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Los antiguos alumnos de ‘El Johnny’ crean una fundación para salvarlo

La gestión de Unicaja termina este año y proponen otro modelo de gestión

Pancarta contra el cierre del colegio mayor, en junio de 2009.
Pancarta contra el cierre del colegio mayor, en junio de 2009.Álvaro García

A las diez de la noche un centenar de 100 estudiantes se reúne en una sala del colegio mayor El Johnny, como llaman todos al San Juan Evangelista. Quedan para ver El acorazado Potemkin, una película que narra la historia de un motín durante la revolución rusa. Cuando termina, intercambian opiniones, hablan de política y de libros de la época. La escena transcurre en los años sesenta. En otro lugar, hubieran tenido prohibido hacer esto. Pero en su colegio mayor, nadie se los impide.

Durante sus 50 años de existencia, El Johnny ha sido para sus residentes un espacio de libertad y un referente democrático. Este año, sin embargo, todos estos valores corren riesgo de desaparecer. En julio expira la concesión a la obra social de Unicaja, responsable del colegio madrileño. El camino a seguir en estos casos es sacar el colegio a subasta y darle la concesión a otra empresa. Pero esto no convenció a sus antiguos alumnos. Así que se pusieron manos a la obra para rescatar a su querido colegio mayor.

Hace dos meses, algunos de los más veteranos de sus excolegiales se pusieron en contacto para crear una fundación. La meta inicial no era sencilla: debían reunir, en tiempo récord, 12.000 euros para depositar el capital fundacional y afrontar los primeros gastos.

En un pestañeo de 48 horas, la ayuda llegó desde México, Bruselas, Estados Unidos y todos los rincones de España. “En el momento en que dijimos que esto corría peligro, empezó a llegar dinero. La gente no dudó”, cuenta Juan Cuesta, vicepresidente de la fundación y portavoz de la fundación. “Es una buena muestra de lo que El Johnny representa para nosotros y lo que le queremos devolver”.

La fundación ha mantenido un estrecho contacto con el rectorado de la Complutense y Unicaja para buscar posibles soluciones. Al final, todas las partes han accedido a prorrogar un año más la gestión de Unicaja. En ese tiempo, se articulará el nuevo modelo de dirección.

La intención de la fundación es tener una gestión compartida con otras entidades sin ánimo de lucro, entre las que se encuentra la Fundación Ortega-Marañón. “Queremos hacer un proyecto a futuro, salvar su espíritu de El Johnny y convertirlo en un centro de excelencia”, dice orgulloso el portavoz de la institución, que añade que se trata de un proyecto donde están implicados desde los más jóvenes hasta los mayores.

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Cuesta vivió cuatro años en este colegio, en la década de los años setenta y recuerda con orgullo cómo le cambió. “Yo vengo de un pequeño pueblo de Sevilla. Imagínate lo que es entrar en un lugar donde desfilan directores de teatro, literatos, líderes políticos. Fue un empujón. El colegio mayor me ha dado el 50% de mi formación”, comenta.

El Johnny, ese “grito de guerra” con el que le conocen, representa un mundo en sí mismo. Por sus puertas han pasado personajes como el dramaturgo Juan Carlos Plaza, actrices como Victoria Vera o el actor Rafael Álvarez El Brujo. El Club de Música, la actividad más antigua del centro, también ha puesto sobre sus escenarios a grandes artistas como Anthony Braxton. “Es un templo del jazz”, apuntilla Cuesta. “El colegio es tan mítico que incluso Camarón dio su último concierto allí”, sostiene.

La fundación tiene claro que no es una época fácil para la universidad y el reto es grande. “El Johnny se ha distinguido por tener unos precios bajos, lo que ha permitido que mucha gente de bajos recursos pueda entrar. Queremos mantener ese espíritu”.

Para el próximo curso, la fundación ya tiene algunas ideas para atraer más gente. “Estamos preparando un gran festival de dos semanas para dar a conocer a la gente que ha salido del colegio y ver todo lo que les ha aportado”, declara. Lo que todos tienen claro es que El Johnny no va a perder su espíritu.

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