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El fracaso de una búsqueda

La desaparición de Ruth y José cumple 10 meses sin ningún avance

10 meses de la desaparición de Ruth y José.Foto: atlas | Vídeo: ATLAS

Los distintos autos emitidos por el titular del Juzgado de Instrucción Nº 4 de Córdoba, José Luis Rodríguez Lainz, dejan poco margen a la esperanza de encontrar con vida a Ruth y a José, los dos hermanos de seis y dos años que desaparecieron hace hoy diez meses en Córdoba. Su padre, José Bretón, único procesado en el caso, permanece en prisión desde el 21 de octubre, acusado de la desaparición forzosa de sus hijos. La sombra del desenlace fatal por una presunta venganza de Bretón contra su esposa —y madre de los niños— que acababa de pedirle el divorcio antes de que estos se esfumasen, se dibuja en todas las líneas redactadas por Lainz. “No había futuro para sus hijos en la mente de José Bretón”, escribió en su último auto.

El documento mandaba ultimar la búsqueda de los pequeños en la finca que los padres de Bretón poseen en Las Quemadillas, junto a un polígono industrial, a las afueras de Córdoba. Los rastreos de los dos últimos días de julio, terminaron sin resultado, como las 15 sesiones de búsqueda anteriores.

El juez del caso no descarta que los niños puedan seguir con vida

A la policía y al juez les ha obsesionado el lugar desde el primer momento de la investigación. No sin razón. Allí es donde se pierde toda pista de los niños, según el peritaje encargado por el juez a las cámaras de vigilancia de distintos inmuebles privados que, el 8 de octubre, grabaron de forma automática las escenas de la zona.

Según los informes, los niños, en compañía de su padre, entraron en la parcela a bordo del coche de éste. Pero cuando horas después el vehículo salió conducido por Bretón, sus hijos ya no ocupaban sus sillitas correspondientes en la parte trasera. El padre de los hermanos desaparecidos no niega que ese día pasase unas horas con sus hijos en la parcela, pero afirma que abandonó el lugar con Ruth y José, rumbo al parque Cruz Conde y que fue allí donde éstos se extraviaron o se los llevaron. No hay testigos que le sitúen allí con sus hijos. Y las cámaras que registraron el paso de su vehículo por el lugar no constatan la presencia de los menores.

Estos hechos, unido a testigos que sitúan a Bretón en Las Quemadillas los días inmediatamente anteriores a la desaparición de sus hijos e incluso la misma mañana del día 8, han colocado la finca en el eje de la investigación. A lo largo de las distintas prospecciones realizadas en las casi 10 hectáreas de la propiedad original los técnicos y agentes han hallado indicios que han levantado las sospechas del magistrado de instrucción.

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En primer lugar, la línea de investigación seguida por Rodríguez Lainz buscaba encontrar la tumba de los chiquillos. Los trabajos desarrollados entre el 15 y el 29 de junio no dieron con ningún zulo. Pero restaban otros lugares que no se pudieron inspeccionar detenidamente. En su último auto, el juez explica: “Había 27 puntos marcados en el plano de edificaciones en los que había anomalías en el terreno que podían justificar la existencia de un enterramiento de las características necesarias como para ocultar dos cadáveres de niños del tamaño y volumen de los desaparecidos”.

Dos hallazgos

El juez destaca “dos hallazgos” en Las Quemadillas que le plantean serios interrogantes sobre la construcción de un habitáculo. En primer lugar, “un barril de brea, material aislante contra humedades que no encuentra explicación convincente en el contexto de las últimas reformas” de la casa de Las Quemadillas. En segundo lugar, “la ausencia de radiales pese a existir discos” así como la falta de “restos de material de obra (…) cuando lo normal en cualquier casa auto construida es que se conserven los sobrantes”.

Otros indicios no están directamente relacionados con la construcción de un escondite. Rodríguez Lainz destaca que “buena parte de los juguetes de los niños [como unos peluches] e incluso los carritos para llevar a José, el hijo menor, han desaparecido sin dar el encartado ninguna explicación mínimamente razonable sobre su destino”. El juez parece tenerlo claro: “Por poco que nos adentremos en qué pueden significar tales ausencias, nos encaminaríamos directamente a un móvil de venganza, o un saber que los niños no volverían jamás”.

El fracaso de la búsqueda mantiene abierta la posibilidad de que los niños no estén en Las Quemadillas y de que puedan seguir con vida. Ya hay líneas de investigación en este sentido, aunque no se descartan nuevos rastreos para buscar sus cuerpos en zonas cercanas a Las Quemadillas.

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