podíamos seguir manteniendo un sitio con unas pérdidas anuales que rondaban los 200.000 euros, así que de común acuerdo hemos decidido dejar la concesión”, afirma un portavoz de Cantoblanco, que asegura que “la relación con el teatro sigue siendo estupenda”. Ya se ha abierto el concurso para conceder los servicios de catering durante los entreactos y la cantina donde comen los empleados, pero el restaurante permanecerá cerrado, lo que ha creado inquietud entre los 20 empleados que desconocen de momento su futuro profesional.

El representante del colectivo de trabajadores del restaurante garantiza que les deben “las nóminas de junio, julio, la paga extra de verano y días acumulados, además del finiquito”, por lo que han denunciado tanto al Teatro Real como a la empresa del presidente de la patronal madrileña, cuyo portavoz asegura que la mayoría de los empleados volverán a sus puestos en septiembre, con la nueva concesión. “14 están asegurados, y la situación del resto se está valorando”, sostiene la misma fuente.

La empresa, cuyo origen se remonta a 1898, cuando el abuelo de Fernández creó la Armería Arturo y el Club de tiro Cantoblanco, “ha pasado etapas mejores, peores y la de 2013”, como dijo el propio presidente de la patronal madrileña en mayo, cuando abandonó la presidencia ejecutiva en favor de Antonio Arepas, un abogado especializado en restructuraciones empresariales.

La nueva contrata del Real ha
salido ya a concurso público
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La debacle comenzó con la pérdida de la concesión del Congreso en octubre del año pasado, un servicio que gestionaba desde 1996, acusado de pagar en dinero negro a sus trabajadores. Fernández acumula una deuda millonaria con la Seguridad Social y con la Agencia Tributaria. La primera ascendía en diciembre a 1,6 millones de euros. En noviembre, la Agencia Tributaria remitió una diligencia al Congreso para recuperar un pago pendiente de 416.865 euros. Ese mismo mes, Feria de Madrid (controlada por la Comunidad y el Ayuntamiento) rescindió su contrato con Fernández por otra deuda de 1,27 millones. El Club de Campo (controlado por el Ayuntamiento), al que debía 300.000 euros, se unió a la lista en junio. Y en el mes de julio se ha rematado la precaria situación de uno de los principales grupos hosteleros. Ha dejado de trabajar en el hospital Infanta Leonor, La Universidad Europea de Madrid y el CaixaForum, además del citado parlamento regional. Fuentes del grupo empresarial aseguran que se ha pagado el 80% de las nóminas de los empleados despedidos y que han “trasladado a más de 600 a las nuevas contratas”.

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