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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una Navidad sin entusiasmo

"Cualquier psiquiatra sabe que la fantasía es peligrosa porque gratifica al tiempo que desrealiza"

A fin de cuentas, la Navidad siempre ha sido ese falaz intervalo vinculado con el tránsito entre años donde todo el mundo asume la apariencia de la felicidad mediante la invasión casera de arbolitos irremediablemente idénticos además de otros belenes y en la que al fin los cuñados (o las cuñadas) se dicen por fin a la cara todo lo que tienen que decirse cuando la cena de Nochebuena va derivando hacia su vertiente más espirituosa. Ahora sucede que no sólo el famoso portal de Belén original (u originario) carecía de su hasta ahora creíbles mula y buey observando estólidamente al Niño, sino que encima el Gobierno suprime la paga extra de estas fechas tan entrañables dejando al personal con escasos medios para celebrar como se debe tan magno acontecimiento. El recorte icónico de Benedicto XVI ¿no viene a ser una metáfora, o tal una alusión anticipada, de la veracidad incontrovertible de los recortes salvajes en una economía en crisis que cree prescindir de los innecesario cuando en realidad lleva hasta el fondo una cierta idea de liquidación por fin de temporada? Un Belén es un Belén, con más paja que polvo, y tengo observado que los niños y niñas que acuden a contemplar las infinitas reproducciones del santo lugar fijadas en un instante como de falla en los grandes almacenes, por lo general atienden con más cariños a los por fortuna mudos mula y buey que al Niño por antonomasia (al fin y al cabo ven niños reales todos los días, incluso tendidos en sus cunitas, y hasta en ocasiones los detestan y les hacen toda clase de putadas) que a los padres, parecidos más o menos a todos los padres que conocen o han visto alguna vez, aunque vestidos como para una fiesta de fin de curso, y lo mismo con el resto de aditamentos de ese alarde de sentimentalidad inmóvil. De modo que con esa ardua decisión Su Santidad no puede pretender otra cosa que desruralizar la sagrada semiótica del Belén, con lo que acaso gane en una tímida modernización lo que niños y niñas urbanos se perderán para siempre, es decir, la visión no en vivo pero sí en directo de unos graciosos –aunque algo torpes- animales que no acostumbran a pasearse por la calle de La Paz ni en verano ni en invierno, con estrella o sin estrella, y menos todavía velando el sueño de un niño.

Fuera de esto, que ya es dejar fuera mucha cosa, cualquier psiquiatra sabe que la fantasía es peligrosa porque gratifica al tiempo que desrealiza. Recuerdo algunas navidades antiguas tan deplorables tal vez como estas, así como de niño sin un duro y sin probabilidades inmediatas de tenerlo, donde no terminaba de entender que al “Ave María Purísima” fuera obligado responder con un rotundo “Sin pecado concebida” Hay que ser perverso de una manera diabólica para meter semejante barbaridad en la cabecita de los niños, que algo sabían acerca del pecado, aunque tampoco demasiado, pero nada de la concepción, aunque fuera pura de manera superlativa. Luego lo supe, y desprovisto de toda razón, pensé para mi que todos eran unos asquerosos pecadores.

Felices fiestas, y si pecan que sea de manera inmaculada. Presérvense.

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