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Tribuna
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¡Fuego en las tablas!

Hasta no hace muchos años, las empresas tenían la obligación de mantener al bombero entre cajas de la escena. Los viejos teatros, con estructura deficiente, madera abundante, telones pintados e iluminación por gas o con los primeros generadores eléctricos, eran cebo ideal para el fuego. Y muchos fueron pasto de las llamas. Algunos se recuperaron, otros desaparecieron.

El 5 de enero de 1925, se publicó una Real Orden obligando a los teatros a instalar extintores visibles, alarmas contra incendios y sistemas de aviso constantemente vigilados por operarios. Pero no se evitaron los siniestros. El 23 de septiembre de 1928, cuando se representaba La mejor del puerto, se declaró fuego en el teatro Novedades, en la esquina de la calle de Toledo y Santa Ana. Fallecieron más de 67 personas.

El Novedades se había inaugurado en 1857 con El mejor alcalde, el rey. Su tragedia solo es equiparable al incendio de la discoteca Alcalá 20, la noche del 17 de diciembre de 1983. En el resto de siniestros no se registraron daños personales.

En el Variedades, al final de la calle de la Magdalena, fue donde nació el teatro por horas y donde triunfaron los Bufos de Arderius. Seguramente era el local más populachero de finales del siglo XIX. La noche del 28 de enero de 1888, el fuego destruyó ese local, que nunca volvió a reedificarse.

También desapareció para siempre Eldorado, la noche del 19 de julio de 1903. Era un local de verano que estaba en los jardines del Retiro. Se echó la culpa a los cuadros eléctricos

La primera noche del año 1908 ardió el Ena Victoria, local de escasa calidad que estaba en la calle de San Roque, detrás del teatro Lara. Un año más tarde, el 9 de noviembre de 1909, el siniestro se produjo en el teatro de la Zarzuela. Afortunadamente se reconstruyó y sigue abierto.

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La actual sede de la Compañía de Teatro Clásico, el teatro de la Comedia, fue prácticamente destruido por un incendio la noche del 18 de abril de 1915. Se había representado El orgullo de Albacete. Volvió a levantar el telón el 15 de diciembre.

El teatro Barbieri estaba en la calle de la Primavera, a un paso de la plaza de Lavapiés. Era un local tan popular y modesto como el barrio. El fuego acabó con él la madrugada del 11 de diciembre de 1917. No se registraron víctimas, aunque el fuego afectó a las vecinas casas de la calle de la Fe.

El Gran Teatro era considerado uno de los recintos más bellos y grandes de Madrid. Estaba en la calle del Marqués de la Ensenada, donde hoy se levanta el Instituto Francés. El fuego terminó con él a las cinco de la madrugada del 29 de enero de 1920.

El teatro Español, propiedad del Ayuntamiento, fue prácticamente destruido la noche del 19 de octubre de 1975. El viejo Corral del Príncipe debió ser reconstruido casi íntegramente. Conservó la estructura e imagen que había conseguido el padre de María Guerrero al comienzo de ese siglo.

Antonio Castro es cronista de la Villa y autor del libro Teatro Alcázar-Palacio de los Recreos.

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