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La Universidad busca ‘padrinos’ para estudiantes sin dinero

La rectora de Málaga propone crear una bolsa para para captar donaciones de particulares La Complutense plantea abrir su fondo de emergencia al mecenazgo

Un anónimo donó 10.000 euros a la Politécnica de Valencia para financiar a un estudiante sin recursos.Foto: atlas | Vídeo: Atlas/ Carles Francesc
Manuel Planelles

Estudiar en la Universidad se hace cada vez más complicado para los alumnos con menos recursos, que sufren un importante encarecimiento de las tasas académicas en muchas comunidades autónomas y más restricciones para acceder a las becas. Y, ante esta situación, algunas universidades se movilizan para captar las donaciones de empresas y de particulares que quieren aportar su ayuda para costear de forma altruista los estudios a alumnos sin recursos.

La llamada que una pensionista hizo en julio a la Universidad de Málaga emocionó a Adelaida de la Calle, la rectora de esta institución. Aquella señora, a pesar de no tener una economía holgada, se ofrecía para pagarle los estudios a un alumno que se hubiera quedado fuera de la enseñanza superior por problemas económicos. Tras rememorar este miércoles esta llamada y advertir que se está apreciando un descenso del número de matriculados, De la Calle dijo que propondrá crear en su universidad una bolsa para canalizar este tipo de donaciones. La también presidenta de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) argumentó que, “igual que se apadrina a un niño”, también se podría “apadrinar a un estudiante, pagando una matrícula”.

Adelaida de la Calle indica que se trata de “una medida de emergencia”

De la Calle tiene previsto trasladar este jueves esta propuesta al equipo de gobierno de la Universidad de Málaga. Lo hará durante la reunión que mantendrá con sus vicerrectores. “Queremos montar esta acción social”, señaló la rectora. Sin embargo, también apuntó que se debe analizar la viabilidad legal de la medida, que aún está en ciernes.

Los recortes en los campus

Menos dinero. Desde 2010, los presupuestos públicos para universidad han perdido, al menos, 1.200 millones de euros, en torno a un 12,3%, según cálculos del Gabinete de Estudios de CC OO, que no cuenta los descensos sufridos en la financiación procedente de los proyectos del Plan Nacional de Investigación. Las subvenciones de ese plan (del que los investigadores de las universidades consiguen en torno al 60%) han caído alrededor de un 26% (110 millones) entre 2008 y 2012. La última convocatoria se hizo en diciembre de 2011.

Matrículas más caras. El real decreto de recortes educativos aprobado hace un año cambió el sistema por el que se fijaban los precios públicos. El resultado ha sido que para la mitad de los estudiantes la universidad es sustancialmente más cara, con subidas de entre el 22% y el 92% en dos años en Madrid, Cataluña, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Canarias y Castilla-La Mancha. En los másteres oficiales y las recargas de precio a los repetidores, el aumento ha sido mayor.

Becas menos accesibles. Se han endurecido los requisitos académicos para conseguir becas generales, las destinadas a alumnos con menos recursos. Para conseguir la exención del pago de la matrícula las exigencias son un poco menores (5,5 de nota media) que para una ayuda de dinero (6 o 6,5, dependiendo de la rama de estudios).

Retrasos. A la crisis, al aumento de precios y ese endurecimiento de los requisitos, se sumaron el curso pasado los retrasos en la concesión de las becas generales, que mantuvieron a muchos de los beneficiarios asfixiados durante más de la mitad del curso.

Ayudas de emergencia. En ese contexto, muchas universidades han aumentado o puesto en marcha programas de ayudas de emergencia para rescatar estudiantes sin recursos. Algunos de ellos tienen partidas para aquellos que han perdido la beca del ministerio por el endurecimiento de los requisitos.

