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El agua ya circula en pruebas por la desaladora de Torrevieja

Tres plantas proyectadas en 2004 están listas y otras dos, en la recta final

Instalaciones de la planta desaladora de Torrevieja.
Instalaciones de la planta desaladora de Torrevieja.PEPE OLIVARES

A los dirigentes del PP siempre se les atragantó el agua procedente de una desaladora. Durante la etapa de gobiernos socialistas se inició un ambicioso plan de construcción de plantas desalinizadoras para garantizar el abastecimiento en el litoral turístico valenciano en tiempo de sequía. El programa Agua se planteó como una alternativa antagónica al trasvase del Ebro, una apuesta del gobierno del PP. La consejera de Infraestructuras, Isabel Bonig, ya ha reiterado en público en varias ocasiones que el gobierno socialista se gastó 494 millones de euros con unas desaladoras que “ahora no sabemos qué hacer con ellas”.

La de Torrevieja, que es la más grande de Europa, ya está en pruebas y entrará en servicio este verano, junto con las de Mutxamel y Sagunto, que también están finalizadas. Las de Oropesa y Moncofa, ambas en la provincia de Castellón, tienen las obras “muy avanzadas”, según fuentes de Acuamed, la empresa que se encarga de la construcción y explotación de estas instalaciones. Por el camino quedaron las de Xàbia y Guardamar del Segura que no llegaron a concretarse.

Las primeras plantas que se inauguraron fueron la ampliación de la planta Alicante I y Alicante II. Y en estos días ha empezado a funcionar en periodo de pruebas la que fue concebida como la mayor de Europa: la desaladora de Torrevieja. Pero su gestación ha sido larga, más de seis años de obras y trámites administrativos, que han estado rodeados de una gran polémica. La de Torrevieja fue la gran apuesta del Gobierno presidido por Zapatero contra la sequía, a la que el Gobierno de la Generalitat, del PP, no dejó de poner zancadillas.

La planta tiene una capacidad para generar 80 hectómetros cúbicos de agua al año, la mitad para regadío y otro tanto para abastecimiento humano. La instalación ha supuesto una inversión de 300 millones de euros, de los 55 llegaron de subvenciones de la Unión Europea. La desaladora de Torrevieja, declarada de interés general por el Estado, está desde hace unos días incrementando “progresivamente” la producción de agua procedente del mar apta para el consumo. Fuentes de Acuamed, la empresa pública dependiente del Ministerio de Agricultura, explicaron que una vez comprobado el correcto funcionamiento del “bastidor” los técnicos están poniendo a punto “todos y cada uno de los sofisticados equipos” de esta planta: cámaras de mezcla, filtros cerrados, los distintos tipos de bombas, las membranas de ósmosis inversa, los equipos de remineralización y los miles de kilómetros de tuberías. “Este verano se podrá dar agua de forma continuada y con una capacidad de producción adecuada”, confía Acuamed.

En una primera fase, está previsto, que la planta sirva para regar al campo de Cartagena y posteriormente al embalse de la Pedrera y a la mancomunidad del Taibilla, que abastece de agua a los municipios del sur de Alicante. El agua desalada que genere la planta para regadío se pondrá a disposición del Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura, aunque la incógnita, por ahora, es saber el precio y las condiciones de uso del agua para regar unas 60.000 hectáreas de cultivos. Manuel Aldeguer, excomisario de aguas de la Confederación del Segura, recordó como el presidente del sindicato de regantes del trasvase, Francisco del Amor, alcanzó un acuerdo verbal con la entonces ministra, Cristina Narbona, para que toda la producción de la planta fuera destinada para el campo, a un precio de 30 céntimos de euro el metro cúbico (el agua del trasvase Tajo-Segura se está pagando a 17 céntimos). Sin embargo, los regantes en asamblea rechazaron el convenio con el Ministerio. “Ahora no hay acuerdo de precio, ni de condiciones”, admitió Aldeguer que teme que la planta se convierta al final en la “tabla de salvación” para los regantes en años de sequía, una vez que el PP “confirme la defunción del trasvase Tajo-Segura”, agregó. Por su lado, Ángel Urbina, portavoz de Riegos de Levante, advirtió: “Los regantes no queremos agua desalada; si no podemos pagar la otra, ¿cómo pagaremos esta?”. Urbina tildó de “barbaridad” que se hayan gastado 300 millones de euros “de dudosa rentabilidad”.

‘Nuclear del mar’ y ‘atrofia testicular’

E. MOLTÓ

El proyecto de planta desaladora en Torrevieja, desde sus inicios en 2006, se ha visto inmerso en una fuerte bronca política. La instalación, que promovió el Gobierno de Zapatero, no fue bien acogida por el PP, que desplegó toda su artillería política y mediática cuestionando los beneficios del agua tratada del mar y criticando abiertamente esta planta cuyos vertidos de salmuera, según dijeron varios dirigentes del PP, suponían “un serio peligro para el litoral”. El entonces diputado autonómico, Esteban González Pons, la bautizó como “la nuclear del mar”, y otro diputado provincial, y concejal en Torrevieja, Domingo Soler, entonces militante del PP, llegó a decir que el consumo de agua desalada provoca “atrofia testicular”. Ahora los populares tendrán que cambiar de discurso, sacar rédito político a esta inversión que durante los últimos años boicotearon.

La obra se adjudicó a la empresa Acciona en el año 2006. En febrero del año siguiente empezaron los movimientos de tierra, pero pronto empezaron a surgir las pegas. Nada más empezar las obras el Consell bloqueó los accesos con la instalación de unos quitacementos. Luego Acuamed solicitó en agosto de 2007 la autorización medioambiental integrada, y la Generalitat, presidida por Francisco Camps, la denegó en varias ocasiones. Lo mismo ocurrió con la autorización de las condiciones y tomas marítimas, dependientes de la Dirección General de Puertos de la Generalitat. El Gobierno valenciano incluso presentó un recurso ante los tribunales exigiendo la paralización de las obras, que el final fue desestimado por la Audiencia Nacional.

El boicot acabó con la llegada al Gobierno de Mariano Rajoy, y ahora el PP ha modulado su discurso y empieza a hablar, aunque con la boca pequeña, de la desalación puede ser una buena opción para hacer frente a la sequía y garantizar el suministro.

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