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Peligra la memoria brigadista

La burocracia amenaza el hito que recuerda a las Brigadas Internacionales en la Ciudad Universitaria

Brigadistas en la inauguración del monumento a las Brigadas Internacionales en 2011.
Brigadistas en la inauguración del monumento a las Brigadas Internacionales en 2011. santi burgos

Un hito conmemorativo de las Brigadas Internacionales dedicado a su recuerdo, que en octubre de 2011 fue erigido junto al vicerrectorado de Alumnos de la Ciudad Universitaria, está en peligro. El lugar que ocupa es el mismo desde el cual, hace 77 años, voluntarios de las Brigadas Internacionales XI y XII defendieron Madrid del asalto de tropas marroquíes y falangistas al mando del general franquista José Enrique Varela (1891-1951).

Tras la denuncia de un particular, el pasado mes de enero el Tribunal Superior de Justicia de Madrid señalaba que el hito memorial carecía de la preceptiva licencia urbanística. El Rectorado de la Universidad Complutense solicitó inmediatamente la licencia exigida y, después de transcurrir el plazo que prescribe la ley para recibir respuesta oficial, interpretó el silencio de la Administración de Justicia como autorización implícita.

No obstante, para confirmar tal autorización, la Complutense solicitó, aún, un certificado administrativo que así lo acreditara, sin haber recibido tampoco respuesta alguna. A la Universidad madrileña no le consta notificación alguna de ningún auto judicial sobre este asunto, según confirma un portavoz del Rectorado madrileño, que aduce que tampoco otros monumentos de la Ciudad Universitaria (a José Ortega y Gasset y a las víctimas del 11-M) tienen licencia.

Los voluntarios brigadistas contribuyeron eficazmente durante dos años a detener el avance de las tropas marroquíes, italianas y franquistas que, con apoyo artillero y aéreo del Ejército y la Aviación hitlerianas pugnaron, sin conseguirlo, por rendir Madrid, que resistió el asedio desde el otoño de 1936 hasta fines de marzo de 1939.

Foto de un parapeto con libros publicada en 'Le Patriote Illustré' en 1937.
Foto de un parapeto con libros publicada en 'Le Patriote Illustré' en 1937.

Protesta en el Parlamento de Londres

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La amenaza burocrática al hito brigadista han tenido repercusión internacional. La Embajada de Francia en Madrid se ha interesado por el asunto y parlamentarios del Partido Laborista británico, encabezados por el diputado Jeremy Corbyn, han dirigido escritos a su Gobierno, a la Embajada del Reino Unido en España y al Partido Popular en los que denuncia el riesgo que se cierne sobre lo que define como “un modesto memorial” en recuerdo de los combatientes internacionalistas. Muchos de los brigadistas que combatieron en la Ciudad Universitaria eran jóvenes británicos, como el poeta John Cornford; el futuro ensayista Bernard Knox; la memorialista Kate Mangan y el novelista John Sommerfield. Por ello, el novelista Upton Sinclair definió su destacamento como “la brigada más literaria de la historia de la guerra”.

Una información publicada a primeros de junio por el diario The Guardian señalaba que el Partido Popular lleva a cabo una política “beligerante e intolerante” al respecto, por cuanto que se propone erradicar del recinto de la Universidad Complutense “el único monumento existente en Madrid dedicado a la memoria de las Brigadas Internacionales”, mientras mantiene en su proximidad la existencia de hitos urbanos dedicados al franquismo.

Apenas a unos 1.500 metros en línea recta del lugar donde se encuentra el hito a las Brigadas, de algo más de 3 metros de altura por 0,80 centímetros de profundidad dedicado a los brigadistas –más de 9.000 de ellos cayeron en suelo español-, se yergue la mole del durante 40 años llamado “Arco de la Victoria”, de 44 metros de altura por 130 metros de base y 42 metros de fondo; había sido erigido en 1955 a instancias de la Comisión Permanente de la Junta de la Ciudad Universitaria creada tras la Guerra Civil, con el propósito de magnificar la figura de Franco –“Duce hispanorum”, se le denomina desde una enorme cartela en su fachada Este- y celebrar así el triunfo de su bando en una contienda civil iniciada por él contra el Gobierno legítimo de la República.

Combatientes de 55 países

Las Brigadas Internacionales estuvieron formadas por unos 35.000 voluntarios antifascistas procedentes, en distintas fases, de 55 países de cinco continentes, señaladamente obreros e intelectuales.

