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Rigau pide al Gremio de Editores que no adapte los libros de texto a la ‘ley Wert’

Los empresarios rechazan la propuesta por considerarla un “asunto político”

Irene Rigau.
Irene Rigau.MASSIMILIANO MINOCRI

La consejera de Enseñanza, Irene Rigau, buscó ayer, sin éxito, la complicidad del Gremio de Editores para frenar la aplicación de la reforma educativa del ministro José Ignacio Wert, que fue aprobada a finales de noviembre y que empezará a aplicarse progresivamente el próximo septiembre, empezando por primero, tercero y quinto de Primaria. Rigau pretende que el gremio no renueve los libros de texto, que deberían adaptarse a la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), la ley Wert. Rigau lo pidió ayer en un comunicado, pero la semana próxima lo hará presencialmente en una reunión con el sector.

La titular de Enseñanza esgrimió dos argumentos para poner en práctica la actitud de insumisión que la Generalitat siempre ha dejado entrever. El primero es formal y tiene que ver con “la precipitación” y el poco tiempo que hay para desarrollar los currículos. El segundo es de contenido. “Todavía no conocemos los contenidos definitivos, la propuesta del ministerio es tan detallista que necesitamos discutirla. Y no estamos de acuerdo con el enfoque. La disconformidad con el contenido es alta”, terció Rigau.

La consejera también recomendará a las escuelas que reutilicen los libros. “En el contexto actual de crisis, hay que evitar que las familias hagan gastos innecesarios”, defendió, al mismo tiempo que recordó que las ayudas a los libros de texto se han quedado en una mínima expresión por los recortes presupuestarios.

Pero de momento el gremio no tiene previsto coger el guante lanzado por Rigau. “Es una decisión política, no económica”, aseguró Antonio Garrido, responsable de la sección de libros de texto del gremio. Los editores se niegan a participar en la lucha política que enfrenta la Generalitat y el Gobierno central a raíz de la aplicación de la LOMCE. Pero el gremio también aduce repercusiones económicas en el sector. “Si no editamos los libros las pérdidas para la industria serían muy cuantiosas”, defiende Garrido.

No obstante, los editores coinciden en que casi están “fuera de tiempo” para tener listos los libros y todavía deben esperar a que la Generalitat adapte los currículos a la realidad catalana. “Si el proceso se dilata, que lo hará, la normativa nos permite hacer los libros con el currículo estatal, pero esto no nos gusta porque deberían contener la óptica catalana en los contenidos”, zanja Garrido.

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