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Retorno a los orígenes de 1929

Una instalación de Jordi Bernadó elimina las puertas del Pabellón Mies van der Rohe de Barcelona

José Ángel Montañés
Jordi Bernadó junto a las puertas eliminadas del edificio Mies van der Rohe de Barcelona
Jordi Bernadó junto a las puertas eliminadas del edificio Mies van der Rohe de Barcelonaconsuelo bautista

El artista y activista chino Ai Weiwei llenó de café y leche los dos estanques del edificio racionalista construido por el arquitecto Mies van der Rohe para representar a Alemania en la exposición internacional de Barcelona de 1929; la arquitecta Kazuyo Sejima colocó cortinas transparentes; el artista plástico Antoni Muntadas inundó el edificio de olor a papel y humedad, y el año pasado, el arquitecto Andrés Jaque lo puso literalmente patas arriba sacando del sótano todo lo que conserva, desde los materiales de limpieza que se usan a diario para su mantenimiento a los trastos inservibles acumulados desde 1986, año en el que inauguró su reconstrucción.

Este año, el encargo realizado por la Fundación Mies van der Rohe de crear una intervención partiendo del propio edificio, ha recaído en el fotógrafo Jordi Bernadó (Lleida, 1966) que ha optado por una acción menos agresiva. O no, ya que el artista ha eliminado las dos puertas de acceso, tras observar que el propio van der Rohe fotografió su edificio en 1929 sin ellas. Pabellón Mies van der Rohe. Segunda reconstrucción, consiste en desmontar, desplazar y situar las puertas fuera del edificio, una acción que enriquece esta construcción, un auténtico hito de la historia de la arquitectura moderna, que no deja de sorprendernos por sus nuevas lecturas. Entre otras cosas, eliminando las barreras de acceso, es difícil saber dónde está el límite entre los espacios interiores y los exteriores del edificio.

El edificio recuperará sus puertas a partir del  próximo 21 de abril

“Reivindico la mirada del fotógrafo y su capacidad de observación”, explica Bernadó delante de las puertas colocadas junto a uno de los muros exteriores de mármol travertino, el lugar en el que estarán hasta el 21 de abril. “El arquitecto alemán entendía su construcción no como un edificio, sino como un pabellón de representación efímero, cuyo máximo valor era representar una idea. Sabía que desaparecería al acabar la exposición de Barcelona y que lo que se conservaría sería una evocación y sus imágenes, no el objeto. Es significativo que lo fotografiara sin puertas”, explica Bernadó, para el que la fotografía no solo es la acción de “crear imágenes sino también un acto intelectual, donde mirar esté conectado con el hecho de pensar”.

Para el fotógrafo, en el espacio creado por van der Rohe como ideal del progreso y aperturismo de Alemania tras la Primera Guerra Mundial sólo está lo imprescindible: “Son espacios puros y vacíos donde lo que hay es esencial, solo las dos butacas del modelo Barcelona, para que se sentaran los reyes y nada más. Incluso la bandera alemana la creó a partir de la cortina encarnada, una alfombra negra y la piedra amarilla”, en referencia al ónice dorado traído desde el Atlas africano.

Por su parte, la directora de la fundación, Giovanna Carnevali, resaltó que la realidad no siempre es lo que parece y la capacidad de observar y de “ver más allá de Bernadó y de leer la letra pequeña”. Para ella, se trata de “una intervención mínima, pero radical que pone orden en la complejidad, como defendía Mies”, resaltó esta arquitecta italiana.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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