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Ropa sin etiquetas

Ni jóvenes ni consagrados. Si algo une a las propuestas de los 14 diseñadores que desfilarán en el Off de Cibeles es su carácter personal e intransferible Su apuesta autogestionada asaltará esta semana lugares emblemáticos de la ciudad

En el estudio del modisto Jorge Acuña un retrato de una mujer en blanco y negro cuelga de un biombo. Flanquean la imagen un metro y un cinturón de terciopelo. Es una fotografía pequeña, pero tiene una poderosa presencia en el atelier y en la trayectoria de este apasionado de la costura. “Es mi abuela Electra”, desvela, “siempre hay algo de ella en todas mis colecciones. Las madres y las abuelas son muy importantes para los diseñadores, porque aprendemos a mirar a la mujer a través de ellas”.

 Electra puede sentirse orgullosa de su nieto. Acuña, que fundó su propia marca hace cuatro años, va a cumplir uno de sus sueños: el próximo lunes presentará su colección dentro del Off Cibeles, el certamen que celebra los desfiles fuera del recinto ferial de Madrid (Ifema).

El Off alcanza en esta edición su cota más alta de participación con 12 firmas. Mientras Cibeles engrosa la lista de bajas —la de Adolfo Domínguez se suma a las tres que arrastra de la pasada edición— aumentan los creadores que se decantan por la otra pasarela madrileña. Moda masculina, femenina, unisex; estampados, sastrería clásica, monocromía, son algunas de las claves para el próximo otoño-invierno que veremos sobre la pasarela.

La alternativa surgió en el año 2000. Cinco diseñadores que no entraban (por calendario, por su propuesta...) en Cibeles organizaron sus desfiles en el Museo Antropológico. La pasarela alternativa pronto fue denominada en los corrillos como el off de Cibeles. Entre el quinteto de disidentes se encontraba Modesto Lomba, actual presidente de la Asociación de Creadores de Moda Española (ACME), y el modisto gallego Roberto Verino, que el próximo miércoles abrirá la 55ª edición de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid, el interminable nombre con el que se ha rebautizado a Cibeles para agradecer la aportación económica del patrocinador.

Más de 10 años después, el conflicto es una pequeña reseña en las hemerotecas y el germen del salón alternativo se fraguó como una pasarela reconocida en 2006, recuerda la diseñadora leonesa María Lafuente. En estos seis años ha ido madurando y consolidándose como un espacio abierto a los creadores que por planteamiento, trayectoria o estrategia no encajan en el certamen oficial. Lejos de convertirse en la pasarela outsider o en un cajón desastre, el Off ha conseguido ganar repercusión a base de ofrecer una propuesta personal que huye de la etiqueta que divide a los creadores en jóvenes y consagrados.

Uno de los desfiles más esperados de la semana es el de Roberto Etxeberria, ganador del premio a la mejor colección de El Ego en las dos últimas ediciones de este certamen dedicado a los jóvenes diseñadores. Este año aborda la “aventura” de salir de la estructura de Cibeles para dar un paso adelante en su carrera. “Considero que la etapa de El Ego ya está cubierta, me ha ido muy bien estos dos últimos años, pero en esa pasarela ya no tengo mucho más que decir. Etxeberria como marca necesita dar un paso más”, explica.

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“Lo off es más on”, sentencia Arnaud Maillard, la mitad parisiense del dúo hispano-francés Alvarno. La pareja, que define su propuesta de “prêt-à-porter de lujo”, siempre ha celebrado la puesta de largo de sus colecciones fuera del recinto ferial. La terraza del hotel Villamagna o el palacio de Fernán Núñez han sido algunos de los escenarios elegidos por Alvarno para presentar su trabajo. Este año han escogido la residencia de la Embajada de Francia, un lugar que a su juicio representa la filosofía de la marca al combinar “la luz de Madrid con el espíritu de París”.

Maillard defiende la importancia de abrirse a la ciudad y recuperar sus lugares emblemáticos: “Salir de Ifema favorecería a Madrid. Atraería a la prensa internacional que está acostumbrada a ver el desfile y dar un paseo hasta el siguiente, como ocurre en otras capitales europeas”. Todos los modistos del Off coinciden en la necesidad de trasladar la moda a la calle, “a enclaves céntricos y con encanto”, incide Javier Martín, el 50% de Nihil Obstat. María Lafuente reivindica el uso de espacios vinculados al arte para que el desfile cobre un carácter de exposición artística.

Así, del 30 de enero al 5 de febrero estos diseñadores trazarán un itinerario urbano de desfiles que incluirá entre sus paradas la sede del Ballet Nacional, el Museo del Traje o el Círculo de Bellas Artes.

“En Sevilla, cuando hay feria o es Semana Santa el ambiente se respira en toda la ciudad. Con la semana de la moda debería pasar lo mismo y para eso hay que celebrar los desfiles en el centro”, afirma Daniel Rabaneda, que repite en el certamen. El sevillano demuestra el movimiento andando. El 5 de febrero cerrará la semana de la moda con un desfile en la sede de Telefónica (Gran Vía, 28) que podrá verse en directo en las pantallas exteriores del edificio.

El resultado es más íntimo, más personal, más abierto y sobre todo más libre. Esa libertad es una de las principales bazas del Off, según el bilbaíno Alberto Sinpatrón que adelanta un atípico casting de modelos con gente de la calle y amigos. ¿El objetivo? “Acercarse al prototipo de persona que tenía en mente a la hora de crear cada pieza”.

Pero el formato paralelo supone un esfuerzo extra para el creador y para su bolsillo. El yo me lo guiso, yo me lo como que exige el Off conlleva una inversión que ronda de media los 20.000 euros. Invitaciones, catering, mobiliario, dosier, modelos... todo corre a cargo del diseñador y cada detalle cuenta para transmitir en 10 minutos el trabajo de seis meses.

En pocos días, las propuestas de estos diseñadores desfilarán por pulidas escaleras, junto a paredes enteladas y vitrinas que muestran trajes de otra época. Cuando el carrusel de modelos cierre el desfile y el creador salga a saludar, todo volverá a empezar de nuevo. Aunque las luces de la pasarela se apaguen, el foco de la moda debe seguir brillando.

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