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la herencia de botella

Controlada por la deuda

El próximo martes Ana Botella será la nueva alcaldesa de Madrid. Hereda un Ayuntamiento con un agujero de 6.348 millones y sometido a un riguroso plan económico, de cuyo cumplimiento depende que no se caiga el castillo de naipes

Ana Botella junto a Mariano Rajoy, en una reunión del partido.
Ana Botella junto a Mariano Rajoy, en una reunión del partido.EFE

¿Qué se esconde detrás de la realidad de una ciudad? Detrás de los parques, las viviendas protegidas, los baches en la calzada, los radares de la M-30, los barrenderos, el nuevo estadio de fútbol, el mercado del barrio, las ambulancias, la piscina pública, los coches en doble fila, los conciertos en verano, las sirenas de policía, las noches en blanco, los columpios del parque, el humo de los tubos de escape... Cifras, claro, una pantalla negra o un folio blanco cruzada por ríos de cifras (en color verde... y rojo) casi imposibles de aprehender. Y frente a ellas, un hombre que habla su idioma, que las entiende porque las tiene todas en la cabeza y las ha domado para que quien fue alcalde hasta el pasado jueves, Alberto Ruiz-Gallardón, pudiese cabalgar sobre ellas durante cinco años y, luego, mantener la cabeza dentro de sus fauces sin ser devorado durante los tres siguientes. "Lo nuestro no es una coalición sino una simbiosis", dijo Gallardón de él hace unas semanas, durante la presentación de los presupuestos de 2012. Tanto es así que probablemente se lo lleve consigo a su nueva aventura profesional al frente del Ministerio de Justicia, junto a su vicepresidente político, amigo y colaborador durante casi media vida, el vicealcalde, Manuel Cobo.

"No preste atención al hombre que se esconde detrás del telón", le decía el mago de Oz a Dorothy. El hombre es Juan Bravo, funcionario de carrera, alto cargo primero y luego consejero de Hacienda durante toda la etapa de Gallardón al frente de la Comunidad de Madrid (1995-2003), y amo y señor de las cuentas municipales durante los siguientes ocho años en el Ayuntamiento de la capital. Su salida, de confirmarse, dejaría un agujero colosal en la política municipal, pero al mismo tiempo regalaría a la sucesora de Gallardón, Ana Botella, el máximo grado de libertad política. Al fin y al cabo, son los números los que conforman la realidad. Y los números también tienen ideología, sobre todo cuando toca cortarles las puntas o directamente trasquilarlos. En su discurso del jueves ante el pleno que aprobó el presupuesto del año próximo, Bravo aprovechó para despedirse hasta de los ordenanzas, pero también para defender su legado, "para tener una visión de conjunto" de un proyecto político cuyo "aspecto más visible fue la profunda transformación urbana" de Madrid y su último reto, la gestión del coste económico que ello ha generado. "El presupuesto es la plasmación en cifras de un programa político, y el nuestro nunca ha sido cortoplacista", dijo. Las cuentas de 2012 y, sobre todo, "la hoja de ruta" para los próximos años definida en el Plan Económico Financiero (aprobado también el jueves y con vigencia, si las circunstancias económicas no lo derogan, hasta final de la legislatura) son el último "eslabón de la cadena", pero no solo. Además, desnudan en cifras la ciudad real que heredará el martes la nueva alcaldesa, y prefiguran su margen de actuación económica (y por tanto, política) el resto de mandato.

- Deuda financiera. "El Plan es el camino que nos proponemos seguir en los próximos años, el inicio de una nueva etapa". Su premisa fundamental pasa por gastar menos de lo que se ingresa, es decir, cerrar los presupuestos con superávit, para que el equilibrio diseñado en 2012 "no sea flor de un día". Más que flor, postrer rayo verde de una gestión que acumula números rojos desde el primer minuto casi. Los descuadres presupuestarios y la financiación extraordinaria para proyectos que han cambiado la faz de la ciudad se han acumulado todos es una cifra: 6.348 millones de deuda. Cuando Gallardón llegó a la alcaldía, en 2003, eran 1.441 millones. Desde entonces, y hasta 2009, no dejó de incrementarse, sobre todo para enterrar la M-30. El Plan prevé un calendario de amortización que la reduciría a 5.624 millones en 2012 y a 3.100 en 2016. Teniendo en cuenta que el Euribor a seis meses no supere en ese periodo el 4%, con la obligación autoimpuesta de no añadir ni un euro más, y sin contar con que el nuevo Gobierno permita refinanciarla para flexibilizar el calendario de pagos. Los próximos tres años serán en todo caso los más duros, porque será cuando más dinero haya que devolver, lo que se reflejará en una menor capacidad de gasto.

