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Madrid, 2003-2011

En sus ocho años de gestión al frente del Ayuntamiento, Gallardón modernizó la ciudad El hasta ahora alcalde construyó ambiciosas infraestructuras que dispararon la deuda

2003-2004

Meses antes de las elecciones, Alberto Ruiz-Gallardón se disputó con la candidata socialista, Trinidad Jiménez, la autoría de la idea de trasladar la sede municipal de la Casa de la Villa al Palacio de Cibeles. Ese proyecto se convertiría en uno de los emblemas del alcalde, que terminó gastándose 124 millones en la reforma del antiguo edificio de Correos. Lo estrenó como sede del pleno apenas unos días antes de dejar la Alcaldía.

Pero en 2003 lo que más preocupaba en Madrid era la delincuencia. En la capital se registraba una media de un asesinato cada tres días, y un centenar de robos al día. Por las noches, tan solo 75 patrullas municipales debían vigilar los 21 distritos. Gallardón creó un cuerpo de agentes de movilidad para liberar a los policías de la gestión del tráfico.

En sus primeros meses de mandato, impulsó el proyecto olímpico de Madrid 2012, iniciando casi de inmediato las obras del estadio olímpico (rebautizado popularmente como La Peineta). Decidió además cerrar al tráfico la Casa del Campo para combatir la prostitución; y trasladar la estatua de Colón al centro de la Castellana (en esa avenida se celebró además por primera vez la cabalgata de Reyes, que tradicionalmente atravesaba el centro). Probó a cerrar la Gran Vía un domingo al mes, pero la iniciativa apenas duró unos meses.

Echó a rodar también otra de las grandes obras de su mandato: el soterramiento de la M-30. El Ayuntamiento consiguió en 2004 la competencia sobre la autovía, que rebautizó como Calle 30, y procedió a enterrarla en un tramo de ocho kilómetros junto al río Manzanares. La obra, que recibió el varapalo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, costó 3.688 millones y tardó unos 30 meses en estar lista, justo a tiempo para las elecciones de 2007. Para la segunda legislatura quedó Madrid Río, la adecuación como parque del territorio arrebatado al tráfico. Costó 410 millones y se terminó poco antes de los comicios de 2011.

Esos primeros meses de legislatura estuvieron marcados también por el conflicto entre la Comunidad, el Ayuntamiento y el Gobierno por la construcción del nuevo túnel del AVE bajo la ciudad. En principio debía tener parada en Sol y Alonso Martínez, e incluso se dijo que esta última estación correría a cuenta del Ayuntamiento. Al final no se construyó por falta de dinero, y solo la Puerta del Sol cuenta ahora con conexión de cercanías.

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En 2004, la deuda del Ayuntamiento comenzó su brutal escalada, triplicándose (764 millones más) para desmontar el ‘scalextric’ de Cuatro Caminos, enterrar el aparcamiento de la plaza de Santo Domingo, convertir el antiguo matadero de Legazpi en un centro cultural y construir varios túneles más (entre la calle de Sor Ángela de la Cruz y la M-30; el desdoblamiento del existente entre la Castellana y Pío XII; y la prolongación de O’Donell). Ese año el impuesto sobre bienes inmuebles (IB) sufrió una fuerte subida, y también se incrementaron las tasas de aparcamiento, agua y vehículos. Esas subidas fueron muy criticadas, incluso por el entonces ministro de Economía, Rodrigo Rato.

En el área de Gran Vía, la Policía Municipal comenzó a hostigar a prostitutas y clientes, en una batalla que aún continúa, sin éxito incluso tras la peatonalización de la calle Montera. Mientras, la ciudad crecía con los nuevos desarrollos de San Chinarro, Valdebebas y el ensanche de Vallecas. La Operación Chamartín (el soterramiento de las vías para construir encima) y la Operación Campamento (levantar viviendas sobre los antiguos cuarteles) no han empezado a aclararse en cambio hasta hace poco.

Tras los atentados del 11 de marzo de 2004, Gallardón emitió su primer bando, que comenzaba así: “Ciudadanos de Madrid: la ciudad ha sido atacada”. En sus nueve años al frente de la Alcaldía, sólo haría dos más: por la boda del Príncipe de Asturias (2004) y la visita del Papa (2011).

Aguirre y Gallardón libraron entonces otra de sus batallas más feroces, por el control del metro. La presidenta regional logró gran parte de las competencias ejecutivas, pero no todas, como deseaba. Tuvo que esperar a este año, cuando el Ayuntamiento se las ha cedido gustoso, dentro de un pacto para evitar competencias duplicadas que permite además a Gallardón cuadrar sus cuentas con lo que se ahorra en la contribución al Consorcio Regional de Transportes.

