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Saber leer los avisos de la nieve para anticiparse a las avalanchas

Meteorólogos de la AEMET estudian semanalmente zonas nevadas para prevenir aludes Todos los años se producen entre 12 y 14 avalanchas en la Comunidad de Madrid En el año 2009 murió sepultado un montañero, la última víctima en la región

Trabajos de medición del riesgo de avalanchas en el puerto de Cotos.
Trabajos de medición del riesgo de avalanchas en el puerto de Cotos. CARLOS ROSILLO

"Si quedas sepultado bajo la nieve los primeros 15 minutos son cruciales. Mucha gente muere por el golpe o quedan inconscientes y se asfixian". Modesto Sánchez es físico y meteorólogo.Trabaja para la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y es responsable del grupo de prevención de aludes. Anualmente, explica, se producen en Madrid entre 12 y 14 avalanchas además de otros muchos deslizamientos menores.

Cada jueves un meteorólogo de la AEMET y un vigilante del Parque Natural de Peñalara hacen mediciones en este espacio natural para que los expertos de la estación de Navacerrada puedan calcular el riesgo de que se produzca uno de estos fenómenos. Se elige una zona donde se sospeche que pueda ocurrir una avalancha. Esta vez es la cima de una ladera, a casi 2.100 metros de altitud, muy cerca de donde un senderista de 24 años perdió la vida sepultado por la nieve el 16 de enero de 2009. Para llegar hasta el lugar hay que ir desde la estación del Puerto de Cotos en Ratrack, un vehículo con cadenas en lugar de ruedas y diseñado para circular en la nieve. Un trayecto de 15 minutos a través de un camino serpenteante con abetos a los lados. Dos pasajeros en la cabina y el resto de pie en la parte de atrás, abierta, agarrados a una barandilla para no caerse y esquivando las ramas de los árboles.

En lo alto de la pendiente seis personas se arremolinan en torno a un agujero de un metro de profundidad abierto en la nieve. Luis Pantoja, director del observatorio meteorológico del Puerto de Navacerrada, está dentro, tomando la temperatura de los estratos de hielo. A un lado del hoyo dos científicos introducen en la nieve una sonda graduada —un palo metálico de un metro con muescas en cada centímetro— para medir su dureza. En la parte superior hay una varilla que atraviesa un peso de un kilogramo. Se sube la pesa, se suelta para que golpee la sonda y se mide lo que esta penetra en la nieve. Así una y otra vez, centímetro a centímetro, hasta que la capa de nieve es atravesada y la sonda toca el suelo. Es un proceso lento y tedioso. Finalmente, se recoge una muestra de nieve de cada capa y se estudia con la lupa.

Con las evidencias recabadas los especialistas pueden calcular la posibilidad de que se produzca un alud en un intervalo de ocho o nueve días. Hay cinco niveles de alerta. En los Alpes son frecuentes los aludes de nivel cuatro y cinco, el más peligroso. En Madrid nunca se ha sobrepasado el tercer nivel, aunque los técnicos sospechan que el alud que acabó con la vida del montañero era de nivel cuatro.

Las avalanchas se producen cuando una capa de nieve se desliza sobre el firme de debajo. Pueden contener desde 100 metros cúbicos de nieve hasta más de 10.000. Más de un millón de kilogramos de cristales de hielo precipitándose montaña abajo. "[Estar atrapado bajo la nieve] es como una escayola", cuenta Alberto Pantoja, profesor de esquí y técnico en montañismo –subió su primer 5.000 con 12 años-. “Estás aprisionado y no te puedes mover, y no hay espacio para el aire”. La falta de oxígeno es, por delante de la hipotermia, la principal causa de muerte en estos accidentes. Los servicios de emergencias de la comunidad recomiendan en su página de internet mover fuertemente con brazos y piernas para crear alrededor un espacio que permita respirar. Además, en caso de estar desorientado hay que escupir. La dirección del escupitajo indica dónde está el suelo para después escarbar en dirección contraria, hacia la superficie.

El  alud de placas es el más frecuente y el que más víctimas provoca
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El más peligroso es el llamado alud de placas. También es el más frecuente y el que más víctimas provoca. Se forma cuando ha soplado viento los días anteriores. Los cristales de hielo se fragmentan y acaban compactados, formando estratos rígidos y frágiles. "La placa de arriba se quiebra y arrastra consigo a la de abajo", cuentan los técnicos.

Cada año la montaña de Peñalara recibe 125.000 visitantes y el Parque Natural unos 800.000, explica Pablo Castaño, subdirector de Espacios Protegidos de la Comunidad. Los accidentes con aludes no han hecho más que aumentar en los últimos años. En el 2002 hubo en España 23 avalanchas que mataron a tres personas. Sin embargo, en 2010 hubo 42 aludes, que se cobraron 17 vidas según ACNA (Asociación Catalana para el Conocimiento de la Nieve y los Aludes), que ha elaborado unas estadísticas a partir de los datos recopilados por el Institut Geológic de Catalunya. Los meses más peligrosos son enero y febrero y los días, el sábado y el domingo. Además, la mayor parte de accidentados estaban practicando esquí de montaña cuando se produjo la avalancha.

Lo recomendable es que ningún montañero vaya solo y que el equipo que lleva consigo incluya un ARVA (Aparato de Rescate de Víctimas de Avalanchas), un dispositivo un poco más grande que un teléfono móvil que emite una señal que puede ser recibida por otro ARVA, que debe portar un compañero, que indica la distancia. "Es un elemento del que puede depender la vida", dice Alberto. Uno bueno puede costar entre 300 y 400 euros.

Pese a lo inhóspito del entorno, Sánchez explica que se ve de todo: "Gente que sabe mucho y también a los típicos domingueros que se tiran con plásticos, sin crampones". Alberto asiente. "Un día vino un padre con su hijo pequeño. Iban atados con una cuerda por la cintura, sin guantes ni nada", recuerda. Juan Vivieso, director del parque natural, lo resume a su manera: "Se pasea mejor ropa técnica por la Gran Vía que por Peñalara”.

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