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‘Gorrillas’ del Ayuntamiento

Infractores de tráfico colaboran con la Policía Local de Valencia para conmutar sanciones

Uno de los colaboradores de la Policía Local que ejerce de "gorrilla' legal.
Uno de los colaboradores de la Policía Local que ejerce de "gorrilla' legal.

Hace un sol estepario y Frank, un guineano de 43 años, sonríe mientras se frota las manos para entrar en calor. Pasa una señora con la compra y se ofrece para cargársela. Al rato, por fin, se acerca un coche y le indica un par de huecos libres. El conducto aparca y le ofrece propina. Él la rechaza: no es un gorrilla, sino un "colaborador" de la Policía Local de Valencia. "Llevo dos semanas de voluntario. Me enteré por un amigo y espero que más adelante me ofrezcan un contrato", comenta.

Protegido de un inusual frío con un gorro de lana, gafas de sol y un peto fluorescente con el escudo del Ayuntamiento, este hombre asegura que es un servicio "opcional" que realiza "para no quedarse en casa, parado" y que ya le han ofrecido algún "currillo" en los comercios de la zona. "Está muy bien porque evitas que se ponga otra gente que te cobra aparte del parquímetro", expresa con desparpajo. "Y al mercado o a los vecinos les encanta".

Los trabajadores informan y evitan que otros aparcacoches pidan dinero a los conductores

La Policía Local, no obstante, explica que se trata de los llamados TBC (trabajos en beneficio de la comunidad). Según informan desde el organismo, es un programa coordinado con el Ministerio de Interior y la Dirección General de Tráfico para conmutar sanciones de tráfico. Es un programa que "lleva tiempo", dicen sin precisar, y que se impulsa en determinadas fechas: "En Fallas ya había, y en el barrio de El Carme suele haber los fines de semana", apunta un policía de la zona. "Los infractores son los que eligen cambiar la multa por la prestación", agrega, "y ellos suelen definir las horas que tienen".

"El número de personas es variable porque depende de las condenas", alegan desde el Ayuntamiento. "Para Navidad se han previsto 100 puestos", añaden. De momento hay unos 50 "trabajadores" repartidos por varias zonas de la ciudad. Donde más hay es en el nuevo hospital La Fe. Allí se juntan hasta 24. El resto de ubicaciones suele fijarse según las aglomeraciones de coches y la tajada que de ellas saquen los "aparcacoches no autorizados". En verano, por ejemplo, derivaron a muchos de ellos a la playa de la Malva-rosa.

Su función, señalan desde la autoridad, es "educar e informar a los ciudadanos en el cumplimiento de las ordenanzas municipales, así como la correcta clasificación de basuras en los contenedores de recogida de residuos, la limpieza, el ruido o los animales". Aunque también es "evitar la existencia de gorrillas", como dijo Miguel Domínguez, concejal de Seguridad Ciudadana, en la presentación del programa.

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"Estas personas informan pero no ordenan", remarcan. De hecho, los vehículos de Policía Local no dejan de pasar por estos lugares. En algunos casos se paran a la altura de los colaboradores y les preguntan cómo van las cosas. "Al principio hubo algunos problemas con los gorrillas", comenta una pareja de agentes, "pero nos avisaban y se arreglaba".

Es el caso de Estrella, una mujer de 35 años que asegura que antes sacaba unos 10 euros al día con las propinas de los coches. ¿Y ahora? "Pues me busco otros sitios", responde sin titubear. Como ella, varios gorrillas acechan el área. A media tarde, cuando los "colaboradores" abandonan el lugar se produce un cambio de turno digno del palacio de Buckinham. "Antes me pasaba aquí todo el día", reconoce uno de ellos, "pero ahora me busco otros sitios durante la mañana y cuando veo que se marchan me quedo fijo".

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