En primavera, el alcalde engalanó la ciudad para la boda de los Príncipes, y pidió un canal digital local a la Comunidad para promocionar Madrid, que en unos años tendría que cerrar por falta de presupuesto. Lanzó un plan de 220 millones para “revitalizar” el centro de la ciudad, con expropiaciones y rehabilitaciones, entre ellas la del palacio de la duquesa de Sueca, que todavía está estancada por la resistencia de su última inquilina. En verano, el director de orquesta Daniel Barenboim dio el primero de sus ya tradicionales conciertos en la Plaza Mayor.

El alcalde relajó la normativa para impulsar la construcción de nuevos hoteles en el centro, con vistas a reforzar el proyecto olímpico, que veía ya ponerse en marcha la reforma (aún inacabada) del estadio de La Peineta y la construcción de la Caja Mágica diseñada por Dominique Perrault (aún sin utilidad). Continuaba entre tanto la reforma del Museo Municipal (aún en marcha), y continuaba el conflicto laboral con los bomberos (intermitente durante todo su mandato), que se quejaban de falta de medios.

En septiembre propuso redibujar los 21 distritos para equilibrar su población. Luego juguetearía con la idea de aumentarlos (a 25, en 2006) o reducirlos (a cuatro o cinco, en 2011). Y continuó con su batalla contra los coches, a los que no sólo quería enterrar en túneles sino también desterrar del centro de la ciudad o los parques: a la prohibición de circular por la Casa de Campo se unió la Dehesa de la Villa. Además, se restringió más el paso por la Puerta del Sol, y se limitó el barrio de Las Letras solo para residentes (al principio, con controles policiales). Esa medida se extendería luego por el resto de barrios del centro.

La oposición de Aguirre frustró sin embargo unos de los planes urbanísticos más ambiciosos del alcalde: la reforma del eje Prado-Recoletos. El primer proyecto databa de 1995; Álvarez del Manzano planteó la remodelación de esta vía, y Gallardón, entonces en la Comunidad, se aseguró la última palabra al reservarse el plácet medioambiental. Esa fue la herramienta empleada por Aguirre para paralizar el proyecto sine die. En el fondo late una concepción opuesta de la movilidad: el alcalde desea conquistar el espacio para el peatón; Aguirre quiere un túnel para no trabar el tráfico, y como ahora no hay dinero para construirlo, prefiere que la avenida se quede “tal y como está ahora”.

2005

El año empezó con 56 obras en marcha en la ciudad (y otras en preparación, como la reforma de la calle Serrano para ampliar las aceras, que no estaría lista hasta 2010, o una red de túneles bajo las torres de la ciudad deportiva que no habría dinero para concluir). Pero no cejaban los anuncios de nuevos túneles, el último, la prolongación del que pasaba bajo Atocha para alejar su salida del centro de arte Reina Sofía. Nacía esa ciudad en la que hizo fortuna una frase atribuida a un actor de Hollywood de visita en la capital: “Muy bonita, sí, pero espero que los madrileños encuentren pronto su tesoro”. Entre las grandes infraestructuras se contaban también una red de estanques de tormenta y de canalizaciones de desagüe tan ambiciosa como las obras de la M-30 pero con mucha menor visibilidad y rédito político.

Se inició la construcción del anillo ciclista, de 60 kilómetros, la máxima contribución de Gallardón a este medio de transporte, cuyos defensores aseguran que ha abandonado excepto como promesa electoralista. Realmente, el único respiro en este frenesí de obras se lo tomó con vistas a no estropear con excesivas zanjas la visita del comité evaluador de Madrid 2012. Además, inició un proceso de renovación de los mercados de barrio (que tiene sus puntas de lanza ahora en el de San Antón y San Miguel), y cambió la normativa para que los cines pudieran convertirse en comercios, lo que acabó con casi todos los que había en el centro de la ciudad.

El presupuesto para asuntos sociales llevaba casi duplicándose dos años seguidos, lo que disparó las plazas en centros de día o escuelas infantiles, por ejemplo. La contaminación se había convertido en una preocupación ciudadana, hasta el punto de que el alcalde se planteó prohibir la circulación a los coches más contaminantes. En febrero se incendió el edificio Windsor (el Corte Inglés acaba de inaugurar ahora una torre en su lugar); en marzo se abrió al tráfico el túnel de Cuatro Caminos. La plaza de Tirso de Molina quiso convertirse en un mercado de flores, que funciona a medio gas. El alcalde comenzaba a cortejar a los turistas japoneses, en un afán (exitoso) por convertir la ciudad en uno de los principales destinos viajeros de Europa.

El 25 de junio, un coche bomba estallaba sin provocar víctimas junto al estadio olímpico. El 6 de julio, Londres derrotaba a Madrid 2012 en la carrera olímpica. Ese verano, el Ayuntamiento convocaba un concurso de ideas para reformar la plaza de la Cebada y el antiguo Matadero se estrenaba como espacio cultural (desde entonces no ha dejado de crecer, y aún le queda). Poco después se anunciaba la reforma del Conde Duque, que junto al nuevo centro de Cibeles debía exteriorizar la apuesta decidida del alcalde por la cultura.

