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Las mujeres gitanas se revuelven

Una hija de la última víctima de violencia machista en Galicia recaba apoyos políticos para abrir oficinas por la igualdad

Sinaí Jiménez junto a la presidenta del Parlamento
Sinaí Jiménez junto a la presidenta del Parlamento ÓSCAR CORRAL

“No es más guapo y más sexy el que mejor viste, sino el que más personalidad tiene. Ese es el que al final tiene éxito”, contesta enigmático Sinaí Jiménez cuando se le pregunta si la integración entre gitanos y payos y la igualdad de las mujeres calés son algo factible o solo una quimera. El secretario general de la Federación Sociedad Gitana en Galicia salía ayer por la tarde del Parlamento con un puñado de buenas palabras, que no es mucho, en el bolsillo. Él y María Jiménez, hija de Lupe, última víctima de violencia machista en Galicia, acababan de reunirse con la presidenta de la Cámara, Pilar Rojo, para presentarle la recién nacida Asociación de Mujeres Gitanas y su proyecto para crear una red de oficinas de “asistencia integral” en pro de la igualdad.

Hoy, de nuevo, les toca cita institucional con Alfonso Rueda. Y será la segunda vez que el vicepresidente de la Xunta los reciba desde que la mujer nacida en Vilaboa murió acuchillada supuestamente a manos de su marido en febrero. La agenda política de Sinaí Jiménez, desde aquel fatídico día, no da tregua. Del delegado del Gobierno al fiscal jefe, pasando por “todos los grupos parlamentarios”. Este hombre que tiene a gala ser tataranieto de “don Paulo, primer rey de los gitanos de Galicia”, no será el más sexy ni el más guapo, pero hay unos cuantos cargos payos que últimamente han querido hacerse la foto con él.

Bajo el paraguas de Sinaí, María Jiménez, a la que han empezado a llamar entre los de su etnia “la hija coraje”, se ha convertido en portavoz del nuevo colectivo de mujeres gitanas, que forma parte de la Federación. Su objetivo, con estas reuniones, es recabar apoyo económico para tejer una red de oficinas por la integración femenina de su raza como camino para la efectiva inserción de los gitanos en la sociedad. “Cada vez, desde que murió mi madre, estoy mejor de ánimo”, comenta. “Esta responsabilidad me ayuda, tengo mucho empeño. Si hubiera habido antes centros así donde se informase a las gitanas, mi madre no estaría muerta”.

No hay dinero, por ahora. Pero María y Sinaí, que comparten apellido como miles de los de su raza, avanzan que optarán a todas las subvenciones posibles y que se abrirán cinco oficinas en áreas con mucha población calé (Vigo, A Coruña, Santiago, Pontevedra y Ferrol). Con los Ayuntamientos de Lugo y Ourense, por su parte, se negociará “algún tipo de colaboración”. “Contrataremos trabajadores sociales payos y recibirán una formación específica”, describe Sinaí, “pero, en primera instancia, en los problemas entre matrimonios mediarán consejos de ancianos mixtos, de hombres y mujeres, que van a estar disponibles para cada una de estas oficinas”. “En Ourense y Lugo”, donde vivían (antes de huir ella) Lupe y su esposo, José Luis Cortiñas, “los consejos serán itinerantes”.

Si un problema está muy enquistado, “entonces tendrá que mediar un gitano de respeto, que está por encima del consejo”. Este cargo de honor de la ley gitana no solo lo ostentan hombres, recalca Sinaí: “A las gitanas de respeto las llamamos tías”. Jiménez rechaza la idea de estar creando una red paralela a las que ya existen en la sociedad para la integración y contra la violencia. “Esta es la mejor manera porque los gitanos tenemos nuestra cultura; lo malo de ella lo vamos tirando y nos quedamos con lo bueno. Creemos firmemente en nuestro proyecto”.

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