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Comunidad y Ayuntamiento rechazan quedarse el Albéniz a precio de saldo

El teatro se subastó y se lo adjudicó Kutxabank por cinco millones, la mitad de su valor asignado El actor Santiago Segura presentó una oferta pero la retiró en el último segundo Las administraciones tenían derecho de tanteo IU: “No deberían dejar escapar un lugar emblemático y menos a ese coste”

El teatro Albéniz, ubicado en la calle de la Paz, en febrero.
El teatro Albéniz, ubicado en la calle de la Paz, en febrero.SAMUEL SÁNCHEZ

La Comunidad de Madrid (PP) y el Ayuntamiento de la capital (PP) han rechazado quedarse con el teatro Albéniz a precio de saldo. Ambas administraciones han renunciado a ejercer el derecho de tanteo para adquirir el edificio por cinco millones de euros, el precio de remate de la subasta judicial celebrada en enero. Esa cantidad es prácticamente la mitad de su valor adjudicado y está muy por debajo del coste de mercado de otras propiedades de similares características.

El teatro, que está en trámites de convertirse en bien de interés cultural, languidece desde su cierre hace cinco años. Ahora que Comunidad y Ayuntamiento han rechazado rescatarlo, el único postor en la subasta, Kutxabank, se lo quedará definitivamente. Su intención es colocarlo de nuevo en el mercado. Pero no lo tendrá fácil: nadie quiere el Albéniz.

“Con el nuevo teatro inaugurado anoche, Madrid cuenta con un local de los más suntuosos, verdadero templo del espectáculo, que puede rivalizar con los más modernos de Europa”. Así describía el diario Abc —junto a una publicidad de Sederías Carretas y Galerías Preciados— la apertura de la sala el sábado 31 de marzo de 1945. El edificio se alza sobre un solar de 1.406 metros cuadrados en los números 11 y 13 de la calle de la Paz, a pocos metros de la Puerta del Sol. Su lugar lo ocupaba desde 1780 la Imprenta Real. En 1867, se convirtió en Casa de Correo y Telégrafos. Tras el traslado de esta en 1918 al Palacio de Comunicación, en la plaza de Cibeles, la empresa Poymar proyectó convertir el edificio (derribado parcialmente) en un teatro con 1.750 butacas. Pero la magnitud del proyecto se llevó por delante a la empresa, y el inmueble fue adquirido por Maximino Moro tras la Guerra Civil. Moro construyó el teatro —que en 1954 convirtió en cine— y lo bautizó Albéniz. Pero la empresa que había fundado en 1934, Moro SA, sucumbió en 2011, tras perder 17,6 millones. Entró en concurso de acreedores y el 5 de junio de 2012 se aprobó su plan de liquidación.

Para entonces, en teatro llevaba ya más de tres años cerrado. Sus arcos de entrada fueron tapiados el 3 de enero de 2009, apenas dos semanas después de su última función y cuando se iba a cumplir precisamente un siglo de la muerte del compositor y pianista que le dio nombre. Sus dueños habían tratado (en vano) de venderlo para salvar la empresa por cerca de 10 millones de euros. Se conjeturó con que se convirtiera en un centro comercial o en pisos de lujo. El Ayuntamiento, gobernado entonces por Alberto Ruiz-Gallardón (PP) —sobrino nieto de Albéniz—, impulsó un proyecto para mantener su uso teatral. Pero todo quedó en nada.

Dentro del plan de liquidación, se programó la venta del inmueble al mejor postor por un periodo de cuatro meses. Nadie lo quiso. En una segunda fase, negociada durante dos meses, se intentó entregar en dación de pago de la hipoteca que pesaba sobre él. Sin éxito. De forma que, finalmente, se procedió a la subasta judicial. Según el decreto de 30 de enero de 2014 del juzgado de lo mercantil número 8 de Madrid, se valoró en 9.118.000 millones de euros. Hubo dos ofertas, pero una se retiró sin abrir. Se lo quedó Kutxabank por cinco millones. Por ese remate de saldo se ofreció entonces a Comunidad y Ayuntamiento, en virtud de su derecho de tanteo. Pero no lo han querido.

La subasta del teatro Albéniz tuvo lugar el día 30 de enero. Concurrieron dos licitadores: Neinor Ibérica Inversiones, de Kutxabank; y You Show, SL, constituida el 7 de enero con el cineasta Santiago Segura y el productor Luis Álvarez como administradores. El agente judicial avisó antes de la subasta de que la Comunidad había incoado en febrero de 2013 un expediente para declararlo Bien de Interés Cultural.

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La Comunidad había rechazado previamente proteger el inmueble al considerar que carecía de valor arquitectónico. Pero la Plataforma de Ayuda al Teatro Albéniz interpuso un recurso para que se blindara por su riqueza cultural, y el Tribunal Superior de Justicia le dio la razón en 2011. El Gobierno regional acató la sentencia, pero los propietarios recurrieron al Tribunal Supremo, que en diciembre de 2012 desestimó sus alegaciones al considerar que “reúne indicios sólidos para poder ser calificado como de una singularidad cultural y artística dentro de los teatros de la Comunidad”. De confirmarse el blindaje (la sentencia obliga a tramitar el expediente, no a aprobarlo), dificultaría sobremanera dar otro uso al edificio; el resultado se conocerá antes de julio, según los plazos judiciales.

Nada más iniciarse la subasta, You Show, SL, retiró su oferta. Así, elteatro fue adjudicado, libre de cargas, a Kutxabank. El decreto que informaba del remate fue publicado de forma incompleta por “un error informático”, que el juzgado subsanó el 10 de febrero. Se comunicó entonces a la Comunidad su derecho de tanteo, haciéndolo extensible “subsidiariamente” al Ayuntamiento. Ambos tenían dos meses de plazo para ejercerlo “para sí o en beneficio de otras instituciones públicas o entidades privadas sin ánimo de lucro”. Ambos han renunciado a hacerlo, según confirmaron a EL PAÍS.

El líder municipal de IU, Ángel Pérez, cree que “no deberían dejar escapar un teatro que durante años fue emblemático en la ciudad y, menos a un precio como el fijado”. “Está claro que la prioridad absoluta es pagar deuda a los bancos aun a costa de no pagar ninguna de las muchas que se tienen contraídas con los ciudadanos, ya sea en cultura, servicios sociales, deportivos o de cualquier otro tipo”, añade.

La Comunidad rechaza quedarse el Albéniz porque, según fuentes regionales, ya tiene, entre otros, los Teatros del Canal. Solo la fiesta de inauguración de aquellas salas costó 1,2 millones. Era 2008, y el Albeniz estaba a punto de morir.

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