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El niño muerto en las Hogueras estuvo 20 minutos desangrándose

Las heridas le afectaron a la yugular y el menor ha fallecido esta sábado internado en la UCI

Un testigo explica cómo y dónde ocurrieron los hechos desafortunados en los que un niño de 10 años ha resultado muerto tras la explosión de un petardo en el interior de una lata.
Un testigo explica cómo y dónde ocurrieron los hechos desafortunados en los que un niño de 10 años ha resultado muerto tras la explosión de un petardo en el interior de una lata. Morell (EFE)

“La impresión es que el niño se hubiera salvado si alguien hubiera hecho más”, dice Judith, una vecina de la plaza de Padre Fontova, en Alicante, donde anoche Aaron Marcos, de 9 años, fue alcanzado en el cuello por la esquirla de una lata que le causó la muerte tras explotar con un petardo dentro. “No tenía pulso cuando se lo llevaron, se pasó más de 20 minutos tirado desangrándose”, dice esta mujer que estuvo buscando las pulsaciones de un Aaron con los labios “morados”.

Aaron murió a las seis de la mañana del sábado en el hospital de Alicante, en el que entró con parada cardiorespiratoria. El niño, del que se dice que tenía miedo a los petardos, jugaba en la barraca de San Blai de Dalt, de la que no era miembro. Tras el petardazo, corrió 15 metros hacia su madre y se desplomó. El reguero de sangre todavía era visible ayer.

Andrei, un vecino desde hace años en el barrio, se quitó la camiseta para ayudar a taponar la herida del niño: “Lo que pasó es que nadie puso el coche, nadie se arrimó. Había padres sentados en el parque, la terraza del bar estaba llena, estaban incluso montando una tarima para la música”, dice señalando un escenario a 10 metros de donde el niño se desplomó.

“La gente se quedó blanca”, continúa Luis, de 23 años, presente en el momento y conocido del primo del fallecido. Dos chavales de 20 y 19 años de su pandilla fueron los que acudieron al grito de auxilio de la madre de Aaron. No tenían ningún conocimiento médico, ni sabían donde presionar. A los 20 minutos, dos chavales decidieron abordar un coche particular y llevárselo sin esperar a la ambulancia.

El SAMU nunca llegó a la plaza del Padre Fontova. El aviso ocurrió a las 21.20 horas, muchos después del petardazo. El servicio fue cancelado por una llamada de la Policía Local, que llegó al lugar cuando el niño ya estaba en el hospital. Según un miembro de la barraca que pide no ser identificado, un agente le daba por muerto ya a las once de la noche. “Un petardito normal no hace eso”, dijo.

En 2011, un decreto de la Generalitat Valenciana redujo la edad establecida para poder tirar petardos de los 12 que marca la ley europea a los 8 años, al considerarse “un ritual” de las fiestas valencianas. Siempre con el permiso de los padres o mostrando un adulto un DNI. La ley europea y su obligatorio cumplimiento por la administración nacional no tuvo buen recibimiento en la Comunidad Valenciana. El edil de fiestas de Valencia la calificó entonces como un “absoluto irraciocinio”.

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Cuentan en el barrio que Aaron tenía miedo a los petardos y no participaba de la broma que hizo estallar la letal lata de cerveza. Simplemente estaba allí. La policía judicial ha abierto una investigación para averiguar quien metió el petardo en la lata. En un principio se especuló con que fuera un menor de más edad que Aaron.

“No sé qué ha pasado este año”, dijo Juani, que regenta desde hace 20 años su panadería en este barrio trabajador: “Está siendo un desmadre”. El pasado jueves un hombre tuvo que llevar corriendo a su hija con un corte en la pierna causado por la explosión de una botella de cristal con otro petardo dentro. Le pusieron 21 puntos. El miércoles dos calles más arriba los niños quemaron un sofá a base de ponerle petardos.

Los accidentes con pólvora de por medio no son extraños en territorio valenciano: el pasado mes de agosto, en la Nit de l’Albà de Elche una explosión dejó 23 heridos. En 2011, 22 de los 138 heridos por la guerra de carretillas de la misma ciudad fueron ingresados en el hospital. Dos de ellos niños de 8 y 10 años. En 2006 fueron 165 heridos, uno de ellos un bebé de 15 meses. Entre 2001 y 2005 30 niños de menos de 12 años sufrieron imputaciones de dedos, quemaduras de cuerpo y vaciamiento de ojos.

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