_
_
_
_
_

Enseñanza concentra todas las becas de libros en el 22% de los centros

Un total de 1.023 reciben seis millones y las ayudas directas a familias desaparecen La dotación ha caído un 88% en cuatro cursos

Irene Rigau, consejera de Enseñanza.
Irene Rigau, consejera de Enseñanza.JOAN SÁNCHEZ

Las ayudas para comprar los libros de texto ya no llegan directamente a las familias según su renta. La Generalitat ha dado un vuelco a la forma de repartir estas subvenciones para adquirir libros y material informático, que desde este curso las reciben una serie de centros seleccionados según el perfil socioeconómico de los alumnos. Las ayudas se dedican o bien a comprar material para las familias más necesitadas o para reducirles la cuota de los libros.

En este primer año de funcionamiento del nuevo sistema, el Departamento de Enseñanza, que dirige Irene Rigau, distribuirá seis millones entre 1.023 escuelas e institutos, el 22% del total. De estos, 903 públicos recibieron a principio de curso 3,7 millones. Los concertados y los públicos que se hayan quedado fuera en esa primera fase podrán optar a una convocatoria pública, dotada con 2,3 millones, que se abrirá próximamente, cuando el Ministerio de Educación transfiera este importe.

La Generalitat no concedió estas ayudas el pasado curso porque, argumenta Rigau, la transferencia de 2012 —de 3,7 millones— del Estado llegó tarde y muy recortada, así que se decidió esperar un año para agrupar esta dotación con la de 2013, de 2,3 millones. De hecho, las ayudas a libros se han hundido en los últimos años. De los 19,7 millones destinados en el curso 2009-10 —tanto en ayudas directas a las familias como en subvenciones a los centros para la reutilización de libros— se ha pasado a una exigua partida de 2,3 millones, un 88% menos.

Pero a parte del motivo económico, la comunidad educativa admite otras causas de este cambio de sistema. “Es una forma de asegurarse que las familias destinan el dinero efectivamente a libros y no a otras cosas”, defiende Manuel Robles, director del instituto Agustí Serra de Sabadell. Una idea que también comparten desde la federación de AMPAs de Cataluña, la Fapac. “Se había detectado que en alguna ocasión el dinero de las ayudas no se dedicaba a los libros”, admite su presidente Álex Castillo.

Padres y centros hacen valoraciones muy diversas de esta modificación, aunque coinciden en que la dotación es insuficiente ante el recrudecimiento de la crisis y la pobreza creciente de las familias. A la escuela Mestre Morera de Barcelona llegaron a principio de curso 3.145 euros, a repartir entre los 230 alumnos de Primaria. La directora, Noemí Rocabert, considera que han ganado con el cambio porque “las ayudas llegan a más niños”, pero aun así ve el importe insuficiente, ya que apenas llega a 14 euros por alumno de este centro ubicado en la castigada zona de Nou Barris.

La ayuda se destina a comprar libros que quedan en el fondo de la escuela —no son propiedad de los alumnos—, pero también se quiere aprovechar para mejorar el ámbito tecnológico. “Necesitamos ordenadores, pizarras digitales y sobretodo técnicos, porque solo vienen una vez al mes. Vamos muy justos a nivel tecnológico y nos cuesta garantizar que los alumnos logren las competencias tecnológicas, y esto es grave ya que la nueva alfabetización pasa por las Tecnologías de Información”, abunda Rocabert.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete
La Fapac considera una "una regresión salvaje" el recorte de las ayudas a libros en plena crisis

El instituto Agustí Serra de Sabadell se queja de que han salido perdiendo con el cambio. “En total recibimos menos dinero de ayudas, ya que aquí había un porcentaje muy alto de familias que accedía a las subvenciones”, tercia el director, Manuel Robles. El centro, que cuenta con 1.200 alumnos, ha recibido 7.040 euros. Aquí también tienen implantado el sistema de socialización de libros, de manera que las familias pagan una cuota en concepto de alquiler y mantenimiento, de 35 euros en 4º de ESO.

La Fapac alerta del riesgo de dejar desatendida a familias necesitadas de colegios con perfil socioeconómico medio-alto que no se haya beneficiado de las ayudas. Enseñanza recuerda que para cubrir estos casos los centros públicos también pueden apuntarse a la próxima convocatoria, inicialmente pensada para los concertados.

Los centros que no han recibido estas ayudas solucionan los casos de más necesidad o bien con las subvenciones de los Ayuntamientos o bien se las apañan como pueden con los recursos que tienen. En el instituto Pere Vives Vich de Igualada a los “contados casos” de familias con dificultades graves “se les da facilidades de pago, fraccionando el coste de los libros en cuotas cómodas, o en casos extremos, se les deja el material que el colegio tiene en propiedad”, abunda el director Rafa Carmona.

En el IES Balmes, ubicado en el centro de Barcelona, han detectado media docena de casos de familias que no pueden pagar la factura del material. “Entre los profesores y la Asociación de Padres les dejamos los libros y a final de curso lo devuelven. Es como lo hemos solucionado otros años”, explica el equipo directivo del instituto.

Pero también hay centros que valoran de forma positiva las ayudas, especialmente los que no cuentan con un sistema de reciclaje de libros, como IES Montserrat Roig de Terrassa, así que la factura del material para las familias puede superar los 200 euros anuales. Este curso el instituto ha hecho un sondeo para detectar las familias más necesitadas y la subvención de la Generalitat ha ido a estos casos. “Aquí podemos decir que el nuevo sistema ha funcionado”, valora su director, George Grayling.

El presidente de la Fapac critica que el ajuste coincida con el cambio de libros por la LOMCE

Las escuelas tampoco coinciden a la hora de decantarse por alguno de los sistemas. Este instituto de Terrassa se muestra partidario del modelo anterior. “Creo que es mejor que las familias que lo necesiten puedan por su cuenta pedir directamente la ayuda”. Otros, en cambio, defienden el actual. “Nosotros detectamos las familias con necesidades más rápidamente. Son casos que a lo mejor todavía no han llegado a los servicios sociales por tabú o vergüenza, especialmente en los nuevos pobres, no acostumbrados a pedir ayudas. Pero el profesor ve el día a día de sus alumnos y detecta las carencias”, añade Rafa Carmona.

Con todo, desde la Fapac inciden en el fuerte recorte que han sufrido las ayudas a los libros en plena crisis, lo que supone, según su presidente Àlex Castillo una “regresión salvaje”. El portavoz de las AMPA alerta de que “estas migajas” son insuficientes teniendo en cuenta que el próximo curso entra en vigor la reforma educativa, la LOMCE, que supondrá una renovación total de los libros. Reducir las ayudas en este momento no tiene ni pies ni cabeza”, zanja Castillo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_