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Un jefe policial dice que Pórtico agradeció una licencia a Orozco con una comida

El agente admite que el puesto de su hijo en la empresa dependía de la concesión Varios miembros del cuerpo hicieron labores de vigilancia para la firma gallega

Nave de Pórtico en la Nacional VI a su paso por Lugo. / XOSÉ MARRA
Nave de Pórtico en la Nacional VI a su paso por Lugo. / XOSÉ MARRA

Cochinillo y almejas. El policía, en el juzgado, no supo asegurar si el festejo también incluía “alguna cigala”. Compartían mesa y mantel en el restaurante Coto Real de Rábade, habitual escenario de comidas de empresa en la N-VI, el alcalde Xosé Clemente López Orozco, tres concejales socialistas y dos jefes de Pórtico. También se sentaba a la mesa un suboficial del cuerpo de policía local, ahora jubilado, que es el que relató lo ocurrido, en calidad de testigo, a la juez que instruye el sumario de la Operación Carioca. Según él, la empresa viguesa con base en Mos pagó el banquete en “agradecimiento a la concesión de la licencia de la Nave de Pórtico” en Lugo, ubicada precisamente al borde de la misma nacional y cuyo proyecto había estado paralizado cinco años, con el PP gobernando en la ciudad.

Fiesta en el burdel

Abundan en la instrucción de la Operación Carioca preguntas acerca de Francisco Félix Fernández Liñares. Aparece en este banquete de agradecimiento a la corporación, y muchísimas más veces reunido con el funcionario responsable de la ORA y de las grúas, propietario de la finca y el inmueble del Queen's, el epicentro de la mafia que investiga Pilar de Lara, la titular del juzgado número 1. Liñares también está en la Campeón, acusado por los cabecillas de la trama de cobrar mordidas a cambio de contratos públicos. Además, un policía local lo ha implicado en la conocida como trama de las multas que, como la Operación Campeón, es materia del juzgado número 3. La sala de Instrucción número 2, por su parte, se encarga de un caso de presunta malversación de caudales públicos en manos de González Corredoira, otro convidado a Coto Real.

Pero también por Piñeiro, y su supuesta participación en una o dos celebraciones del Azkar Lugo que desembocaron en el Queen's, pregunta De Lara. Con él habría ido el aún hoy edil de Deportes y Cultura, José Manuel Díaz Grandío. Presuntamente, el entonces presidente del equipo de fútbol sala, José Luis Iglesias, gerente de Asogal (constructora vecina de Nupel en O Ceao y desprendida patrocinadora de actividad municipal), pagó, según testigos, “servicios sexuales de unas prostitutas a tales concejales”.

Durante el interrogatorio, la juez preguntó en dos ocasiones al agente “qué pintaba” él en esa celebración. Su respuesta no quedó clara, aunque su vínculo con Pórtico y el “jefe de Pórtico” (del que no se llega a decir el nombre y que este diario no ha podido concretar porque la empresa no ha dado una respuesta) venía a través de su hijo. A este, recién licenciado en empresariales, “le habían prometido ser el encargado de la Nave de Pórtico en Lugo”, y efectivamente, cuando al fin la marca obtuvo licencia municipal y el Ayuntamiento, según el agente, obligó a los vecinos a costear la urbanización de la parcela, el chico fue destinado como responsable a la Nave de Pórtico.

El brigada explica que Pórtico había comprado los terrenos “hacía 12 o 14 años” pero el proyecto permanecía parado. Su hijo, aún estudiante, había trabajado con un contrato navideño en el Pórtico Básico del centro. Al año siguiente, el jefe, según el policía jubilado, le preguntó al joven cómo se llamaba y lo contrató “para hacer trabajo en la oficina”. Después, lo emplearon en Ourense y por último, antes de ocupar en 2006 el puesto de encargado en Lugo, estuvo cuatro años en Vigo.

Con López Orozco, no solo se desbloqueó la licencia sino que Pórtico no pagó la urbanización de los terrenos. Fomento costeó el alumbrado público y el 90% de la urbanización restante lo abonaron los vecinos obligados por el Ayuntamiento, dice el policía. “Había que hacer alcantarillado, acera, servicio de agua potable y agua limpia...”, describe el agente municipal (a diferencia de muchos de sus compañeros, bien relacionado con el Gobierno local) y completa: “el Ayuntamiento pagaba el 10% de la expropiación y el 10% \[que faltaba\] de las obras”. Para informar a los vecinos de que les tocaba cubrir el coste del 90%, se convocó una reunión que estuvo presidida por el concejal de Infraestructuras y Obras, José Fernando Piñeiro Díaz. De citarlos puerta a puerta se encargaron policías locales, entre ellos el brigada que declara todo esto.

