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Los universitarios que no pueden pagar las matrículas crecen un 10% en un curso

Los campus aumentan las ayudas para estudiantes sin recursos

Profesores y universitarios se reúnen en un aula de la Universidad de Barcelona.
Profesores y universitarios se reúnen en un aula de la Universidad de Barcelona.marcel.lí sàenz

Marc se matriculó en septiembre del segundo curso de Sociología en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Poco después tuvo que dejar los estudios tras quedarse sin beca y no poder pagar la matrícula: 1.100 euros, que hubieran sido 1.800 euros sin las dos matrículas de honor logradas el curso anterior. Perdió la ayuda por una deuda de su familia con Hacienda. “Hace tres años nos desahuciaron sin dación en pago y arrastramos la deuda. Mis padres capitalizaron el paro para abrir un bar, pero no funcionó”, explica Marc —que pide no dar su nombre real— durante un receso de los varios trabajos precarios que combina, principal fuente de ingresos para su familia.

Marc constará este curso para la UAB como estudiante moroso, un fenómeno que no para de crecer. Un total de 1.722 alumnos no pudo hacer frente el curso pasado a las tasas universitarias —de carrera o máster—, lo que supone un 10% más que el anterior. Más destacable es el incremento del dinero que los estudiantes han dejado de pagar: 2,5 millones, un 50% más, según datos de los propios campus. La diferencia de porcentajes se debe al fuerte encarecimiento de las matrículas, de hasta el 67%, el pasado año.

La Plataforma de Afectados por las Tasas (PAT) achaca este aumento a dos factores: “El aumento de las tasas y el sistema de becas insuficiente”, explica Carla Ten. Los universitarios que difieren el pago de parte de la matrícula y luego no pueden hacer frente al segundo abono, y aquellos que se quedan sin beca y a los que las universidades piden luego las tasas íntegras, son los que protagonizan unos impagos que dejan sin efecto sus resultados académicos y les impiden continuar con sus estudios.

El tercer factor que fomenta la morosidad es el empobrecimiento de las familias. Según la Secretaría de Universidades, en el curso 2008-2009 no pagaron las tasas 1.100 estudiantes, un 0,5% de estudiantes, cifra que se ha doblado. La vicerrectora de estudiantes de la UB, Gemma Fonrodona explica que “son datos que preocupan y que ligamos a la crisis, pero no puedes hacer un seguimiento exhaustivo de los casos”.

 El campus con más impagos es la Universidad de Barcelona (UB), con 684 alumnos morosos y cerca de un millón de euros pendientes de cobro. Le sigue la UAB, con 316 estudiantes y 488.000 euros impagados. Solo rompen la tendencia la Pompeu Fabra y la Universidad de Lleida, que reducen un 30% y un 17%, respectivamente, el número de universitarios moroso.

Universidades y Generalitat defienden que la morosidad sigue siendo baja, aunque admiten que el problema crece. “Crecen las dificultades de familias y estudiantes, pero la morosidad sería peor si no fuera por la reacción de las universidades”, afudiceirma Maria Bargalló, vicerrectora de estudiantes de la Rovira y Virgili, el campus con mayor porcentaje de morosidad: el 2%.

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Los campus han activado medidas como el plazo fraccionado a tres o más plazos y la creación de fondos sociales que para rescatar a estudiantes sin recursos por situaciones sobrevenidas, como la pérdida del trabajo o la defunción de un progenitor. “Hay casos de clases medias empobrecidas, que se han quedado sin ningún ingreso pero con algo de patrimonio, lo que les impide acceder a ayudas”, abunda la vicerrectora de estudiantes de la UAB, Sílvia Carrasco.

En total, estos fondos permitieron rescatar unos 250 estudiantes el curso pasado. Estos programas se han reforzado de forma generalizada este curso ante el endurecimiento de los requisitos académicos para acceder a una beca del Ministerio de Educación. Desde la PAT ven estas medidas de ayuda como “insuficientes”, pero admiten que son “un paso” para paliar el problema. La plataforma aboga por “abordar el problema de raíz”: bajar las tasas, aumentar las becas y dar más facilidades de pago.

Para Marc estas posibles ayudas han sido insuficientes. “Es injusto que la deuda de mi familia con Hacienda me impida estudiar a mí. La universidad era mi gran apuesta, pero se está convirtiendo en un espacio para algunas clases sociales en lugar de ser un ascensor social”, concluye.

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