Gallardón anunció el cierre al tráfico de Lavapiés, extendió el estacionamiento regulado a todo el interior de la M-30 y aumentó la tasa de vado. Bombeó agua al Manzanares para recuperar su caudal, e intentó colocar cámaras en la plaza Mayor para controlar a los carteristas. El año acabó con el debate sobre si transformar el estadio Vicente Calderón en un lago, trasladando al Atlético a La Peineta.

2006

El tráfico en el centro de la ciudad cae un 12%, según el Ayuntamiento por los parquímetros, pero la contaminación sigue siendo un grave problema. Se aprueba un plan de calidad del aire que pasa por restringir la circulación de vehículos privados; además, se cambian las estaciones medidoras de sitio, alejándolas en parte de las zonas de mayor tráfico rodado.

Gallardón peatonaliza la calle Montera, en otro intento (fallido) de erradicar la prostitución de la zona (incluso llegaría a colocar una comisaría de la Policía Municipal allí). Y da luz verde a la edificación del mayor barrio de España en Vallecas, Valdecarros, con 51.000 viviendas en el sureste de la capital. Inicia la privatización de la gestión de los polideportivos con el de Hortaleza, y se embarca en otro batalla junto a Fomento y Aguirre por la ampliación del aeropuerto de Barajas y de la estación de Atocha.

Comienza el desalojo de los 1.200 habitantes de El Salobral, el mayor poblado chabolista de Europa. Con Gallardón, Madrid solucionó casi por completo el problema de estas infraviviendas, aunque queda pendiente su núcleo fundamental, la Cañada Real Galiana (a caballo entre varios ayuntamientos y la Comunidad).

Aguirre vuelve a tumbar la reforma del eje Prado-Recoletos, un asunto en el que Gallardón suma una nueva enemiga: la baronesa Thyssen. Carmen Cervera defiende los árboles de la Castellana. La ciudad, en general, pierde 43.452 árboles y sigue sin contar con los cuatro nuevos parques prometidos por el alcalde. Los manifestantes antiparquímetros siguen a la gresca, e incluso revientan el pregón de san Isidro. Los controladores denuncian agresiones. En junio, Gallardón lanza Madrid 2016, y aprueba una ordenanza para desterrar los anuncios de neón. El Parlamento valida la Ley de Capitalidad.

El asesinato de una mujer a plena luz del día en la plaza de Soledad Torres Acosta, también conocida como de la Luna, pone de relieve la inseguridad en esa área, que al alcalde (además de colocar otra comisaría) terminará por peatonalizar. El mismo destino, aunque por otros motivos, correrían la plaza de Callao y de Ópera, y la calle Arenal. El pasadizo de Colón se convierte en un centro de información turística.

El alcalde casa a una pareja del mismo sexo (pese a la oposición dentro de su partido a esa reforma legal). La ciudad no deja de crecer, con 14 nuevos barrios, cerca de 185.000 viviendas previstas en el plan general urbano, medio millón de habitantes más: Sanchinarro, Carabanchel, Las Tablas, Montecarmelo, el ensanche de Vallecas, etcétera. Se inaugura, justo a tiempo para la precampaña, la nueva M-30.

2007

Año electoral. El PSOE se las ve y se las desea para encontrarle rival a Gallardón. José Bono declina la invitación. Su lugar lo ocupa Miguel Sebastián. El alcalde coloca como ‘número dos’ a Botella. Revalida su mayoría absoluta con la promesa de no iniciar más grandes obras y su lista okupada por nombres impuestos por Aguirre. Y casi de inmediato se sumerge en la lucha interna por el liderazgo de su partido, en las filas de Rajoy y contra Aguirre. Se inaugura la reforma de la calle Fuencarral, con más aceras en su tramo entre Quevedo y Bilbao. Los manifestantes antiparquímetros protestan con una efigie de “Ruiz-Vampirón”. El túnel de la M-30 se inunda poco después de ser abierto al tráfico. Se inaugura un circo estable en la capital, el Price. Aguirre abre su campo de golf en Vallehermoso, paralizado durante meses por el Ayuntamiento, y Gallardón su túnel entre Embajadores y la M-40 y el que pasa bajo las torres de la Ciudad Deportiva (con un sobrecoste del 40%).

El Ayuntamiento renueva sus ‘chirimbolos’ y siembra la ciudad de obstáculos antiestéticos. El alcalde declara la guerra a los grafiteros (y viceversa). Estalla el ‘caso Guateque’ con la detención de 16 funcionarios por una supuesta trama de corrupción en la concesión de licencias urbanística. Gallardón se muda a su nuevo despacho en el Palacio de Cibeles y se lleva el disgusto político de su vida cuando la oposición de Aguirre lleva a Rajoy a excluirle de la candidatura del PP al Congreso. Amaga con dejar la Alcaldía, pero se queda.