- Facturas pendientes. Bravo culpa del retraso en el pago a proveedores (en el caso de las empresas de limpieza, hasta nueve meses) a la negativa del anterior Gobierno socialista a permitirles refinanciar la deuda ("no sé si su punto de mira era nuestra línea de flotación, (...) pero no hemos salido ilesos"). Pero también es cierto que, si no se hubiera desbocado la deuda, tampoco quedarían facturas pendientes de pago (ahora suman 937 millones). El "objetivo prioritario" del Plan es no incurrir en más déficit, de forma que, ceteris paribus (es decir, si el nuevo Ejecutivo no cambia reglas de juego), el Ayuntamiento no se pondrá al día con sus proveedores hasta 2016.

Ana Botella, el pasado viernes antes de entrar en la nueva sede del Ayuntamiento.
Ana Botella, el pasado viernes antes de entrar en la nueva sede del Ayuntamiento.LUIS SEVILLANO

- Paz social. Bravo firmó el pasado jueves un acuerdo con los tres principales sindicatos (CC OO, UGT y CSI-CSIF) sobre las condiciones laborales de los trabajadores municipales para los próximos cuatro años que garantiza, según dijo, la paz social. Los sueldos se congelan (si no se producen más rebajas a nivel estatal como la del 5% de este año), con el compromiso de que se mantenga el empleo. Hasta ahora, la principal fórmula de ahorro en cuanto a gastos de personal ha sido la amortización de puestos de trabajo. Desde 2009 se han eliminado 1.851 al no sustituirse a funcionarios que cambiaban de destino o se jubilaban (así se ahorraron 150 millones). Esa será la línea a seguir, lo que mantendrá bajo mínimos la oferta pública de empleo (reducida a cubrir vacantes esenciales dando un puesto estable a interinos). Según Bravo, el Ayuntamiento se puede permitir hacerlo durante al menos cuatro años más sin merma en los servicios a los ciudadanos ni especial estrés para los funcionarios.

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- Mismos servicios, ¿mismos impuestos? "Es verdad que hemos tenido que ajustar algunos, pero no se ha afectado al normal funcionamiento de los servicios verdaderamente esenciales". O, como añadía luego, "las necesidades de una ciudad como Madrid son poco menos que infinitas, y los recursos, por definición, siempre limitados". El Plan prevé que los presupuestos "mantengan el actual nivel de gasto" hasta 2016. Si los ingresos crecen de acuerdo con sus expectativas, Madrid podrá pagar todo lo que gasta (deuda incluida) con sus ingresos corrientes en 2015. Hasta entonces, deberá echar mano del ingenio para cuadrar sus cuentas con ingresos extraordinarios (este año, la venta de edificios y de su participación en el Canal de Isabel II, y la cesión de la gestión del metro a la Comunidad). Estos cálculos se fían a que la recesión (o la política económica del nuevo Gobierno) no merme las optimistas previsiones en cuanto a transferencias del Estado. El principal escollo en este sentido son precisamente esas previsiones, puesto que se basan en las últimas cifras de crecimiento del Gobierno socialista, a todas luces excesivamente halagüeñas (2,3% en 2012; 2,4% en 2013 y 2,6% en 2014). El nuevo Ejecutivo las va a revisar en línea con los cálculos de la Comisión Europea (1,5% para 2012, aunque cambiarán en unas semanas; algunos analistas pronostican incluso una caída del PIB).