Las tropas italianas, alemanas y marroquíes que combatieron en el bando franquista superaban los 100.00 efectivos. Las Brigadas Internacionles XI y XII, unos 2.000 hombres, llegaron a Madrid a principios de noviembre de 1936, adiestradas apenas un mes antes en Albacete en el manejo de armas. La XI entró en combate el día 9 de noviembre en la Ciudad Universitaria, concretamente en la Facultad de Filosofía y Letras, durante un asalto de tropas marroquíes y unidades falangistas, al mando del general Varela, que intentaban adentrarse en el cercano parque del Oeste, intento que fue rechazado. El 15 de noviembre, las tropas atacantes realizaron una incursión que les permitió adueñarse de la Escuela de Arquitectura y, días después, de la Escuela de Ingenieros Agrónomos y del Hospital Clínico. Durante algunas fechas, la Facultad de Filosofía, donde se acuartelaba uno de los tres batallones de la XI Brigada Internacional al mando del general Klèber, fue escenario de encarnizados combates dentro de su recinto, con tropas de un bando en un piso y del otro en una planta distinta. Centenares de combatientes murieron allí.

Incunables en las ventanas

Comoquiera que los impactos de fusilería y artillería sobre el edificio universitario astillaban los cristales y vidrios de sus ventanas con gran riesgo para los combatientes, los mandos ordenaron improvisar parapetos con muebles y enseres, a los que los brigadistas añadieron libros tomados de la biblioteca de Filosofía y Letras, donde, paradójicamente, miles de valiosísimos volúmenes habían sido trasladados meses antes desde el centro de Madrid “por temor a que disturbios en el casco de la ciudad los pusieran en peligro”. Así lo afirma Marta Torres, historiadora y filóloga, directora de la Biblioteca Marqués de Valdecilla de la Universidad Complutense y autora de una tesis doctoral, ahora en imprenta para su publicación, que versa sobre la historia de los fondos bibliográficos de la universidad madrileña durante la República y la Guerra.

De los 150.000 volúmenes de los que constaba la Biblioteca Complutense, la guerra aniquiló o mutiló unos 50.000, calcula Marta Torres. Gran parte de ellos estaba depositada en la Facultad de Filosofía, que pasó durante unas semanas de noviembre a manos de los combatientes marroquíes, y también en la Escuela de Arquitectura, controlada por estos, donde se perdieron documentos y planos de extraordinario valor de autores del siglo XVIII como Ventura Rodríguez, arquitecto de la fuente de Neptuno, así como textos y obras del historiador y arqueólogo Amador de los Ríos (1818-1878), entre otras joyas.

A efectos de su capacidad protectora ante el fuego enemigo, los libros más cotizados por los combatientes de ambos bandos eran las obras completas y los grandes tratados, pues confirmaron que su espesor frenaba la trayectoria de las balas “a partir de la página 350”, según un voluntario.

Sin embargo, ya en marzo de 1937, las autoridades republicanas decidieron enviar a miembros de la organización Cultura Popular y de las Juventudes Socialistas Unificadas a rescatar libros de las ventanas de Filosofía y Letras y de Derecho, así como por las trincheras circundantes, donde se hallaba desperdigada una parte importante de aquellos tesoros bibliográficos. Así pudieron ser recobrados 300 incunables, manuscritos medievales y libros raros de la Facultad de Filosofía, además de 195 incunables, 125 códices medievales y 25 documentos de extraordinario valor que se hallaban en la Facultad de Derecho. El mando franquista hizo lo propio en la biblioteca de la Escuela de Arquitectura, donde recobró numerosos volúmenes. Con todo, una Biblia visigótica del siglo X se perdió y miles de libros ardieron, desaparecieron o quedaron desperdigados por trincheras y parapetos.

Cuando, el 24 de septiembre de 1938, el jefe del Gobierno republicano Juan Negrín ofreció retirar 10.000 brigadistas a cambio de que Italia hiciera lo propio en el bando de Franco, las Brigadas Internacionales fueron licenciadas. Sin embargo, Italia mantuvo otros contingentes en España que tomaron parte crucial en la campaña de Cataluña.

Tras la muerte de Franco, una vez votada la Constitución Española de 1978 y establecida la democracia, hasta el año 1996 no se firmó un decreto ley que ofreció a cada brigadista la nacionalidad española si renunciaban a su nacionalidad de origen. Sin embargo, una década después, la ley de Memoria Histórica brindó la doble nacionalidad a cada brigadista que lo solicitase. Entre los combatientes internacionalistas destacaron el oficial estadounidense Oliver Law, el primer capitán de color al frente de una compañía formada por blancos, caído en el frente de Brunete; el británico George Nathan; el francés Henry Rol-Tanguy; el polaco Adam Davidovich; el italiano Luigi Longo y los alemanes Hans Kahle, Gustav Regler, Willy Bredel, Ludwig Renn, el húngaro Mate Zalka entre otros.

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