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Juego de patronos

El duelo entre Arturo Fernández e Hilario Alfaro pone en cuestión la estrecha relación del actual presidente con la Comunidad

Fernández (a la izquierda) y Alfaro, en un acto en 2013.
Fernández (a la izquierda) y Alfaro, en un acto en 2013.

“Nosotros estamos acostumbrados a las luchas fratricidas, a las puñaladas internas, externas y mediopensionistas. Ellos no. Es la primera vez que hay dos candidatos a presidir la patronal y está todo el mundo absolutamente callado. No se moja ni el tato. No están acostumbrados y no saben qué hacer, hacia dónde mirar. Arturo Fernández me preguntó cómo lo veía y le tuve que decir que no tenía claro que fuera a ganar”.

Pocos conocen mejor a un empresario que un sindicalista. José Ricardo Martínez lidera UGT en Madrid desde hace 18 años. En 2013 fue reelegido como secretario general tras derrotar al que había sido su mano derecha durante todo ese tiempo, que le desafió por sorpresa, dejándole en un estado de “quiebra afectiva”. Ahora contempla las elecciones en la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM), organización empresarial que sirve como grupo de presión ante el poder político, gestiona fondos públicos de formación laboral y asesora a los empresarios legalmente y en inversiones internacionales.

Las elecciones se celebran el 24 de marzo y cuentan con dos candidatos por primera vez en sus 36 años de historia, con la certeza de que “ninguno de los dos sería bueno”, según Martínez. “Las posturas de la patronal son maximalistas y no las van a mover. Defiende un modelo neoliberal y tiene el respaldo de un Gobierno regional muy proclive a su postura”, cree.

Puede que ambos candidatos sean malos para los intereses sindicales, pero desde luego no son iguales. Arturo Fernández (Madrid, 1945) preside CEIM desde 2007, y estas elecciones son casi un plebiscito sobre su gestión. Lo ha forzado con su candidatura Hilario Alfaro (Madrid, 1957), que, además de dirigir la cadena de seis tiendas de ropa que fundó su abuelo, es presidente de la Confederación de Comercio de Madrid desde 2002. Promete dejar ese puesto antes de verano, gane o pierda. Ha hecho bandera de la limitación a dos mandatos al frente de las organizaciones empresariales (Fernández se presenta para lograr el tercero). Y reniega de que el presidente de CEIM lo sea además de la Cámara de Comercio, como su rival, que replica: “Es buena cosa porque abarata costes y evita duplicidades”.

El ‘caso Aneri’ remueve la CEIM

El fraude de los cursos de formación que en principio parecía fruto de la picaresca de un solo autor, José Luis Aneri, detenido el jueves, ha terminado removiendo los cimientos del empresariado madrileño.

El calibre del escándalo (15 millones de euros según los cálculos iniciales de la Comunidad de Madrid y del Gobierno) se ha cobrado esta semana la renuncia de Alfonso Tezanos como presidente de la Confederación de Empresarios del Comercio Minorista de Madrid y de su puesto en la Comisión de Formación de la Cámara de Comercio. Tezanos, que introdujo a Aneri en el mundo de la formación en 2007 y fue su socio hasta 2011 en el germen de Sinergia Empresarial, es vocal en la directiva de CEIM y cercano a Fernández. Según desveló EL PAÍS, también habría aplicado los mismos métodos fraudulentos que Aneri. Tezanos lo niega y afirma que se trata de un ataque a Fernández a través de él en vísperas de las elecciones. “El escándalo de los cursos ha hecho mucho daño a la patronal”, admite Fernández, partidario de que “se llegue hasta el final y se aclare cualquier fraude”. “Hemos pedido a la Comunidad que investigue a fondo”, añade.

Fernández dirige los dos grandes órganos empresariales regionales, es vicepresidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), y gestiona además el negocio que fundó su abuelo hasta 116 años. “Ha pasado por etapas buenas, mejores, peores, malas y la del año pasado”, dijo la semana pasada sobre su Grupo Cantoblanco. En los últimos días ha llevado a cabo una ampliación de capital para dar entrada a nuevos socios, que podrían quedarse con hasta el 49% del grupo. La empresa emplea a 2.300 personas y gestiona 180 establecimientos hosteleros. Entre ellos, muchos por concesión pública: la cafetería de la Asamblea regional y de varios ministerios (y hasta hace unas semanas, la del Congreso), de AENA y del Teatro Real, de varios hospitales madrileños e incluso de la Cámara de Comercio, que preside (también llevaba hasta hace semanas la de Feria de Madrid, de cuya junta directiva forma parte).

