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LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cuando Pàmies es Montalbán

La concesión del premio es un acto de justicia personal y mérito profesional

Ramon Besa
Sergi Pàmies, tras recibir el premio Vázquez Montalbán.
Sergi Pàmies, tras recibir el premio Vázquez Montalbán.consuelo bautista

Me imagino ahora mismo a Sergi Pàmies con el último libro de Alex Bellos para entender mejor a Brasil y poder escribir con conocimiento de causa sobre la Copa del Mundo. No concibe un artículo sin una lectura previa especializada y una buena documentación, garantía de una rigurosa praxis periodística y, al mismo tiempo, el ritual que se supone al buen contador de historias, de manera que quizá estaríamos ante la versión más fidedigna de lo que se entiende por un periodista-escritor. La mayoría de sus textos son amenos, divulgativos y pedagógicos porque se entienden bien y son fáciles de explicar, funcionan estupendamente como cita en una tertulia, reunión o seminario.

No fue casualidad que Vázquez Montalbán delegara en Pàmies cuando ambos coincidieron en EL PAÍS. La obra de Sergi se ha ido extendiendo desde entonces con tanta energía, calidad y volumen que la concesión del premio creado a partir de la muerte de Manolo es un acto de justicia personal y mérito profesional hacia el ahora colaborador de La Vanguardia, Rac1 y 8TV. Pàmies toca muchos géneros, y todos de manera afinada, al punto que en una misma edición del diario pueden aparecer hasta tres artículos suyos para después rematar la jornada con una intervención irónica en la televisión y divertida en la radio, dada su facilidad para la oratoria y su gestualidad tan expresiva.

Nunca trabajó para una sección sino que siempre fue un periodista de diario que necesita compartir la temática con los redactores y discutir la opinión con los jefes para poder defender la cabecera con los lectores, sin que la complicidad signifique rendición sino un vínculo hasta cierto punto emocional. Pàmies mejora a sus compañeros de trabajo por su vocación enciclopédica y por una capacidad crítica no siempre entendible, ni en la competencia ni en sus propios medios, por una supuesta necesidad de compensar el tono global cuando decae en sectarismo o por un carácter tan exigente y disciplinario que a algunos les puede parecer hasta maniático.

Muchos de nosotros le guardamos un respeto reverencial por los buenos ratos vividos y la faena bien hecha, sobre todo en deportes, un espacio en el que se juntaron su Consultorio del Doctor Culé, las Aventuras del Capità Puig con Guillem Martínez y la tira de la jornada de Jordi Clapés. Opinadores como Enrique Vila-Matas o Jordi Soler escribían al día y a la misma hora que cronistas admirables del estilo de Enric González. Pàmies se desvivía igual por las figuras que por los jóvenes talentos que cazaba al vuelo como Justin Webster. Y apostaba por Empar Moliner y Daniel Vázquez Sallés. A su alrededor, bendecidos por Maese Fancelli, fuimos muy felices en los deportes de EL PAÍS.

Robert Álvarez sostiene que Pàmies es un intelectual de infantería, por querer estar junto a la noticia e indagar antes de juzgar, y elogia su sagacidad, rigurosidad, escepticismo y carácter intrépido. "Las convicciones de Sergi, hombre culto e inteligente, son tan fuertes y sólidas como su carácter", reitera Álvarez, para después subrayar su condición de "agitador cultural de categoría: sus consejos son desacomplejados y matizados con observaciones agudas, argumentadas y con un gran sentido del humor". Sergi y Robert comparten una misma virtud: ser muy organizados no les impide saber improvisar un texto en un santiamén y solucionar el problema generado por la dichosa máquina de encargar.

Igualmente se le añora en Cultura por sus artículos y por sus crónicas en Cataluña. A Jacinto Antón le asombra la precisión de Pàmies, su facilidad para emocionar, siendo "un maestro de la exactitud, la contención y la economía de medios". "Cuando lees a Sergi te entra un sudor frío por lo bien que escribe y porque sus ideas son redondas e inapelables. Un día contaba los minutos que se tardaba en cruzar un paso de peatones y al otro medía el ancho de las aceras de Gràcia para después contarlo de manera genial" insiste Jacinto. "Yo diría que en el fondo es un sentimental que somete las emociones a un orden implacable, y me remito a la manera que habla sobre la de la caducidad del amor".

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Un día Pàmies observó científicamente como un entomólogo a Antón y le definió con dos palabras: húsar y aeroplano. Sergi se llevaba muy bien con Jacinto y con Tomàs Delclós, con quien compartió crítica televisiva. "Los escritos de Pàmies sobre televisión te ayudan a mirarla", cuenta Tomàs. "No necesita demostrar ninguna superioridad intelectual sino que utiliza su capacidad de análisis y de ligar referencias imprevisibles para desmontar, tanto el aspecto elogioso como criticable, aquello que vio sin necesidad de refugiarse en adjetivos pirotécnicos que no se justifican y con los que el lector solo sabe si a aquel señor le ha gustado o no el programa pero no porqué".

Delclós reitera: "A Sergi le gusta la tele, aunque no le gusten muchos programas, y cuando describe sus trampas deja libre al espectador, no le reprocha que los sea. Es un telespectador de raza, muy sabio, nada previsible en los argumentos. Y, además, en las cosas que le llaman la atención te hacer ver lo que no has visto". Tomàs, Fancelli, Jacinto, Robert, quien trataba con Pàmies agradecía especialmente que entregara los originales con puntualidad, ajustados al espacio y que no precisaban de retoque alguno, siempre impecables. Nunca le dio un ataque de importancia y cuando hablaba sobre lo escrito soltaba mil argumentos no utilizados en el texto, señal de buen periodista.

A Sergi no le costó cumplir el encargo de Manolo o al menos por parte nuestra solo advertimos las muchas cosas en que se parecían, incluso su empeño en provocar una sonrisa, una cosa tan difícil como poco académica. Nada puede resultar más razonable por tanto que Pàmies sea el ganador del Vázquez Montalbán y por extensión que los excompañeros de EL PAÍS lo celebremos recordando los viejos tiempos, jornadas en que pensábamos que con uno de los dos haríamos una gran sección y que con ambos tendríamos el mejor diario. Felicidades, Sergi . No me perderé la próxima nota sobre el Brasil de Álex Bellos.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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