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Un Hermitage con muelle propio

El proyecto de la sede del museo ruso en la Barceloneta implica intervenir las naves Un grupo inversor busca abrir una sucursal de la institución junto al hotel W

Camilo S. Baquero
Fachada que da al paseo Joan de Borbó y que serviría de entrada al recinto museístico.
Fachada que da al paseo Joan de Borbó y que serviría de entrada al recinto museístico.ARS SPATTIUM

Una piel ondulante que se asemeje a las olas movidas por la brisa e impactadas por los rayos del sol. Esta es la inspiración de la gran estructura que, según el proyecto de la empresa Cultural Development BCN, coronará dos de las tres naves industriales que podrían albergar la subsede de Hermitage en el puerto de Barcelona. La propuesta de intervención, a la que ha tenido acceso este diario, también establece que la sede del centro tenga un muelle propio y la obra implicaría cuadruplicar los metros cuadrados existentes, hasta llegar a más 8.500.

La Autoridad Portuaria (APB) confirmó ayer que hay negociaciones con un inversor para abrir, al lado del hotel W, una franquicia del museo más importante de Rusia, cuya colección asciende a 2,9 millones de piezas. Al igual que el Ayuntamiento, el Puerto aseguró que se trata de un “proyecto incipiente” y que “no hay ningún acuerdo firmado”. En las negociaciones también participa la Generalitat. Sin embargo, las 50 páginas del documento reflejan una madurez considerable de la idea.

Recreación de una vista aérea del proyecto del Hermitage de Barcelona
Recreación de una vista aérea del proyecto del Hermitage de Barcelona

El espacio, según el texto, “actuará como motor cultural y económico no solamente del ámbito de la nueva bocana, sino en todo el conjunto de la ciudad”. Para ello propone una intervención en las tres naves —construidas en la segunda mitad del siglo XIX y que forman parte del Catálogo de Patrimonio Arquitectónico de Barcelona— que cuadruplicaría su espacio actual, de 2.326 metros cuadrados.

La primera, de 365 metros cuadrados y donde actualmente funciona un taller de reparación de embarcaciones, se conservaría como sala polivalente. Sobre las otras dos, de 980 metros cuadrados cada una, se construiría una gran estructura ondulada que permitiría ganar dos plantas. Además, se haría otra más, subterránea. “El contraste entre el dinamismo de la nueva piel y la fuerza de la base estética de los edificios existentes potencian las calidades arquitectónicas de cada uno de los elementos”, justifica el documento. La propuesta, continúa el texto, tiene como objetivo “respetar al máximo el patrimonio cultural que [las naves] representan para la ciudad”.

La Plataforma en defensa del Port Vell critica de nuevo la "opacidad" del Puerto
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El documento también establece que se construya un muelle de más de 20 metros de largo en la fachada que da al mar y, con líneas punteadas, parece sugerir rutas marítimas al muelle de cruceros, el centro y “otros sitios de interés”. Dentro de la justificación del proyecto se habla insistentemente de la proximidad de las dos marinas de lujo y, de hecho, se refiere a la de la nueva bocana —actualmente en concurso de concesión— como dirigida a “grandes yates de lujo”. La APB insiste en que está pensada para embarcaciones de pequeña eslora.

La propuesta está firmada por la empresa Cultural Development BCN y el estudio Ars Spatium. Ambas son administradas por Eugenio Pallarés, un arquitecto que ha tenido como clientes las tiendas de Cartier en Barcelona y Tenerife y las de Valentino en Kiev y Moscú, entre otras.

El Hermitage barcelonés tendría una sala permanente de exposiciones y otra secundaria para sesiones temporales. Además contaría con “ una serie de espacios que complementen les actividades culturales que se desarrollen, como una sala de actos y un conjunto de aulas”. Estos lugares, dice el promotor, “podrían funcionar independientemente con la posibilidad de alquilarlos puntualmente para otras actividades externas”. El Hermitage también tendría espacios comerciales, como una tienda-librería, un “restaurante de primera categoría”, un bar café y una galería de arte.

La inversión sigue siendo la gran incógnita de la iniciativa

Curiosamente en ninguna de las páginas hay referencia alguna a los acuerdos a los que se ha llegado con la dirección del Hermitage de Sant Petersburgo, que ayer no quiso comentar la posible apertura de una subsede en Barcelona. Tampoco hay referencias al aspecto económico, por lo cual la financiación sigue siendo la mayor incógnita del proyecto.

Lo que sí incluye el documento es una carta del Puerto, firmada por David Pino, Jefe de Planificación Territorial, en la que autoriza a los arquitectos Lluís Martínez González y Ujo Pallarés Just y al ciudadano ruso Valery Iarovslavsky —en las pocas referencias suyas en internet se habla de él como “un hombre de negocios”— para que promuevan “propuestas para el uso y desarrollo de tres antiguos edificios navales”. “El Puerto intenta encontrar un uso para este conjunto arquitectónico, que lo convierta en un espacio dinamizador, coherente con el espacio, que no interfiera las actividades previstas en esta zona y que pueda aumentar su prestigio”, dice uno de los párrafos de la misiva.

La Plataforma en Defensa del Port Vell, que ha liderado la oposición al proyecto de la marina de lujo, criticó una vez más al Puerto por la “opacidad” con la que lleva a cabo sus proyectos. “Puede ser interesante que el importante museo ruso llegue a Barcelona, pero los gestores del puerto actúan, una vez más, por iniciativa propia, al margen del Gobierno municipal y de espaldas a los intereses de los vecinos”, criticó su portavoz, el ingeniero náutico Javier Moreno.

El proyecto tendría que ser aprobado por el Ayuntamiento de Barcelona, pues cambia la volumetría de las tres naves en las que se se prevé instalarse.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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