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Por llevar, lleva incluso la de la sede de UGT en Madrid. “Es un tipo de líder patronal que le saca rendimiento a su cargo”, asegura un empresario con experiencia directiva en la CEOE. “En vez de servir al cargo se sirve del cargo”, añade. Fernández lo niega categóricamente: “Llevo 47 años con mi negocio, y ahora que soy presidente de CEIM es cuando menos concesiones administrativas tengo”.

El líder de la CEOE, Juan Rosell, defendió a Fernández la semana pasada: “Los empresarios tenemos que estar próximos a los partidos en el Gobierno, que son los que pueden hacer reformas”. Lo hizo al presentar la candidatura de Fernández, que respaldó así explícitamente. Fuentes empresariales recuerdan que el propio Rosell depende de Fernández (con quien antes su relación era manifiestamente mejorable) para controlar la CEOE y atar sus propias elecciones, a finales de año.

“Los empresarios buscan un faro y el apoyo de Rossell puede convencer a algunos”, opina José Ricardo Martínez. El entorno de Alfaro resta importancia al despliegue de poderío de su rival, que juntó a más de 700 personas en los salones del Ritz, el doble de lo habitual para en un desayuno informativo: “Fue mucha gente pero poco voto”. Estuvo el presidente regional, Ignacio González (PP); la presidenta del PP madrileño, Esperanza Aguirre; la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes (PP); el presidente del Congreso, Jesús Posada (PP); alcaldes (faltaba la de Madrid, Ana Botella, del PP), cargos socialistas, empresarios, exministros, militares, sindicalistas, etcétera. Eso sí, antaño hubiera ido algún ministro, según fuentes bien conocedoras de esos equilibrios políticos.

“Yo creo que debemos trabajar lealmente con la Administración pero cada uno desde su sitio”, señala Alfaro. “Antes, los políticos no ponían al presidente de la patronal sino que era la patronal la que quitaba a ministros. El contubernio actual de patronal y PP es repugnante: si hay que pegarle tres voces a alguien próximo a tu ideología, se le pega. Pero claro, si vives de las concesiones administrativas...”, añade un empresario crítico que ha solicitado, como la mayoría, el anonimato.

“La Comunidad se va a decantar por apoyar a Fernández y eso puede mover voluntades”, cree José Ricardo Martínez. La buena relación de Arturo con el Gobierno regional proviene de su amistad con Aguirre (presidenta de 2003 a 2012). En la junta directiva de CEIM hay varios miembros a los que, según el sector crítico, colocó Aguirre: Pedro Antonio Martin Marín (exsecretario de Estado con el PP), Miguel Corsini (expresidente de Renfe nombrado por el PP)... Fernández defiende que ya estaban en la CEIM antes de que él fuera presidente. “Soy amigo de Aguirre, me honro de su amistad, pero ella no mete a nadie en la junta”, aclara.

Alfaro ha ejemplificado esta, a su juicio, excesiva cercanía entre Fernández y el PP regional en la figura de Lourdes Cavero, esposa de Ignacio González, vicepresidenta de CEIM y número dos de Fernández, que la rescató del paro tras el ERE de la patronal eléctrica en 2011 e inventó para ella el cargo de adjunta a la presidencia.

Alfaro asegura que los empresarios se sienten incómodos por tener que contarle a ella sus quejas sobre el Gobierno regional. Admite que se reunió hace dos semanas con González para presentarle su programa “y aclarar el tema”, en referencia a sus críticas en ese sentido, en una reunión que “empezó tensa y acabó muy bien”. En opinión de José Ricardo Martínez, “lo de Cavero es más efectista que efectivo”. “La Comunidad no ayuda a CEIM porque Cavero esté allí, el respaldo tiene que ver con que ambos son de derechas”, sostiene. Fernández aseguró la semana pasada: “Cavero es una colaboradora especialmente efectiva y podrá seguir o no según ella decida, yo estaré encantado de que siga colaborando”. Pero su presencia en la dirección de CEIM se está convirtiendo en un problema para el Gobierno regional, según admiten fuentes de la cúpula regional y del PP.

“Cavero es una profesional como la copa de un pino. Que nombraran a su marido presidente regional [antes era vicepresidente] no es una desgracia. La campaña está siendo muy agresiva, e igual ella decide marcharse. Está incómoda porque están cuestionando su profesionalidad, igual decide irse antes o después de las elecciones”, ha añadido Fernández. Cavero rehusó hablar con EL PAÍS.

Desde lo más alto del Gobierno regional se intenta diluir esta polémica señalando que hay una veintena de vicepresidentes en CEIM. Pero ella es la única con sueldo (120.000 euros). Fuentes de la Comunidad cuestionan su permanencia porque “perjudica” la imagen de González. El presidente autonómico y su familia no lo ven así, por más que dentro del Gobierno y del PP de Madrid hay quienes piensan que Cavero no debería, al menos, ser “la excepción” entre los vicepresidentes. “Al solo cobrar ella, llama más la atención. Si no lo hiciera, o el sueldo fuera menos llamativo, no habría polémica”, dicen responsables del partido. “Si esto fuera un partido de tenis, sería un error no forzado”, resume uno de ellos.