El Plan plantea que no haya subidas de impuestos por parte del Ayuntamiento, más allá del alza del IBI deriva de la revisión del valor catastral (5,7% anual durante una década). Pero añade: "De producirse alguna desviación en las previsiones, sería posible una actualización de impuestos para mantener la capacidad financiera". Dado que el margen para hallar ingresos extraordinarios es muy limitado, Botella puede enfrentarse a corto plazo a la necesidad de subir impuestos o crear nuevas tasas.

- Gastos congelados. Desde 2008, el gasto corriente (lo que cuesta mantener Madrid encendida) se ha reducido un 12,7%. Eso ha obligado, entre otras medidas, a revisar todos los contratos de servicios: el coste bajó un 15%, pero los ciudadanos lo notaron (por ejemplo, en una limpieza urbana más deficiente). Esta partida es la más sensible porque es la que mayor reflejo público tiene. En 2012, volverá a recortarse notablemente, y a partir de entonces experimentará subidas moderadas que la dejarán en cualquier caso en 2016 por debajo del nivel de 2011.

En los próximos cinco años se congelará o reducirá así el gasto en servicios, o al menos su coste para el Ayuntamiento, que plantea una revisión a fondo de todos los contratos en los próximos meses. Queda pendiente el reparto de competencias con la Comunidad, que puede aliviar las cuentas (por ejemplo, con la transferencia de Madrid Salud).

- Un as en la manga. Bravo confía en que el nuevo Gobierno acceda a las peticiones de los municipios, ahogados por la crisis, que el anterior rechazó. Eso le permitiría poner al día las facturas en 18 meses a costa de rebajar en menor cuantía la deuda (cerraría 2016 en 4.746 millones). Y, a partir de 2013, otorgaría mayor capacidad de gasto a Botella, que hereda como se ve un Ayuntamiento bajo control pero controlado también por su deuda.

No hay dinero para nuevas inversiones

"La deuda es la contrapartida a la inversión de 11.699 millones. Pagamos las infraestructuras y equipamientos que llevan años disfrutando los madrileños". El Ayuntamiento ha invertido una media de 832 millones anuales desde 2004. En 2008, cuando la tormenta mudó en huracán, se decidió aplazar todo aquello que no fuera imprescindible. Aun así, las obras ya en marcha elevaron en 2010 el gasto a 926 millones. En 2011, solo fueron 280. En 2012, serán 224. De ahí a 2016, 218 anuales. A partir del año que viene, solo hay dinero para acabar obras en marcha y para mantener lo existente. Botella contará solo con "una mínima inversión para nuevos proyectos no contemplados". En 2012, en la Concejalía de Urbanismo el dinero irá a comprar suelo (43,3 millones), rehabilitar Lavapiés (cuatro millones), remodelar la calle de Atocha (860.000) y la plaza de las Cortes (236.000), construir un depósito en el Club de Campo (un millón), desdoblar la M-602 (5,4 millones) y acabar el centro deportivo y comercial de Barceló (15,7 millones). En Medio Ambiente, a mejorar el pavimento (19,7 millones) y construir el carril bici de la calle de Atocha a Alcalá (550.000), para alcantarillado (26,7 millones) y alumbrado (3,6 millones), y a reformar los medidores de contaminación (326.000). El Conde Duque (un millón), los museos municipales (un millón), el Matadero (ocho millones) y el centro Daoiz y Velarde (3,2 millones) tendrán casi todo el dinero en Las Artes. Servicios Sociales contará con 2,1 millones, para equipar y poner en marcha 10 centros de día y tres para mayores, una escuela infantil y otra de música, y un centro de mujeres. Seguridad dispondrá de 14,9 millones para señales de tráfico (7,5 millones), Samur (325.000), bomberos (3,8 millones), policía municipal (1,2 millones) y cámaras en el área de Azca (375.000). Además, se hará un centro de alzhéimer en la calle Alhambra (225.000), un pabellón de atletismo en Latina (9,1 millones, más otros 2,5 en 2013) y una escuela infantil en Butarque (500.000). Hacienda destinará 7,9 millones a mantener y reformar los edificios municipales en 2012, y otros cuatro en 2013.

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