Menos docentes y más alumnos. Los campus públicos han perdido al menos 13.200 puestos de trabajo en los últimos cinco años, un 8,8%, según Administraciones Públicas. En ese tiempo, el número de estudiantes creció en unos 89.000 (7%). Sin embargo, el curso pasado los campus públicos sufrieron un leve descenso en los alumnos de grado (0,2%) y perdieron por primera vez alumnado de máster: un 5,3%.

La llamada telefónica de esa pensionista es un ejemplo del goteo de iniciativas anónimas que buscan aportar algo de dinero para evitar la expulsión de los alumnos con menos recursos del sistema de enseñanza. La mezcla es demoledora para los estudiantes: muchas autonomías han aumentado considerablemente el precio de las matrículas en solo dos cursos, el Ministerio de Educación ha endurecido los requisitos para acceder a las becas y el paro ha dejado tocada la economía de cientos de miles de familias. “Recortar las becas y aumentar las matrículas en un momento de crisis no es lo más adecuado”, señaló Adelaida de la Calle.

En junio, según el recuento realizado por este periódico, al menos 30.000 universitarios morosos (un 2,3% del total) estaban al borde de ser expulsados de los campus.

Las universidades están intentando buscar fórmulas para tratar de salvar a estos alumnos con problemas. Se trata de soluciones como el aumento de las ayudas propias o fraccionar el pago de las matrículas. Pero los campus también se movilizan ahora para captar la ayuda que los particulares ofrecen. Por ejemplo, un ciudadano de Alcoi entregó hace unas semanas 10.000 euros a la Universidad Politécnica de Valencia para alumnos sin recursos. Once estudiantes se han beneficiado. Otra persona anónima ha decidido donar 70.000 euros para el mismo fin en la Universidad de León.

A José Carrillo, rector de la Complutense, la propuesta que ha lanzado Adelaida de la Calle le parece “una iniciativa positiva”. “Los recursos son escasos y estamos obligados a buscarnos la vida”, lamentaba Carrillo. “Nosotros también nos planteamos abrir el fondo de ayuda a estudiantes con dificultades a la participación de quien quiera”, añadió el rector de la Complutense.

Tanto Carrillo como su homólogo de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, Xavier Grau, hablaron de empresas que ya financian este tipo de ayudas. Grandes sociedades se hacen cargo de becas y cátedras específicas desde hace años. También, algunas personalidades. En la Universidad de Málaga, por ejemplo, el actor Antonio Banderas, doctor Honoris Causa por esta institución, realiza anualmente una donación que se destina a un programa para costear estudios en Estados Unidos. “Este tipo de financiación particular no es nueva, hay muy buenos ejemplos, lo que pasa es que ahora parece que hay una cierta sensación de emergencia”, opinó Grau.

La Universidad de Granada también se ha fijado en esas aportaciones que se sitúan al margen de la Administración. Según su rector, Francisco González Lodeiro, durante este mes tendrán lista una norma de mecenazgo y patrocinios. Está pensada para empresas, pero también se abrirá a “donaciones de particulares” que deseen ayudar. Los fondos que se recauden, indicó González Lodeiro, se destinarán a becas e impulso de la investigación. La presidenta de la CRUE también reclamó que “la educación debe ser uno de los elementos esenciales en la ley de mecenazgo” para que se incluyan las donaciones en actividades académicas.

“Los recursos son escasos y debemos buscarnos la vida”, dice José Carrillo

Pero los responsables universitarios consultados se mueven con cautela cuando hablan de este asunto. Es un terreno resbaladizo. Por un lado, cargan a sus espaldas con los recortes de las Administraciones y las deudas acumuladas. Y estas donaciones suponen un respiro. Pero, a la vez, temen que se cree una dependencia de una fuente de financiación tan discrecional. Grau, que tampoco ve mal la idea de la presidenta de la CRUE, advirtió: “Las donaciones son positivas para algunos casos y algunas situaciones, pero no puede ser que el funcionamiento ordinario de la Universidad dependa de ellas; y esto está ocurriendo en algunos sistemas en los que están muy arraigadas las aportaciones de particulares. Es una frontera muy sutil que creo que no debemos traspasar”.