Voces autorizadas en el PP regional creen “una provocación” el cargo de Cavero. E incluso en la cúpula del partido y de la Comunidad se insiste en que las reuniones en la dirección de CEIM “son un paripé” porque los asuntos delicados que puedan competer a la Comunidad se tratan “en los pasillos”, cuando Cavero no está. “Su presencia resta credibilidad sobre todo a Fernández ante los empresarios”, añades estas fuentes.

Cavero está además imputada por blanqueo de capitales y delito fiscal en el caso del ático del matrimonio en Estepona (Málaga). El propio Fernández lo está también en el caso Bankia, por su etapa como representante de CEIM en la caja de ahorros. Fernández asegura que estaba en la directiva de la entidad “defendiendo los intereses de los empresarios madrileños”, y añade que los estatutos de la patronal no le impiden presentarse a la reelección.

El código ético aprobado el año pasado por la CEOE le colocaría en una posición muy delicada de cumplirse a rajatabla. Algún alto cargo de la patronal (Santiago Herrero) ya ha abandonado su puesto tras ser imputado. Pero fuentes de la CEOE aseguran que no se aplicará a Fernández porque su imputación es anterior.

El caso Bankia no es la única sombra en su expediente. A finales de 2012, se registró en la Asamblea regional un embargo de 418.500 euros contra el Grupo Cantoblanco por “las deudas líquidas s contraídas frente a la Seguridad Social”. Posteriormente trascendieron las denuncias de trabajadores que dijeron cobrar en negro, según informó la Cadena Ser.

La suma de dudas alrededor de Fernández ha hecho prosperar en círculos empresariales dos hipótesis: que podría retirar su candidatura y apoyar en su lugar otra encabezada por Juan Pablo Lázaro, vicepresidente de la CEOE y de CEIM y presidente del Club Financiero Génova, y de su máxima confianza. O que podría seguir hasta el final, ganar las elecciones y luego cederle el testigo.

La primera opción parece difícil, después de que la semana pasada Fernández calificara a Lázaro de “buen chico” y afirmase que será su mano derecha en caso de ganar. Fuentes empresariales afirman que, en caso de retirarse Fernández, la candidatura de Lázaro quedaría manchada por la sospecha por todo aquello que hubiera podido provocar esa retirada.

Lázaro ha rehusado hablar con EL PAÍS, pero fuentes cercanas señalan que su intención es centrarse en su empresa. Sin embargo, el entorno de Alfaro opina que aún podría presentarse incluso contra el deseo del propio Fernández, alentado por otros cenáculos de poder.

Respecto a la segunda opción, otras fuentes empresariales insisten en que ese era el plan inicial de Fernández. Fue la táctica que usó Gerardo Díaz Ferrán, pariente lejano e íntimo amigo, con él. Díaz Ferrán presidió CEIM entre 2002 y 2007, año en el que cedió el cargo a Fernández para ponerse al frente de la CEOE. Tres años después, dimitía tras quebrar sus empresas, y el pasado mes de junio era condenado por la gestión fraudulenta de Viajes Marsans.

Ese precedente pesa en la memoria de Fernández. “A Díaz Ferrán se le dulcificó la salida de la CEOE ofreciéndole la presidencia de la fundación, con sueldo, secretaria y chófer, que luego Rosell no le dio. A Fernández le están diciendo que no se presente, deje a alguien más presentable, y que se quede como presidente de la Cámara. Pero él se acuerda de Díaz Ferrán, que dejó la CEOE y ahora está en la cárcel”, señala un alto cargo ligado a la patronal.

Fernández explica: “No tengo ningún plan para renunciar en favor de Lázaro ni de nadie, si fuera así no me habría presentado. Y si gano, agotaré mi mandato”.

Fernández se quejó la semana pasada de que la batalla electoral está siendo “áspera”. La Junta de CEIM hace unos días fue aún peor. Cavero tomó la palabra para afear a Alfaro que la hubiera colocado, en su opinión, en el punto de mira de la prensa. El presidente de honor de CEIM, José Antonio Segurado, de la cuerda de Díaz Ferrán y Fernández, fue aún más duro contra Alfaro.

Este cree sin embargo que ese ataque, “orquestado por su rival”, provocó desconcierto entre los empresarios y demuestra el nerviosismo de Fernández. “Es el principio de un cambio en la manera de hacer las cosas. Se ha acabado una etapa”, señaló.

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