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Tele Pako no se rinde

Francisco Pérez es fundador y alma mater de la emisora Tele K, decana de las televisiones de barrio

Pilar Álvarez
Sciammarella

Si Paquito le hubiera hecho caso a su madre en la juventud, hoy sería banquero en la sucursal donde empezó de botones a los 14 años. “Mi director decía que tenía dotes para analizar riesgos”, recuerda. Un hombre de provecho, debió de pensar la madre. Pero el vallecano Francisco Pérez tenía el corazón (y la cabeza) en otro sitio. Siempre le hizo más caso a su padre, Manolo el almacenero, el que llevaba el jornal a la casita de Las Californias, aquella infravivienda con “más baches que una carretera” en el suelo del salón. Paco compartía con su hermano una cama plegable pegada a la mancha de humedad de una pared. Su hermana dormía con la abuela. El dormitorio era para sus padres, Manolo y Marina.

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Por las calles embarradas del barrio, de adolescente, era lo que uno de sus amigos llama “un agitador social”. Militaba en el Partido Comunista, en Comisiones Obreras y se puso al frente de la Asociación de Vecinos de Puente de Vallecas. Consiguieron la rehabilitación y realojos en pisos. Cuando se mudaron, recuerda, la hermana miró la bañera como el que descubre un ovni. “¡Mira, un pilón!”, gritó ella. En fin, la tarea estaba hecha: el barrio no tenía barro ni los salones baches. ¿Y ahora, qué? ¿Qué hacemos con toda esta gente? Se tiraron a la piscina y montaron la primera televisión comunitaria y de barrio de Madrid, que en 2013 cumple 20 años: Tele K, con K de Vallekas.

“¡Quién te mandaría a ti…!”, debió de pensar su madre. Aquella decisión le marcó para siempre. “A mi vida le ha dado sentido Tele K. ¿Qué sería yo sin eso? Solo un hincha del Rayo”, dice. Tiene mirada de dormir poco y peina canas a sus 57 años, pero habla como un chaval. En 1993, unos 50 colegas del barrio empezaron la emisión de Tele K. “Te contamos las cosas como son”, repite un vecino tras otro frente al micro en una de las promociones. Arrancaron en la parte de atrás de una tienda de electrodomésticos, con las cámaras de Jaime y Trini, que acababan de cerrar la escuela de cine del barrio, Viridiana. Dos horas diarias de programación “ultralocal” con un emisor de cinco vatios que apenas cubría un radio de dos kilómetros. Uno de los primeros programas se llamaba Nunca seremos la primera. Después llegaron La Tuerka o Todo por la Kausa. Y el convenio para emitir los telediarios del canal venezolano Telesur, que ha tenido a los vecinos de Vallecas al tanto de la muerte de Hugo Chávez.

En Tele K está también su mujer, Elena, fundadora y compañera desde los inicios y conductora del programa Agenda Okulta. Su hijo Álex (27), hizo un curso de cámara en la escuela audiovisual, que impulsaron para formar a los chavales del barrio. Ahora se dedica a la videovigilancia.

Las cintas de la videoteca de 20 años de emisiones están apiladas en cajas de frutas en mitad del plató. En esas cintas está la historia del barrio y la de Paco Pérez. La televisión ha estado al borde del cierre en multitud de ocasiones. A veces, rumiaron tirar la toalla. En 2005, el Gobierno de Esperanza Aguirre amenazó con una multa de 500.000 euros si seguían ocupando el canal 40 para emitir sin “habilitación normativa”. Les salvó un cambio legislativo. En 2011, se quedaron sin fondos y la tele fue a negro. Solo la emisión cuesta 3.000 euros mensuales y hay otros 1.000 euros en gastos. Los vecinos acudieron en su ayuda. Se recaudaron 35.000 euros en tres meses. “Ahora está muy de moda eso del crowdfunding [financiación en masa], pero lo inventamos en Vallecas”. Han organizado un nuevo evento porque cumplen años y porque siguen necesitando fondos: un concierto el 13 de marzo en la sala Rock Kitchen (Fundadores, 9).

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Por el plató han pasado personajes de todo pelaje. A Mario Conde le entrevistaron tras su salida de la cárcel. “Presumía de haber hecho muchos amigos de Vallecas entre rejas”, recuerda Pérez. Y tuvieron de tertuliano al ex diputado popular Benjamín Martín Vasco, imputado en la trama Gürtel. “Decía que estaba en política para servir a los demás. No hay que creerse a nadie que alardee de algo así", recomienda el vallecano.

El Gran Wyoming echa una mano siempre que puede. Inés Sabanés, exdiputada de IU y portavoz de Equo en Madrid, tiene blog y es tertuliana asidua. “Tele K es a Vallecas lo que La Sexta al conjunto del Estado en el páramo de una TDT controlada por la extrema derecha”, contrapone el concejal Pablo García-Rojo, secretario del PSOE en el distrito, el único de los 21 de Madrid donde saca más votos la izquierda. “Es algo pegado a él, podría llamarse Tele Pako”, reflexiona Nino Olmeda, corresponsal parlamentario de Servimedia, tertuliano de la emisora local, vallecano de pro y “tronquito” de Pérez. Él es el culpable (o el cómplice) de que alguna vez hayan pasado más de 10 minutos a carcajada limpia en directo o de que cambiaran el día y la hora de emisión de un programa para no perderse un partido del Atlético de Madrid.

“Paco Pérez es un puntal importante de Vallecas”, admite Eva Durán, presidenta de la Junta Municipal de Distrito y edil del PP. Hace años que no ve la tele del barrio. “Vivo justo en el límite con Vallecas y no cojo el canal”, explica. Y otro tanto que no acude a las tertulias “por problemas de agenda”. “Antes asistía a menudo y los vecinos me decían: ‘¿por qué vas a Tele K si los tienes a todos en contra?”, asegura. Dice la edil que Pérez es “muy peculiar” a la hora de hacer sus reivindicaciones. Recuerda cuando se plantó con un burro en Sol para retar al caballo Madrid que compró el entonces presidente Gallardón o cuando protagonizó “un full monty” a las puertas de la junta de distrito. En las nalgas, que quedaron al aire, llevaba escrita una reivindicación: agua para la batalla naval de Vallecas.

La escuela audiovisual de Tele K cerró el 21 de diciembre por el recorte de fondos de formación. El sueldo del fundador salía de dirigir la escuela. Tele K apenas ha rendido para pagar una nómina: la de José Luis, el de continuidad. Pérez está en el paro y busca trabajo. “Se me da bien administrar cosas”. Para “no asustar”, cuenta, ha limado parte del currículo: las conferencias en Sudáfrica para la Unesco, la exportación del modelo a Chile, Bolivia o Ecuador de la mano de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y todos los puestos de presidente honorífico que ha tenido: de las teles locales de Madrid y España, de la Cofradía Marinera de Vallecas, fundador del Ateneo Republicano... Ninguno de esos nombramientos le ha procurado un euro al hombre que pudo reinar en una sucursal. No parece importarle demasiado. En esta vida, dice, no todo es el dinero.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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