El rector de la Complutense apuntó hacia el mismo lugar: “Que quede claro que estas iniciativas nunca compensarán los grandes recortes de financiación pública que estamos sufriendo”. Adelaida de la Calle respondió que su idea es solo una “medida de emergencia” que “no debe consolidarse”.

Xavier Grau: “La Universidad no puede depender de estas medidas”

Esteban Morcillo, rector de la Universitat de València, también mostró otras dudas: “Entiendo este tipo de iniciativas, pero me parece peligroso porque ¿qué haces si fallas? Solo si se perfila bien el destino de esos fondos, detallando a qué tipo de candidatos y según qué criterios se van a adjudicar esos fondos, puede tener éxito”. La Universitat de València, como muchas de las del resto del país, ha incrementado los fondos de emergencia para intentar evitar la salida de estudiantes con dificultades económicas.

En la Universidad Politécnica de Valencia se trabaja ahora en “definir el marco y la fórmula legal” para activar un fondo solidario. Esta iniciativa la pusieron en marcha los alumnos de esta universidad con el respaldo del rectorado para atender los casos de estudiantes que no pueden pagar las tasas. La Delegación de Estudiantes puso la primera piedra del fondo con 2.000 euros y la idea es que cualquier miembro de la comunidad universitaria pueda contribuir. “Todavía no hemos hecho la convocatoria, ahora estamos trabajando en los criterios de reparto de lo que se consiga reunir en ese fondo, porque no puede ser barra libre para todos y requiere confirmar que los datos económicos son veraces”, indicó la vicerrectora de Alumnado de la UPV, María Victoria Vivancos. “Esto no deberíamos estar haciéndolo las universidades si se ocuparan las Administraciones estatales y autonómicas correspondientes”, resumió Vivancos.

Con información de J. A. Aunión y Juanma Játiva.

Las donaciones suponen el 4% de la financiación de los campus europeos

J. A. AUNIÓN

Las universidades europeas obtienen en torno al 4% de sus ingresos de la filantropía, según un estudio de 2011 de la Asociación Europea de Universidades (EUA, en sus siglas en inglés). En esa categoría contaban el dinero que los campus obtienen “de fundaciones, empresas o particulares”. El trabajo no ofrece datos específicos para España, pero destaca que en algunas universidades británicas ese porcentaje puede llegar al 10% o incluso al 20%, y que algunas instituciones de Suecia, Italia o Francia están por encima de esa media del 4%. En España no hay tradición con este tipo de donaciones, y muchos especialistas y universitarios se quejan de tampoco ayuda a crearla la ausencia de una regulación que lo incentive. En todo caso, las fuentes principales de financiación de los campus europeos siguen siendo las que han sido tradicionalmente: la subvención pública directa (73%) y las matrículas que pagan los alumnos y sus familias (9%); en España esos porcentajes eran en 2008 del 81,61% y del 8,42%, respectivamente, aunque el significativo aumento de tasas y los recortes han variado con toda seguridad esas cifras en los últimos años. Unos recortes y unas subidas (o introducción) de tasas que han recorrido buena parte de Europa, aunque no hay que olvidar que nueve países han aumentado el presupuesto para universidades pese a la crisis, entre ellos, Alemania y Francia).

En ese contexto, numerosos expertos han insistido en la necesidad de diversificar más las fuentes de ingresos, a través de la investigación de las spin offs (empresas creadas por la universidad) o contratos con compañías, ofreciendo distintos servicios (desde enseñanza continua a trajes formativos a medida de las compañías) o buscando esas donaciones. Según el estudio de la EUA, el 6,5% del dinero les llega de contratos con empresas privadas (para investigación, dar formación específica o asesoría); otro 4,1% de servicios como el alquiler de espacios, la gestión de las residencias, las cafeterías o las bibliotecas; y un 3% de las matrículas que pagan los estudiantes de fuera de la UE, que suelen ser bastante mayores.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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