El alcalde de Lugo aseguró esta semana a EL PAÍS desconocer las declaraciones del agente jubilado, y defendió el proceder de su corporación en esta concesión de licencia: “El Ayuntamiento cumplió con su obligación de dar trámite a un proyecto ajustado a derecho, que cuenta con los informes de los técnicos, para que se estableciese en Lugo una empresa que creó puestos de trabajo”. “Desconozco si se contrató al hijo de ese policía”, seguía el regidor, que a continuación negaba haber ordenado a los agentes que convocasen “puerta por puerta” a los vecinos. No obstante, Orozco reconoció haber asistido como invitado a una comida en Coto Real “con motivo de la apertura” de Pórtico.

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Luego, este y otros dos miembros del cuerpo municipal hicieron labores de seguridad privada para Pórtico durante las Navidades hasta que un representante sindical denunció la irregularidad. El agente retirado dice que el jefe de Pórtico le dijo que “necesitaba algún policía local, a ver si le podía hacer una vigilancia porque les robaban bolsos”. El policía local calcula que la empresa les pagó a cada uno alrededor de 120 euros.

Los concejales agasajados por Pórtico en el banquete con Orozco, según este testimonio, fueron el ya citado Piñeiro; José Ángel González Corredoira (que fue primero edil delegado de Policía y luego jefe de gabinete del alcalde) y Francisco Fernández Liñares (que también fue responsable de la Policía Local y más tarde de Urbanismo para cambiar luego el consistorio por la presidencia de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil). No es la única vez, ni mucho menos, que el nombre de Liñares y el de Piñeiro aparecen a lo largo del sumario Carioca.

El gobierno local creó una policía paralela con un jefe bajo control

“Ahí tienes 16 personas”, dice que le dijeron Orozco y Liñares el mismo agente que contó lo de Pórtico, al que convirtieron por arte de birlibirloque en jefe de la “policía paralela”. Se lo pidieron “tres, cuatro o cinco” veces, pero él no lo veía bien, así que luego lo hicieron “por decreto”. Según declaró este brigada ante la juez De Lara, en 2002, durante el primer gobierno de Orozco, los políticos pusieron en marcha un cuerpo dócil al margen de la plantilla policial, con la que estaban enfrentados (una guerra que se ha perpetuado hasta ahora).

Se trataba de un grupo de interinos con las mismas competencias que los demás pero que ni habían pasado por la Academia Galega de Seguridade. Su formación se limitaba a un mes y medio en el cuartelillo (no estaban “demasiado duchos”, reconoce el policía). Y empezaron “sin coche patrulla, ni ordenador, ni despacho ni nada, y había gente que no quería que utilizaran la emisora”. El jefe natural de aquellos hombres (y superior del agente en cuestión hasta el momento) era Luis Pérez Vila, pero, según explica el testigo, “posiblemente no cumpliera las órdenes de los políticos”.

Las relaciones entre el cuerpo y la corporación estaban rotas. Orozco y Liñares no querían a Pérez Vila, y tampoco a otra docena de agentes, algunos de ellos sindicalistas. Para coordinar este cuerpo interino, el jefe oficial había propuesto tres nombres próximos a él, y los políticos los rechazaron porque, según este testimonio, lo que pretendían, precisamente, era mantenerlo al margen. Empezar con este grupo e ir remodelando luego todo el cuerpo a partir de esta cantera. “Los políticos pensaban que había gente buena pero gente no tan buena”, relata a la juez el agente preferido por Orozco y Liñares, “tenían miedo a que los interinos se mezclaran con los policías no tan buenos, cogieran bajas o les metieran para sitios que no tuvieran que ser”.

“Se trataba de trabajar como autónomos y con independencia del resto de la plantilla”, describe el agente. Los motivos, dice, eran “políticos”. Los concejales que “controlaban” al grupo de interinos, a través de este jefe puesto, eran los que sucesivamente se encargaron de Seguridad Ciudadana, “primero Liñares y luego Corredoira”.

Por lo bien que había “funcionado” como jefe de interinos, en 2004, con otro decreto, lo nombraron coordinador de toda la plantilla. El agente era el puente entre el Ayuntamiento y el cuerpo y llamaba al edil para darle el parte. Pérez Vila se convirtió en “figura decorativa”. Se trataba de no dejar “que el jefe fuera jefe”. En septiembre de 2007, el Supremo invalidó a la policía “paralela”.

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