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Trabada, el municipio de Galicia que no conoce los incendios

La mayoría del territorio se destina a cultivos, ganadería o madera El ayuntamiento es un ejemplo de gestión forestal.

Trabada no arde. Mientras montes de toda Galicia, un verano más, sufren los incendios forestales, este municipio de Lugo se mantiene a salvo. Este año aún no ha visto humo y en 2012, según la Xunta, el único fuego afectó a 0,08 hectáreas, como un campo de balonmano. La situación es tan rara que los consultados para este reportaje comienzan la conversación pidiendo lo mismo: “No lo cuentes mucho, no vayan a venir a quemarnos todo”.

Trabada está en el interior de A Mariña lucense, la comarca con menos incendios de Galicia. Su humedad, el doble que en el resto de la comunidad, es parte de la explicación de su inmunidad al fuego. Desde 2007 el Instituto Galego de Estatística (IGE) contabiliza los incendios por distritos forestales y confirma que en A Mariña se producen 23 fuegos al año, frente a los 537 de Verín-Laza. Pero es difícil que alguno de esos pocos fuegos de A Mariña llegue a Trabada. Entre 2001 y 2006, cuando se contabilizaban aún por municipios, sufrió cinco, menos de uno al año, y de muy escasa entidad. En ese mismo periodo, los vecinos ayuntamientos de Barreiros y Lourenzá, con menos superficie, tuvieron 18 y 10 incendios respectivamente, el cuádruple o el doble que Trabada. Así que el clima de A Mariña influye, pero no es todo. La clave para que este municipio de 82,7 kilómetros cuadrados (como Ourense) no arda parece estar en su ordenación forestal. En ello coinciden tanto los técnicos como los orgullosos vecinos del pueblo.

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Trabada no llega a los 1.300 habitantes. A finales de los años ochenta no tenía muchos más, así que no debió de ser fácil que medio millar de propietarios se pusiese de acuerdo para unir unos 11.000 terrenos forestales en varias concentraciones parcelarias señaladas como ejemplares por los expertos. Hoy los montes de Trabada son grandes extensiones de eucaliptos alineados, en distintas fases de crecimiento, separadas regularmente por prados o explotaciones agroganaderas y surcados por pistas bien conservadas. Y dan beneficios. Para la Universidad de Santiago (USC), que ha premiado esa iniciativa, la concentración parcelaria para hacer rentable el monte es la clave del éxito de Trabada, al igual que para destacados miembros del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales de Galicia. En el pueblo coinciden con esta visión.

Es jueves, primera hora de la tarde, y en el bar Villapol, frente al Ayuntamiento de Trabada, los cuatro vecinos que juegan a las cartas improvisan una tertulia. Dos son maderistas, así que se apresuran a descartar que los incendios los provoque su sector, como ya desechó hace unos años la Fiscalía Superior de Galicia. Los otros dos vecinos asienten y admiten que en el pueblo son muchos los propietarios de monte y les interesa que dé beneficios. “Está muy ordenado, hay pistas buenas para que los camiones de incendios lleguen a todas partes”, asegura uno de los vecinos, mientras los maderistas asienten. El otro tertuliano no relacionado con el sector añade que “la gente se implica mucho”: “Antes de que hubiera los equipos de extinción, cuando se avisaba de un fuego, a los diez minutos se volcaba todo el pueblo”, añade. Ahí es cuando interviene uno de los maderistas: “Ya se le transmitió hace muchos años a la Administración que el objetivo fundamental era detectar los fuegos inmediatamente e intervenir rápido”.

El Gobierno gallego, que lleva semanas apuntando a supuestos incendiarios como causantes de los fuegos, explica que Trabada, “además de una climatología más suave”, “tiene aprovechada toda su superficie con usos agrícolas y ganaderos o forestales”. “Prácticamente todo el territorio municipal se encuentra en producción, un factor que incide positivamente en una menor incidencia de la actividad incendiaria”, argumenta. Pero aunque el monte aquí da dinero, los vecinos coinciden en que el relevo generacional es difícil. “Los jóvenes empiezan a montar explotaciones agrarias, pero pocos entran en el monte, solo en lo que les van dejando los más viejos”, dice uno de los tertulianos. El paro en Trabada es del 6,8%, el más bajo de A Mariña.

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El alcalde desde 1991, el popular José Manuel Yanes, pide “no morir de éxito”, aunque admite con orgullo que las concentraciones parcelarias fueron el gran logro del pueblo. Porque aunque hay cuatro comunidades de montes vecinales, la mayoría de los terrenos forestales son particulares. También se esfuerza en hacer ver que su pueblo no es solo eucalipto y recuerda que “hay tres grandes fragas autóctonas muy bien cuidadas, en Becerreira, Vilapena y Cabanela”. Suman unas 360 hectáreas, frente a las algo más de 2.000 ocupadas por las plantaciones. En el bar no se escuchan sospechas sobre vecinos incendiarios, como en otros lugares de Galicia. Pero el alcalde no se confía: “Los incendios pueden afectarnos a cualquiera, y aquí también hubo fuegos intencionados, pero por suerte hace ya años que no hay ni conatos”.

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