2008-2009

Botella echa la culpa de la contaminación al “polvo africano”, iniciando así una carrera de declaraciones desafortunadas que en 2011 le llevará incluso a negar que exista una ‘boina’ de polución sobre la ciudad. Gallardón y Aguirre exteriorizan su enemistad incluso en actos públicos. El Matadero acumula retrasos. El Ayuntamiento intenta colocar cámaras en la calle Montera y prohíbe los hombres-anuncio. El eje Prado-Recoletos vuelve a embarrancar.

Gallardón promete 120 kilómetros de carril-bici más y un servicio de alquiler parecido al de Barcelona, y su enésimo plan para revitalizar el centro. Se derriba la antigua cárcel de Carabanchel. Aguirre y Gallardón se enfrentan, ahora por la privatización del Canal de Isabel II y por el control de Caja Madrid. Muere el joven Álvaro Ussía en la discoteca Balcón de Rosales, que infringía la ley con conocimiento administrativo del Ayuntamiento.

Estalla la crisis. Los ingresos del Ayuntamiento caen en picado. Se crea la tasa de basuras. La deuda municipal supera los 7.000 millones. Pero la inyección de fondos que supone el Plan E estatal permite realizar en 2009, y en solo ocho meses, 269 obras. Entre ella, la peatonalización de Fuencarral, la reforma de la Puerta del Sol y la plaza de Callao y varios tramos de Madrid Río. Se amplían además las aceras de Serrano. Estalla el caso del espionaje político en la Comunidad.

El Ayuntamiento permite al Arzobispado construir un edificio de oficinas de 14.000 metros cuadrados y una biblioteca de 6.000 en la cornisa de Las Vistillas. Para compensar, promete ceder terrenos a otras confesiones. La deuda a los proveedores municipales supera los 1.000 millones. El Palacio de Cibeles estrena su patio con bóveda de cristal. Madrid 2016 va viento en popa. Gallardón anuncia que será candidato a la Alcaldía de nuevo en 2011. Empieza a funcionar la estación de cercanías de Sol. Rio de Janeiro derrota a Madrid 2016. El eje Prado-Recoletos vuelve a embarrancar.

2010-11

Cobo se desahoga en una entrevista en EL PAÍS contra Aguirre en lo más encarnizado de la batalla por Caja Madrid. La presidenta regional pide su cabeza e intenta cobrársela en el Ayuntamiento. Gallardón asume las declaraciones del vicealcalde, que mantiene su cargo pero es castigado por Rajoy con un año de suspensión de militancia. El presupuesto municipal cae a niveles de 2006. Se peatonaliza la plaza de Santa Bárbara y se abre un concurso para modernizar la Gran Vía, que cumple un siglo con grandes fastos. Aguirre llama “hijo de puta” a un cargo de Gallardón. Cambia la ordenanza de licencias, 26 meses después del ‘caso Guateque’, al tiempo que la trama Gürtel salpica también de refilón al Ayuntamiento.

En mayo de 2010, el alcalde anuncia un recorte en el gasto de 1.041 millones (el 20% del presupuesto), que incluye una rebaja de sueldo a los funcionarios y altos cargos, la paralización de nuevas obras (escuelas infantiles, polideportivos y centros de mayores, pero también el gigantesco centro internacional de convenciones que prometió en su programa), y la reducción de los servicios de limpieza. Esto último provoca un descontento ciudadano que aún pervive. Pese a ello, Madrid Río se inaugura a tiempo para las elecciones de 2011, que el alcalde vuelve a ganar con mayoría absoluta. Madrid deja de pagar el alumbrado de la M-40.

Su gran promesa electoral son 150.000 nuevos empleos. En el programa apenas incluye inversiones: la reforma de la plaza de España, la más importante, se aplaza varios años. La contaminación provoca alarma entre los ciudadanos, pero no será hasta diciembre cuando Botella presente su nuevo plan para atajarla, sobre la bocina (o peor, demasiado tarde) para evitar una sanción de la UE.

El alcalde reforma el pleno para parlamentarizar la vida política municipal. Lanza Madrid 2020, pero lo deja en manos del presidente del Comité Olímpico Internacional. Vuelve a subir el IBI, merced a una revisión del valor catastral de las viviendas. Cuadra los presupuestos gracias a la cesión del metro a la Comunidad, dentro de la agenda común para acabar con los servicios duplicados.

Gallardón concurre a las elecciones del 20 de noviembre en la lista de Rajoy, que gana con mayoría absoluta. Y el 21 de diciembre renuncia a la Alcaldía para integrarse en el nuevo Gobierno como ministro.

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