_
_
_
_
_

Arquitectos contra Canalejas

Un grupo de prestigiosos profesionales emite un manifiesto en contra de la operación urbanística en el centro, que reduce la protección de dos edificios históricos

La plaza de Canalejas, en el centro de Madrid.
La plaza de Canalejas, en el centro de Madrid.CRISTÓBAL MANUEL

La Operación Canalejas representa un atentado contra el patrimonio histórico y cultural de Madrid. Con esta idea, 18 arquitectos, todos figuras importantes en el campo del patrimonio histórico, arremeten contra esta operación que pretende construir un complejo hotelero de lujo de casi 50.000 metros cuadrados en la zona situada entre carrera de San Jerónimo, la plaza de Canalejas y las calles de Sevilla y Alcalá.

En un manifiesto titulado Arquitectos contra la Operación Canalejas, denuncian que los dos edificios que contaban con la consideración de Bien de Interés Cultural (BIC) quedan desprotegidos y susceptibles de ser modificados en su interior a merced de los intereses privados.

“La arquitectura tiene sentido en su totalidad. Las fachadas tienen un significado en correspondencia con lo que hay dentro”. El que habla es Vicente Patón Jiménez, presidente de Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, una asociación que defiende el patrimonio histórico de Madrid.

Patrón explica que la operación afecta principalmente a dos inmuebles: el Banco Hispanoamericano y la Equitativa de la esquina Alcalá Sevilla. El primero fue declarado BIC en 1999; el segundo había iniciado su tramitación en 1977, pero en la práctica contenía la misma protección. “Ambos fueron descatalogados de forma injustificada, en un proceso que ha ido legalizando poco a poco esta desprotección”, dice.

Todo comenzó el año pasado, cuando el banco Santander vendió al empresario Juan Miguel Villar Mir los siete edificios de la zona de Canalejas por 215 millones de euros.

En febrero de ese año, el Consejo Regional de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid anuló los valores de protección. Ambos edificios se quedaron sin blindaje excepto en la fachada y la primera crujía (la parte interna del edificio más cerca de las ventanas). Eso deja varios elementos arquitectónicos, como las escaleras, los revestimientos las decoraciones, los patios y las cristaleras, a merced de los nuevos promotores.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Esta decisión del Consejo, denuncian, se tomó de forma apresurada, después de que estuviera sin reunirse durante casi dos años, sin una visita previa al lugar y sin dar apenas información a los miembros que lo integran. Aseguran que la estrategia obedece al objetivo de plegarse a los intereses de los propietarios y a los promotores de la operación y que sienta un “peligrosísimo” precedente respecto a cualquier otro bien que también haya sido declarado de interés cultural.

“La ciudad va a parecer un simulacro. Se propone una visión de la capital como si fuera una cáscara ornamental sin contenido, hecha para un tipo de turista con bajo nivel cultural. No es un tratamiento digno para edificios de tanta categoría”, denuncia Patón, quien dice que han hecho varias alegaciones legales, sin efecto hasta el momento.

El Ayuntamiento de la capital, por su parte, quiere hacer una modificación del plan General para permitir más edificabilidad. “El plan general se aprobó en 1997 y califica el suelo de una determinada manera. Luego se hace un catálogo de edificios protegidos. Lo que se pretende, entonces, es cambiar eso para rebajar el nivel de protección de los inmuebles”, dice José Miguel Gastón de Iriarte y Medrano, uno de los arquitectos que firman el manifiesto.

Los arquitectos acusan a la Dirección General de Patrimonio, de la que depende la decisión última del posible proyecto, de dar el visto a bueno. “Es pura demagogia”, dice enérgico Patón. “Se trata de un cúmulo de disparates de los entes privados y en contra de los cuales los organismos públicos se deberían posicionar”, añade.

Pese a que en reiteradas ocasiones Patrimonio ha dicho que no hay nada autorizado de momento, la realidad es muy distinta a ojos de los arquitectos. “Sabemos que se han concedido al menos ocho licencias y que se están desmantelando por dentro los edificios. Varias personas que han pasado por la zona nos han advertido de que se puede ver a los obreros entrar y salir quitando cosas que están dentro de ellos”, dice Patón.

El manifiesto destaca que el proyecto hotelero ignora por completo a los arquitectos que contribuyeron a crear el conjunto. “Eduardo Adaro, Joaquín Saldaña, José Grases Riera y Manuel Galíndez son algunos de los nombres que ocupan un lugar destacado en la historia de la arquitectura”. Ahora su legado está en peligro, concluyen.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_