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Flamenco a pelo

Hoy arranca su programación la sala García Lorca, un rincón de la Fundación Casa Patas con ambiente de café teatro en el que disfrutar del cante puro

Sergio C. Fanjul
Desde la izquierda, Jesús Méndez, Martín Guerrero, Antonio Benamargo y Paco del Pozo.
Desde la izquierda, Jesús Méndez, Martín Guerrero, Antonio Benamargo y Paco del Pozo.LUIS SEVILLANO

No verán por aquí ningún cable, ningún micrófono, ningún amplificador. Aquí solo se oirá la voz desnuda y el rasgueo de la guitarra, el cante puro y jondo, el flamenco a pelo. La sala García Lorca está algo escondida en el segundo piso de la Fundación Casa Patas, que ocupa el mismo edificio, en la calle de Cañizares, que el célebre restaurante tablao del mismo nombre. Ha sido recientemente rehabilitada para dedicarse a esta vuelta a la esencia de la esencia flamenca.

Hoy comienza su nueva programación, coordinada por Antonio Benamargo, con la actuación del cantaor Jesús Méndez acompañado por Manuel Valencia a la guitarra. En la sala, el martes pasado al mediodía, se oyen las palmas y los taconeos lejanos de las clases del conservatorio de la fundación, y los artífices del ciclo, ante 95 sillas de enea, se disponen a presentarlo.

“En realidad aquí no nos estamos inventando nada”, explica Antonio Benamargo, “se trata simplemente de volver a hacer ahora lo que empezamos a hacer hace 25 años en Casa Patas, con el primer recital de Rafael Romero el Gallina”. En aquellos tiempos, según explica el programador, en los tablaos había espectáculos corales de 15 o 20 artistas: “Se pensaba que un espectáculo con un solo guitarrista y un solo cantaor no podía funcionar. Pero desde el primer momento funcionó porque era algo que el público quería”. El ciclo en principio durará dos meses e incluirá a nombres como el citado Jesús Méndez, Paco del Pozo, La Macanita, Mariana de Cádiz o Ricardo Fernández, y la intención es que, una vez terminada esta primera vuelta, se continúe con otro ciclo, ad infinitum.

La reconversión de esta sala, que tendrá un ambiente parecido al de un café teatro, se motivó por la progresiva desaparición de las peñas flamencas en Madrid, que dejan un vacío que no rellena la programación de grandes teatros, festivales o tablaos. Ese flamenco íntimo y de cerca. “Está bien que se apueste por el cante, ahora que parece que lo único que vende es el baile”, apunta el cantaor jerezano Jesús Méndez, “lo cierto es que faltaban sitios como estos para venir a cantar a Madrid”. Y aunque el público sea reducido, y la sala recogida, dicen los cantaores que esto asusta un poco: “En un teatro tienes un micrófono y te escuchas bien por los monitores, apagan las luces, no ves al público… Aquí estamos solos con nuestra voz y nuestra guitarra. Y eso impone”, cuenta Paco del Pozo, que ganó la Lámpara Minera de La Unión en 1997.

¿Cómo ha cambiado la escena flamenca desde los primeros tiempos de Casa Patas? “El ambiente que había a finales de los ochenta y principios de los noventa era otro. Todas las noches salíamos, era el momento de la new wave, de lo que luego se llamó la movida. Había un ambientazo y mucho intercambio de público, gente que venía al flamenco del jazz o del pop”, cuenta Antonio Benamargo. El flamenco en aquel formato, de salas como Revólver o Suristán, fue desapareciendo, “y prácticamente no quedan salas que hagan flamenco en formato de recital, de cante jondo”.

¿Y qué hay de la afición? “Casa Patas ha tenido mucha repercusión mediática en el extranjero, lo que ha traído mucho público turista. Pero siempre hemos peleado por el público nacional y seguimos peleando”, explica Martín Guerrero, miembro del patronato de la fundación e hijo del fundador de la casa.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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