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Las lluvias y las bajas temperaturas del mes de julio perjudican al turismo

Los españoles son los que más cancelan las reservas y los extranjeros se adaptan

Una playa catalana con bandera roja.
Una playa catalana con bandera roja.Joan Sánchez

Hoteles, restaurantes, casas rurales, heladerías, inmobiliarias, bares y, en general, todo el sector turístico, han trabajado menos este mes de julio. El ambiente fresco y los días grises y lluviosos han caracterizado el inicio de verano. Las previsiones para agosto, el mes vacacional por excelencia, se esperan también ligeramente inferiores al año pasado. Las reservas de última hora podrían estar vinculadas al azar de las inclemencias meteorológicas.

La ocupación en la costa Dorada no ha llegado al 90% en julio, un punto por debajo del año pasado. La bajada de precios ha salvado la primera fase de la campaña y se espera que también agosto. En 2013 la ocupación durante este mes llegó al 93%.

La portavoz de la Asociación Hotelera de la costa Dorada, Teresa Clavé, asegura que el tiempo es la causa de las anulaciones pero sólo en turistas nacionales, que realizan escapadas de tres o cuatro días, pero que pueden modificar los planes según la previsión meteorológica. Los turistas internacionales se adaptan al tiempo que haga, afirma Clavé. Y buscan alternativas. Por ejemplo, los hoteles de Tarragona ofrecen planes a los turistas, la mayoría rusos, como visitar ciudades próximas, como Reus. “Muchos de los turistas vienen con información de la ciudad en su idioma y saben costumbres tan nuestras como la de hacer el vermut”, explica Juan, camarero en un bar del centro de la capital del Baix Camp.

Reus apuesta fuerte por la ruta del modernismo, pero también por la gastronomía y los restos romanos como principales polos de atracción turística. Los turistas son “buenos compradores” explica Estela, responsable de una tienda de complementos del centro de Reus. Y, aunque “ha cambiado el perfil y nivel económico” de estos viajeros, asegura que los días nublados es cuando se puede hacer más caja gracias a sus compras.

En la costa Brava también han notado un fuerte descenso del turismo. “Este mes de julio no ha sido malo, ha sido lamentable”, asegura Genís Pinart, propietario de la heladería Dino de El Port de la Selva (Alt Empordà). Después de casi tres décadas sirviendo helados y crepes a turistas y vecinos, asegura que ha tenido el peor año en ventas, con días de pérdidas de entre un 30 y un 40%. “Las tardes que ha llovido la gente ha tenido que salir a toda prisa de las playa y con las bajas temperaturas y el fuerte viento de tramontana ya no les ha apetecido salir después de cenar”, mantiene Pinart. La primera quincena de julio tuvo que modificar los horarios laborables para dar fiesta a sus dos trabajadoras en días alternos y atrasar el horario de apertura de las 12 a las 15 porque, según dice, “no había ni un alma”.

Este julio ha sido el más frío de los últimos catorce años y el más lluvioso en algunas zonas de la Costa Brava desde 1967. Las inmobiliarias del Cap de Creus han sufrido también un importante descenso de clientes. Y especialmente los franceses, los más abundantes por esta zona, pero que también se ven afectados por la crisis. Los galos son a Girona, lo que los rusos a Tarragona. Sin embargo, ahora se ha detectado que salen y gastan menos porque “les han empezado a aplicar todo tipo de recortes”, asegura Antoni Escudero, presidente de la Federación de Hostelería de Girona.

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