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Un dragado cuesta arriba

El Gobierno y la Junta respaldan al comité que pidió desestimar el proyecto del puerto de Sevilla

Manuel Planelles
El río Guadalquivir, a su paso por Coria del Río (Sevilla).
El río Guadalquivir, a su paso por Coria del Río (Sevilla). julián rojas

Pueden pasar muchas cosas en una década. Por ejemplo, que una Declaración de Impacto Ambiental (DIA) se quede desfasada. El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha reconocido esta semana que tiene “dudas” sobre la vigencia de la DIA que el Gobierno concedió en septiembre de 2003 a la Autoridad Portuaria de Sevilla. Este documento es el que mantiene vivo el controvertido proyecto de ampliación del dragado de los últimos 80 kilómetros del río Guadalquivir, que el puerto de Sevilla quiere acometer para que lleguen hasta la capital andaluza buques de mayor calado. “Se ha pedido un informe a los servicios jurídicos del Estado para saber si está vigente”, anunció el lunes el secretario de Estado de Medio Ambiente, Federico Ramos.

El anterior Gobierno central introdujo en 2008 y 2010 algunas modificaciones en la normativa que rige la tramitación ambiental. Se fijó que una DIA caducará “si una vez autorizado o aprobado el proyecto no se hubiera comenzado su ejecución” en un plazo de cinco años. No obstante, se abrió la puerta a que, transcurrido ese plazo, el ministerio pueda determinar que una declaración es válida si no se han “producido cambios sustanciales en los elementos esenciales que han servido de base para realizar la evaluación”.

El caso de la DIA del proyecto del puerto de Sevilla es complicado. La Autoridad Portuaria sostiene que la declaración sigue plenamente vigente. De hecho, aquella DIA de 2003 fue el principal argumento que la Autoridad Portuaria empleó cuando anunció a mediados de abril que comenzaba los trámites para acometer el dragado de profundización. Lo cierto es que en estos diez años sí se han realizado algunas de las actuaciones amparadas por aquella declaración: los dragados de mantenimiento anuales y la construcción de una nueva esclusa. Solo faltaría ampliar el calado del río, el aspecto que más polémica suscita por su afección a Doñana.

El arroz y el daño en las orillas

Miguel Arias Cañete, ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, descartó a mediados de marzo que la ampliación del dragado del Guadalquivir se pueda hacer “automáticamente” por los daños que se generarían en Doñana y en los cultivos. De analizar las potenciales afecciones al espacio natural ya se encargó la comisión científica que en noviembre de 2010 concluyó que el proyecto debía desestimarse. De los daños a los cultivos, principalmente del arroz, han alertado los regantes. Feragua, Asaja y la Federación de Arroceros de Sevilla han mostrado su rechazo al proyecto si no se acomete una modernización del regadío que les permita dejar de depender del Guadalquivir. Esa modernización costaría unos 180 millones, según Julián Borja, presidente de la Federación de Arroceros de Sevilla. Las tres organizaciones afirman que tienen el compromiso del ministerio de que es necesario “acometer las medidas compensatorias del dragado, como condición ineludible a su ejecución”. Y, según los agricultores, entre esas medidas estaría la costosa modernización del regadío. Desde que se empezó a hablar de la ampliación del dragado del último tramo del Guadalquivir, los regantes advertían del aumento de la salinidad que se podría provocar al entrar las mareas en el estuario con más fuerza. Sin embargo, en la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) de 2003 se rechazaba que ese aumento de la salinidad fuera suficientemente significativo. Miguel Losada, autor del completo informe sobre el estuario de 2010, comparte esa visión. Para Losada el principal problema —tanto para los arroceros como para Doñana— sería el daño en las márgenes del río. Al profundizar en el calado del estuario, el río tendería a erosionar las márgenes para rellenar lo dragado. “Se comería las márgenes para cargarse de sedimentos”, detalla Losada. Este experto del grupo de Dinámica de Flujos Ambientales de la Universidad de Granada critica que la DIA de 2003 ni siquiera contemplara este problema. “Se decía que la erosión se provocaría por las olas que levantan los barcos”, algo que, según Losada, no tiene la suficiente entidad como la propia fuerza del río. Losada opina que debería diseñarse un costoso sistema de escolleras para evitar el daño en las orillas si se quiere ampliar el dragado.

Teresa Ribera, secretaria de Estado de Cambio Climático entre 2008 y 2011, dice tener “enormes dudas respecto a la vigencia” de la DIA. Estas dudas no surgen por los plazos legales de caducidad, sino por las incertidumbres sobre el fondo del proyecto.

Tras la aprobación de la declaración en 2003 surgieron bastantes voces que alertaron de la repercusión que la ampliación del dragado podría tener sobre el espacio natural de Doñana, ubicado en el estuario del río. Se encargó un informe a un grupo de investigadores del CSIC, que en 2010 concluyó que esta actuación afectaría “negativamente a la dinámica, morfología y biodiversidad del estuario”. Partiendo de este informe, dirigido por los expertos Miguel Losada y Javier Ruiz, una comisión científica dictaminó que el proyecto debía desestimarse al haberse “demostrado incompatible con la conservación del estuario”. Esta comisión dejó la puerta abierta a que, una vez que mejoren las condiciones del último tramo del río, el puerto de Sevilla pudiera volver a someter el dragado a una nueva evaluación de impacto ambiental.

