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Las urbes se tiñen de rojo

Los populares perderían todas las ciudades en unas municipales

Xosé Hermida

Las elecciones europeas han deparado un espectacular vuelco hacia la izquierda en Galicia, con una incidencia muy acusada en las zonas metropolitanas. Nunca en los 35 años de democracia las ciudades gallegas se habían despertado tan teñidas de rojo tras una cita con las urnas. Si se toman los resultados de las siete principales urbes, la suma de las tres fuerzas que se sitúan en posiciones de izquierda rupturista, AGE, Podemos y BNG, supera ampliamente al PSdeG, con 31.000 votos más, y hasta al propio PP, al que aventajan en 8.000 sufragios. Incluso dejando fuera a los nacionalistas del Bloque, AGE y Podemos han logrado conjuntamente 5.000 votos más que los socialistas en las mayores ciudades de Galicia. La situación se reproduce en las áreas metropolitanas, en municipios pegados a las urbes como Narón, Fene, Arteixo, Culleredo, Ames, Teo, Barbadás o Redondela, así como en ayuntamientos de la envergadura de Vilagarcía de Arousa o Cangas do Morrazo.

 A falta de un análisis más a fondo de los expertos, los datos electorales invitan a pensar que esta vez el grueso de la abstención proviene del electorado conservador y urbano. El PP pierde 125.000 votos y la friolera de 14 puntos porcentuales desde 2009. Y aunque la participación el pasado domingo se mantuvo en índices similares a los de hace cinco años, esa sangría del PP apenas beneficia a las fuerzas que parecían en mejores condiciones para competir en su campo ideológico. UPyD cosecha apenas 20.000 votos más, mientras que dos formaciones de nuevo cuño, Ciudadanos y Vox, suman 24.000 sufragios, muy lejos de las sensibles pérdidas padecidas por los populares.

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La del domingo fue la primera noche electoral que Alberto Núñez Feijóo vivió con una cierta amargura. El PP gallego, que ayer reunió a su comité de dirección, se esfuerza en señalar los males ajenos, sobre todo la fuerte caída del PSdeG, y el diferencial que aún mantiene con los populares en el conjunto de España, nueve puntos más. “El PP gallego tiene mejor resultado que el PP, y el PSdeG, peor que el PSOE”, resaltó su secretario general, Alfonso Rueda.

Pero a pesar de su holgado triunfo, el 35% de los votos que los populares recogieron el pasado domingo marca uno de sus mínimos históricos en Galicia. Donde más preocupante para Feijóo resultó el comportamiento del electorado fue en las áreas urbanas de la comunidad. De las siete mayores ciudades, el PP solo supera el 30% en Lugo y Ourense. Y en las dos más populosas, Vigo y A Coruña, sufre reveses muy dolorosos: un 25,47% en la capital del sur y un 26,89% en la del norte. Extrapolar estos resultados a unas elecciones municipales resultaría muy aventurado, pero el ejercicio sirve para reseñar la magnitud de su retroceso el pasado domingo: con los apoyos de estas europeas, el partido de Feijóo no gobernaría en ninguna de las ciudades ni en la mayoría de localidades de las zonas metropolitanas.

Por mucho que hayan cambiado las cosas en los últimos años y Feijóo lograse incrementar la penetración de su partido en las zonas urbanas, su base electoral más firme sigue estando en el medio rural. No hay más que ver los resultados por provincias. Mientras en las dos circunscripciones más pobladas —A Coruña y Pontevedra— se queda en el 32%, en Lugo sube hasta el 42% y en Ourense rebasa el 44%.

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Pese al mensaje optimista tras el comité de dirección del PP, Rueda ya anticipó que el partido “toma nota” de los resultados y reconoció que “debe reflexionar”. Y los populares, que apenas habían reaccionado en los últimos meses a los escándalos de corrupción que sacuden a varios ayuntamientos que gobiernan, movieron ficha de inmediato. A última hora de ayer, el concejal de Deportes de Santiago, Adrián Varela, imputado en el caso Pokémon, anunció su dimisión “para no dañar la imagen de la ciudad”. Varela había provocado indirectamente que siete compañeros suyos se sentasen en el banquillo en plena campaña, acusados de prevaricación por acordar en su día que el Ayuntamiento costease los gastos de defensa del ahora dimitido edil.

Santiago fue uno de los grandes desastres del PP el pasado domingo. Con casi todo el gobierno municipal imputado, incluido el actual alcalde, Ángel Currás, la dirección de los populares gallegos adoptó una actitud pasiva. Y el castigo en las urnas de los compostelanos ha sido monumental: los de Feijóo pierden más de 20 puntos respecto a 2009 y se quedan en el 29%. Los socialistas, también salpicados por las investigaciones del caso Pokémon en su etapa al frente del ejecutivo local, sufren otra debacle en la capital de Galicia. Pierden 13 puntos y caen hasta un 17,87%, con AGE (15,59%) pisándole los talones. En Ourense y Lugo, cuyos alcaldes, ambos socialistas, están también imputados en el caso Pokémon, las pérdidas del partido que lidera José Ramón Gómez Besteiro son similares a las del conjunto de Galicia. En cambio, en otros municipios sacudidos por graves escándalos de corrupción, como Barbadás (Ourense) y Porriño (Pontevedra), con alcaldes del PP, los populares caen 20 puntos en ambos casos.

Los resultados de los socialistas resultan mucho más uniformes en toda Galicia y sus pérdidas son similares a las del PP, unos 14 puntos. Pero el viento que sopla desde su flanco izquierdo ha afectado en mayor medida al partido que lidera Besteiro en sus feudos clásicos. La tradición en todos los años de democracia situaba la fortaleza del PSdeG en las dos provincias atlánticas, sobre todo A Coruña. Esta tendencia ya empezó a romperse en las últimas elecciones municipales y autonómicas y se confirmó el pasado domingo. Los socialistas —que resaltan su pequeño avance de un punto respecto a las autonómicas— logran mejores resultados en las provincias de Lugo y Ourense (23%) que en las de A Coruña y Pontevedra (21%). Esta cierta ruralización del voto también alcanza de alguna manera al BNG. Excepto en Pontevedra y Santiago, los nacionalistas tienen en las demás ciudades resultados por debajo del 7,90% que alcanzaron en el conjunto de Galicia.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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