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Dialogo abstraído con Robert Smith

El líder de The Cure reflexiona sobre la trayectoria de un grupo que lleva años avisando de un final que no llega. “No me veo en casa”, asegura

El líder de The Cure, Robert Smith, al término del concierto de tres horas que ofreció en la primera jornada del Bilbao BBK Live
El líder de The Cure, Robert Smith, al término del concierto de tres horas que ofreció en la primera jornada del Bilbao BBK LiveTXETXU BERRUEZO

Robert Smith (Blackpool, 1959) habla de forma entrecortada, absorto en un mundo interior no tan sombrío como sugiere su estética gótica. Deshinchado sobre el sofá blanco, parece preguntarse a sí mismo, "¿qué hago aquí?". Claro que después de tocar tres horas largas con The Cure, el agotamiento influye. El maratoniano concierto puso el broche final a la primera jornada del Bilbao BBK Live, que ayer despidió su séptima edición con Keane y Garbage como platos fuertes.

Pero en sus 53 años no solo pesa el cansancio físico: “La banda está en un momento de reflexión, intentamos demostrarnos que lo que hacemos todavía es genuinamente bueno como para seguir. Los festivales son un buen barómetro”. Y añade, “aquí tienes que hacer un equilibrio entre tocar lento pero mojándote, comprometido... como un buen beso”.

Los problemas técnicos con el teclado retrasaron el recital casi una hora, y fue Smith quien salió al escenario, acompañado solo por su guitarra, a salvar los muebles cantando la mítica Boys Don't Cry. “Soy muy viejo para aspirar a ser lo más grande, me conformo con formar parte de los recuerdos de la gente, que se vayan pensando que ha sido un concierto extraordinario”, y divaga de nuevo: “Esa idea llevada a otros ámbitos haría del mundo un lugar mejor… quizás…”.

La formación, nacida en los 70 e indemne hasta la actualidad, lleva años amenazando con el final. En su última gira, coincidiendo con el 50 cumpleaños de Smith, The Cure se explayó con temas de sus tres primeros discos: “Fue indulgente y nostálgico”, reconoce, “pensé que si podía meterme de lleno en esas canciones a mi edad, si pudiera entender por qué lo hicimos, entonces habría llegado el momento de parar”. Pero no fue así. “Esto es lo que soy, siempre quise crear una alternativa musical y estética y no veo el momento de parar”. La gira europea Summer Cure, en la que están inmersos, y el concierto más largo de todo el BBK Live dan fe de su resistencia.

Conforme se suelta, parece olvidar a los medios para mantener un diálogo abstraído con el Robert Smith del pasado. “Tengo esta voz en la cabeza de un joven yo que me recuerda que he conseguido lo que siempre soñé, y no quiero que me diga ‘estás acabado’, no quiero”.

Cuenta que rechazaron participar en las recientes celebraciones del Diamond Jubilee de Isabel II. “En mi país aman a la monarquía, yo odio ese sistema, hacen creer a los ciudadanos que son mejores que ellos sin hacer nada, ¡nada!”. Pese a los improperios, imposibles de transcribir aquí, reconoce que en su tierra natal le espera una buena vida, junto a Mary Poole, su amor desde el instituto. "Pero no me veo en casa, no me imagino dejando el escenario todavía". Se hunde más en el sillón para declarar, con los ojos cerrados, "sobretodo cantar, es la clave, me encanta cantar". Robert Smith concluye hablando muy bajito, para sí mismo, con cierta amargura. “Aunque en casa también podría cantar… sí, estaría mejor en casa, cantando para nadie… mucho mejor”.

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