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Rigau cierra siete escuelas más

El próximo curso desaparecerán centros en Tona y Terrassa Otros cinco lo harán progresivamente Se eliminan también 73 grupos de P-3

Las familias de la escuela Can Motllor de Terrassa protestan por el cierre del centro.
Las familias de la escuela Can Motllor de Terrassa protestan por el cierre del centro.CONSUELO BAUTISTA

Gemma Serrano llevó, como cada día, a su hija de cuatro años a la escuela Can Montllor de Terrassa. Ni ella ni otras familias tienen que arrastrar a sus hijos al colegio. “Van contentos y regresan contentos a clase. La escuela es muy especial”, dicen. Pero ayer algo cambió. La tarde anterior les comunicaron que este es el último año de vida de la escuela, abierta hace tres años y con 80 alumnos desde P-3 a P-5. Gemma defiende el método de la escuela, que ha ayudado a su hija a superar sus problemas de relación social. “El año pasado apenas hablaba con los otros niños, pero este año se ha abierto. Cambiar de colegio va a ser un suplicio”, lamenta. Pero tendrá que hacerlo, y en pocos días, cuando empieza la preinscripción para el próximo curso. También lo harán el resto de 60 familias de la escuela. Algunas no podían contener las lágrimas ante la noticia, todavía demasiado reciente.

Además de Can Montllor, en septiembre tampoco volverá a abrir las puertas la escuela El Castell de Tona.En este centro, con seis años de vida y 98 alumnos, la noticia del cierre les llegó el jueves pasado. Desde entonces han organizado protestas e incluso el Ayuntamiento (gobernado por CiU) aprobó ayer en un pleno extraordinario una moción impulsado por los partidos, así como por las direcciones y los consejos escolares del centro que se clausurará y el que acogerá a los alumnos, l’Escola de l’Era. Ayuntamiento y comunidad educativa coinciden en que la fusión de ambos centros “comporta problemas graves que pueden afectar considerablemente la calidad de la enseñanza”. Argumentan que en centro de destino “no caben los alumnos de las dos escuelas” y que en seis cursos se triplicará el número de estudiantes, teniendo que trasladar los más mayores de las aulas actuales a módulos. “L’Escola de l’Era se vería sometida a una nueva masificación”, alertan ambas escuelas que piden a la Generalitat más tiempo para hacer la fusión de forma progresiva e integrar los dos proyectos educativos, muy diferentes entre ellos.

Cinco centros más cerrarán progresivamente, empezando por la eliminación del P-3. Se trata de Sant Baldiri (en Lliçà d’Amunt), Poblenou (Pineda de Mar), Vilamagore (Sant Pere Vilamajor), Gil Cristià (La Selva de Camp) y Xarau (Cerdanyola del Vallès).

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El caso de esta última es excepcional, ya que no cumple ninguno de los perfiles de los centros anteriores. Con más de tres décadas de historia y unos 380 niños, ya hace casi diez años que luchan por una remodelación de las instalaciones, que se encuentran en mal estado por falta de mantenimiento, tal y como se quejan las familias. El cierre del Xarau tiene una motivación económica, además de la demográfica, ya que la Generalitat admite que el centro necesita una remodelación integral, pero el gobierno catalán no tiene dinero para destinarlo a estas obras ni tampoco a acabar la construcción de la nueva escuela proyectada donde debía trasladarse el Xarau (los cimientos ya están colocados, pero se han parado las obras).

El objetivo de la Generalitat era cerrar en septiembre las dos líneas de P-3 del Xarau para desmantelarlo progresivamente. Después de una reunión con el Ayuntamiento, Rigau cedió y acordó dejar una de las líneas, un año más, postergando así el cierre un curso. “Que nos dejen un año más es un parche, lo sabemos, pero nos da más tiempo para luchar por la escuela y también para intentar generar confianza en Cerdanyola para la gente no huya de la escuela y se animen a matricular a los niños aquí”, admite Eva Ramon, miembro del AMPA.

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A parte de las siete escuelas anteriores, hay algunas que podrían engrosar la lista, si no consiguen un mínimo de 15 inscripciones. Se trata de l’Escola Llar de Olot, el Pau Vila de Granollers y Encarnació Fonoll de Dosrius.

Este es el segundo año consecutivo que Rigau impulsa el cierre de centros educativos. El pasado septiembre ya se clausuraron seis de plumazo y cuatro más se quedaron sin el curso de infantil. La Generalitat se escuda en el descenso de demografía para reorganizar los centros y cerrar, prioritariamente, los más nuevos, que a lo mejor todavía se encuentran en barracones, y que todavía están incompletos, es decir, que no existen todos los niveles. Unos argumentos que no convencen a las familias, que el año pasado protagonizaron sonoras protestas, que incluso llegaron a convertirse en mociones aprobadas por el Parlamento, que el ejecutivo catalán obvió cumplir.

La falta de nacimientos hará caer la escolarización en el primer curso de infantil de los 84.894 niños de este año hasta unos 84.000 el curso próximo, según la previsión de la Generalitat. Esta inusual bajada demográfica (que se produce desde el inicio de la crisis) conlleva un exceso de oferta en el primer nivel de infantil. Y ello se traducirá el curso próximo en el cierre de 73 aulas de P-3 (61 en la pública y 12 en la concertada).

La tendencia decreciente que vive el ciclo infantil contrasta con la tendencia al alza del resto de niveles. Y es que el año que viene habrá más alumnos en el sistema educativo, con un aumento notable en primaria y secundaria debido al auge demográfico vivido durante esta última década. Así, el próximo curso abrirán 353 grupos en primaria y 61 en secundaria. Los cálculos que maneja Rigau apuntan a que el crecimiento en estos dos ciclos continúe sostenidamente hasta el curso 2023-24.

Ello significa que harán falta más institutos a los próximos años. Pero la Generalitat no dispone de recursos, así que la idea es aprovechar las construcciones actuales, ya sean módulos como edificios consolidados de escuelas que hayan sido cerrados. “Hay que sacar rendimiento del parque de edificios de la Generalitat y de los Ayuntamientos”, terció la consejera Rigau. De momento la Generalitat ya ha anunciado que las escuelas de Lliçà d'Amunt y de Sant Pere de Vilamajor, cuando se vacíen, se reconvertirán en institutos.

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