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“Se necesita una nueva DIA”, apunta Miguel Losada. Este investigador de la Universidad de Granada cree que, cuando se aprobó en 2003 la declaración favorable, “el estuario era un completo desconocido”. “La DIA no contemplaba en su conjunto el funcionamiento del estuario”, añade.

Tras hacerse público el dictamen de la comisión científica —de la que la Autoridad Portuaria formaba parte—, el puerto sevillano restó importancia y validez a las recomendaciones. Pero las Administraciones no hicieron lo mismo. El anterior Ministerio de Medio Ambiente envió el 11 de octubre de 2011 un escrito al puerto en el que le advertía que las conclusiones de la comisión científica habían “pasado a ser condición vinculante” de la DIA. En la misma línea se manifestó la Consejería de Medio Ambiente en otra comunicación del 4 de mayo de 2012, en la que además apuntaba a que el Gobierno andaluz puede poner en aprietos este proyecto si emite un informe negativo de afección a la Red Natura 2000, de la que forma parte Doñana.

Tras las elecciones generales de 2011 y autonómicas de 2012, la duda era qué posición mantendrían estas Administraciones. El actual consejero de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Luis Planas, ha asumido ya públicamente aquel escrito de mayo de 2012. Y el actual Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente también parece que respalda el dictamen de la comisión científica. Así se lo ha transmitido a la Comisión Europea la Secretaría de Estado para la UE, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores. “Se deberá cumplir con el condicionado de la DIA en relación con las recomendaciones realizadas por la comisión científica en su informe de noviembre de 2010”, se señala en una comunicación entre Madrid y Bruselas fechada en enero a la que ha tenido acceso este periódico. Este escrito se enmarca en la queja que mantiene abierta desde 2012 la Comisión Europea por la posible afección de los dragados de mantenimiento y el de profundización a Doñana, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1994. En ese mismo escrito se señala que “la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental y Medio Natural (...) considera que será preciso que sea consultada en caso de que se realizara un dragado de profundización para que pudiera decidir la tramitación ambiental requerida a tal efecto”.

Pero no solo desde las instituciones españolas se reconoce como válido el dictamen de la comisión científica. También, desde la Unesco. El Comité del Patrimonio Mundial analizará la situación de Doñana en la reunión que se celebrará entre el 16 y el 27 de junio en Camboya. En esta sesión se abordará una “propuesta de decisión” en la que se insta a España a no permitir “cualquier dragado de profundización en el bajo Guadalquivir”. Además, se reclama que se integren “las conclusiones de la comisión científica como vinculantes” en la DIA del proyecto. La propuesta —elaborada con la colaboración con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza— incluye la obligación de que España presente un informe en febrero de 2014 del cumplimiento de las recomendaciones sobre el dragado, la sobreexplotación del acuífero y los proyectos de hidrocarburos. Con todo, esta texto deberá debatirse en Camboya, donde se fijará la postura final y se decidirá si Doñana entra en la lista de patrimonio mundial amenazado.

Una década entre dudas

  • Septiembre de 2003. La Secretaría General de Medio Ambiente del Gobierno central concede la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) favorable al proyecto Actuaciones de mejora en accesos marítimos al puerto de Sevilla. El proyecto contempla la construcción de una nueva esclusa, dragados de mantenimiento y una profundización del calado en los 80 últimos kilómetros del río. Dos años antes, en 2001, el Patronato del Parque Nacional de Doñana ya se había mostrado en contra del proyecto.
  • Noviembre de 2004. Ante las dudas sobre la afección a Doñana, el Patronato, con el visto bueno de la exministra de Medio Ambiente Cristina Narbona, propone que una comisión científica analice este asunto.
  • Junio 2005. Se constituye la Comisión Científica para el Estudio de las Afecciones del Dragado del Río Guadalquivir. La comisión encarga a Miguel Losada y Javier Ruiz la elaboración de un informe sobre el estuario del Guadalquivir.
  • Noviembre de 2010. Tras recibir las conclusiones de los expertos del CSIC, la comisión científica dictamina que no es recomendable realizar el dragado de profundización. Paralelamente, el puerto de Sevilla inaugura la nueva esclusa contemplada en la DIA y acomete los dragados de mantenimiento. Pero el proyecto está inconcluso porque falta aumentar el calado del estuario.
  • Octubre de 2011. El Ministerio de Medio Ambiente comunica al puerto que las conclusiones de la comisión científica han pasado a ser "condición vinculante" de la DIA. En mayo de 2012, la Junta, a través de otro escrito, insiste en lo mismo. Y, en enero de este año, el Gobierno actual reconoce que la DIA debe incluir las recomendaciones de la comisión científica.
  • Abril de 2013. El puerto sostiene que comienza la tramitación para realizar el dragado de profundización. Ahora, el ministerio estudia la vigencia de la DIA.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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