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Madrid limitará la velocidad en algunas vías de acceso a 50 kilómetros por hora

El tope en autovía urbana será 80 En la M-30 podría cambiar según la polución

El Ayuntamiento de Madrid planea reducir el límite máximo de velocidad en las principales vías de acceso a la almendra central para reducir la contaminación y la siniestralidad, y aliviar la congestión de tráfico en la capital.

El Plan de Movilidad Urbana —fruto de dos años de trabajo del gobierno municipal de Ana Botella (PP) junto a la oposición, los agentes sociales y las organizaciones y empresas del sector— subraya que “existen muchas vías que penetran hasta el centro sin desprenderse de su consideración de carretera, y se convierten en barreras muchas veces infranqueables”. Para “adecuarlas al entorno urbano”, el plan municipal propone “reducir los límites máximos entre 80 y 50 kilómetros” en siete tramos de sendas autovías.

Tramos que verán reducida su velocidad máxima permitida
Tramos que verán reducida su velocidad máxima permitida

La velocidad máxima se revisará en la A-1, del kilómetro 12 al cruce con la M-30; en la A-2, del kilómetro 5,900 a la calle de Francisco Silvela; en la A-3, del kilómetro 3,800 a la calle Doctor Esquerdo; en la A-4, del kilómetro 5,120 al cruce con la M-30; en la A-42, del kilómetro 4 a la M-30; en la A-5, del kilómetro 10, a la altura de la M-40, hasta el cruce con la M-30; y en la A-6, del kilómetro 7,500, poco antes del cruce con la M-30, hasta el arco de la Victoria.

El plan de movilidad remarca que estas “carreteras urbanas” suponen tan solo un 12% de los 3.000 kilómetros de red viaria de Madrid, pero concentran la mitad del tráfico, con una densidad de más de 40.000 vehículos al día y “un tratamiento inadecuado de la movilidad de peatones, transporte público, bici y, por supuesto, coche”. Son además donde mayor margen de actuación existe para recortar el uso del vehículo privado. Dentro de la almendra y en los trayectos entre el centro y el exterior de la M-30, el coche sólo suma 25% de desplazamientos motorizados, frente al 75% del transporte público. En el exterior de la M-30, sube al 47%, y en los trayectos entre la capital y los municipios limítrofes llega al 55%.

El Ayuntamiento estudiará en los próximos meses también la implantación de “un sistema de velocidad variable” en la M-30, “en función de la intensidad del tráfico y de los niveles de contaminación”. El plan de movilidad adelanta que se aumentarán los radares fijos (ahora hay 25) en toda la ciudad y los semáforos que detectan quién se los salta en rojo.

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El objetivo de estas medidas, junto a las adelantadas ayer por EL PAÍS, es reducir el peso del vehículo particular en los desplazamientos, desterrar los coches del centro y cumplir el límite legal de contaminación de la UE.

La oposición, entre la cautela y el escepticismo

El Plan de Movilidad adelantado por EL PAÍS es fruto de dos años de trabajo del área de Medio Ambiente, que ahora dirige Diego Sanjuanbenito (PP), con oposición, sindicatos y patronal, vecinos, organizaciones, etcétera. El texto parte de las aportaciones de todos pero ha sido elaborado por el Ayuntamiento y despierta críticas y cautela en PSM, IU y UPyD.

El Grupo Municipal Socialista, que dirige Jaime Lissavetzky, ha censurado varias veces su inconcreción, tanto en lo que se refiere a presupuesto (en el documento figura un gasto de 530 millones entre 2014 y 2020, dividido en cuatro áreas generales y año a año) y a la fecha de inicio de cada medida. Los socialistas señalan que al menos un tercio de las medidas coincide con sus propuestas (desde el fomento de la movilidad peatonal a la implicación del sector privado, pasando por la promoción del transporte público, bicis y energías limpias), pero lamentan que se orillen otras propuestas, como la reconversión de aparcamientos de rotación en plazas para residentes. “No obstante, la dirección del trabajo nos parece positiva, aunque luego la experiencia nos diga que el PP actuará como le parezca al margen de este plan”, añade Lissavetzky.

La concejal Raquel López (IU) cree que el plan “tendría que haberse puesto en marcha hace años” para “prevenir y mejorar” la contaminación, cuando la alcaldesa, Ana Botella “negaba por activa y pasiva este problema pese a las evidencias”. “Esperemos que el documento recoja las iniciativas que IU lleva dos legislaturas proponiendo”, añade López, que exige “una política seria y prioritaria por la mala calidad del aire”.

El concejal Jaime Berenguer (UPyD) se muestra a favor de las iniciativas que benefician al peatón y limitan el uso del vehículo privado en toda la ciudad. Pero recuerda que la UE ya “ha sacado los colores a Madrid varias veces por la contaminación”, y encuentra “motivos de crítica” en el plan: “Hay cierto abuso de marketing político, y una clara contradicción entre su espíritu (desincentivar el uso del coche) y la reciente ampliación del horario de parquímetros”. Tal y como señala también Lissavetzky, el límite acaba de pasar de dos a cuatro horas.

“No aceptaremos chapuzas”, recalca, en relación con las áreas de prioridad residencial. Y concluye: “La experiencia nos hace ser escépticos con los planes del PP”.

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