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“Exigir el 6,5 es socialmente injusto y políticamente peligroso”

Julio Carabaña, ideólogo del actual sistema de becas, cree que el ministro "se ha dejado poseer por la furia ideológica del liberalismo"

Manuel Planelles
El catedrático de Sociología Julio Carabaña.
El catedrático de Sociología Julio Carabaña. álvaro garcía

Cuando todo (o casi todo) estaba por hacer en la joven democracia española, a Julio Carabaña (Fuente de Pedro Naharro, Cuenca, 1948) le encargaron reformar el sistema de becas. Era 1982 y fue el exministro de Educación José María Maravall el que tomó a este catedrático de Sociología de la Universidad Complutense como asesor y le hizo el encargo.

Pregunta. ¿Qué se encontró en 1982?

Respuesta. El sistema de becas databa de 1961, cuando se montó el Patronato de Igualdad de Oportunidades sobre la base de un impuesto especial. Pero el sistema se había debilitado en los últimos años de crisis. Se había ido adelgazando. Hay que tener en cuenta que un sistema de becas en principio es una cosa muy simple de diseñar: consiste en dar dinero para estudiar a la gente que tiene menos. Esa era la filosofía del sistema antiguo y era la reforma que me encargaron. Lo nuevo es lo de ahora.

P. ¿Qué cambios hicieron?

R. Cualquier sistema de becas tiene dos decisiones que tomar: el rendimiento que se va a pedir y la renta. Una decisión académica y otra económica. El espíritu del sistema inicial era pagar los estudios a jóvenes pobres con gran “aprovechamiento académico”. Esa era la expresión. La reforma consistió básicamente en disminuir las exigencias de “aprovechamiento” y, sobre todo, en aumentar las cuantías. Si había un principio moral que nos inspiraba era que las exigencias académicas extraordinarias son difícilmente sostenibles desde el punto de vista de la equidad.

P. ¿Aquel “aprovechamiento” se ha cambiado ahora por “rendimiento”?

R. Sí, es lo mismo. Y excelencia también se emplea.

P. ¿Se mezcla la excelencia con el derecho a una beca?

R. Los premios a la excelencia es lógico y bueno que se rijan por criterios académicos. Pero las becas normales de bachillerato, FP y Universidad se deben conceder únicamente por criterios económicos, siempre que el alumno cubra unos requisitos que deben estar en el entorno del aprobado. Lo que aparece ahora en la reforma Wert es una confusión entre los dos tipos de becas.

P. ¿Por qué?

R. Por los recortes y la ideología. Pero los recortes no son un motivo serio. Soy partidario de que si hay que recortar se haga en todo por igual. Si los recortes son del 10%, las becas, las pensiones y los sueldos de los ministros se recortan un 10%. Por tanto, aplicar los recortes a las becas es muy sencillo, pero sin tocar los criterios. Por eso los recortes no son el verdadero motivo. El verdadero tiene que ser algo que podríamos llamar un exceso de inspiración ideológica o ceguera ideológica. Hay un mantra en el PP ligado a la competitividad, a la excelencia, a la cultura del esfuerzo, que le viene de su lado liberal y que en este caso lo han llevado a una exageración lamentable.

P. ¿Quien recibe fondos públicos debe rendir cuentas?

R. Naturalmente. Todos los universitarios reciben aproximadamente 10.000 euros de fondos públicos y todos rinden cuentas. Todos se examinan y, si suspenden, vuelven a pagar la matrícula. Si en algún sitio se rinden cuentas es en la educación. Los estudiantes están estresados. Se rinden cuentas con el aprobado.

P. ¿Y alguien que no llegue a un 6,5 debe plantearse si debe seguir estudiando?

R. Creo que las declaraciones del ministro fueron particularmente desafortunadas. Son exageradísimas, un disparate. Si solo deben estudiar los alumnos de 6,5, el 80% de nuestros estudiantes están desencaminados. También, la mitad de las universidades están mal planteadas: deberían suspender a todos los alumnos que actualmente están entre el 5 y el 6,5. Y todos aquellos que han obtenido una carrera con una nota media inferior al 6,5 no son dignos del título. El alcance de las declaraciones del ministro consiste en descalificar al 80% de los profesionales de este país.

P. ¿Qué le parece que una parte de las becas sea variable?

R. Es solo una fórmula que es posible hacer ahora para adaptar la cuantía de las becas a las disponibilidades presupuestarias. Es solo un tecnicismo.

P. ¿Cómo encajan las restricciones en las becas con el incremento de las tasas?

R. No hay que mezclar esta cuestión con las becas. Hay gente que opina que deberían aumentarse las tasas y, a cambio, incrementar las becas. Pues no. Debe estudiarse por un lado si las tasas deben ser mayores o menores. Y la cuestión de las becas debe ser completamente independiente. Las tasas es algo que concierne a toda la población. Y la pregunta es: ¿qué precio debe imponerse por el uso de un servicio como la Universidad cuyos resultados luego redundan en parte en el individuo y en parte en la colectividad? La colectividad no pierde cuando financia la Universidad y hace que los estudios sean gratuitos (también FP y bachillerato) porque luego recoge lo gastado. Es una inversión. Y luego está la cuestión de qué sobretasa se debe imponer para impedir el abuso, que sería la repetición de curso. Las becas son una cuestión distinta y es muy fácil dar un juicio moral sobre ellas: la equidad consiste en que la educación pública se ofrezca a todos por igual sin que esté limitada por las capacidades económicas individuales.

P. ¿El sistema ha mejorado desde los ochenta?

R. Es muy difícil que un sistema de becas fracase cuando la renta de las familias crece ininterrumpidamente.

P. Pero ahora las rentas de las familias se reducen.

R. Exactamente. Y es el momento más inoportuno para recortar las becas. Justo ahora, cuando hay muchas familias cuya renta ha disminuido drásticamente, es el momento más inoportuno para fijar ese 6,5. Es el momento más inoportuno para lo que parece ser la especialidad del PP, que es recortar donde no debe. Recortar puede que sea necesario, pero el PP recorta de modo arbitrario.

P. ¿Qué hay detrás de la rectificación parcial a la que han empujado al ministro algunas comunidades del PP?

R. La hybris ideológica pasaba porque los becarios son unos golfos que cobran del Estado y apenas se esfuerzan. Pero hay una gran distancia entre esa furia ideológica y la aplicación práctica. Cuando se llega a la práctica lo que se encuentra uno es a un rector al que van los alumnos a protestar y que se queda sin estudiantes. Y el rector le dice al ministro que le está poniendo en un aprieto grave, que esto es un disparate. A pie de obra se ve que se está sembrando malestar donde menos se debe hacer. Todo rector teme las protestas estudiantiles. Los estudiantes son una de las mechas que más fácilmente arden y se les aplica fuego. La exigencia del 6,5 no solo es socialmente injusta, sino que es políticamente peligrosa, en el sentido de que la explosión que muchos temen podría producirse por ahí.

P. ¿Un error de cálculo?

R. No es un error de cálculo, es un error ideológico. Basta poco cálculo para darse cuenta. Si el ministro hubiera calculado no habría sacado este tema justo ahora. Para hacerlo se necesita no haber calculado, dejarse poseer por la furia del liberalismo o de lo que en los cuarteles del PP se entiende como el liberalismo. A los de la cultura del esfuerzo les parece que la modernidad está hecha a base de pereza y que necesitamos unos apóstoles regeneradores que nos vuelvan a infundir el espíritu del trabajo. Cuando, ¡vive Dios!, el estrés es continuo y el 90% de los padres lo pueden atestiguar desde primaria.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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