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Rajoy y Rouco estrenan el ‘reinado’ de Francisco

El Papa recibe al presidente mientras los obispos inician una semana de reuniones en Madrid

El cardenal Antonio María Rouco y Mariano Rajoy, cuando este era ministro de Educación, en 1999.
El cardenal Antonio María Rouco y Mariano Rajoy, cuando este era ministro de Educación, en 1999.Miguel Gener (EL PAÍS)

Apenas un mes después de acceder al pontificado romano, Francisco hace un gesto en favor de su Iglesia en España, sumida en una profunda crisis. Se trata de la audiencia privada que el Papa concede al presidente Mariano Rajoy. Es el primer jefe de Gobierno europeo que entra en la biblioteca personal del pontífice, precedido únicamente por las presidentas de Argentina y de Brasil en los días posteriores a la elección del jesuita argentino como líder máximo del catolicismo, el 13 de marzo pasado. Rajoy, que estudió con los jesuitas en León, llega al Vaticano sin haber recibido antes en el palacio de la Moncloa al presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Antonio María Rouco, con quien no se trata desde hace años. Más o menos a la misma hora de la entrevista del político conservador y confeso católico con el Papa, pero en Madrid, Rouco comienza una semana de trabajo con sus colegas españoles, en la primera asamblea plenaria episcopal del reinado de Francisco. El discurso inaugural, ya editado, lo leerá el cardenal al caer el mediodía.

 El joven Jorge María Bergoglio, ahora papa Francisco, tenía poco más de 30 años cuando vino por primera vez a España para cursar con los jesuitas de Alcalá de Henares la llamada “tercera probación” de su noviciado, la última prueba que hay que superar para ingresar definitivamente en la orden fundada por el español Ignacio de Loyola. Fue en el último trimestre de 1970, el año en Rajoy cerraba, con apenas 15 años, su ciclo de estudios con los jesuitas, entre los años 1965 y 1970. Antes, había estudiado en el colegio Sagrado Corazón de Jesús de Carballino (Ourense), de las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor.

El español será el primer mandatario europeo que recibe el nuevo pontífice

Rajoy ya pudo saludar brevemente a Francisco el día 19 de marzo en Roma, con motivo de la lujosa ceremonia de entronización como papa. Dijo entonces que la elección del prelado argentino era “una gran alegría para España porque es una persona que conoce bien nuestro país”. Aquel mismo día, uno de sus ministros, Alberto Ruiz-Gallardón, de Justicia y también exalumno de los jesuitas, expresó una “alegría cómplice” con el nuevo Papa por ser “ciertamente próximo a España”. “Con su papado se abren muchas puertas que se deben aprovechar”, añadió.

¿Qué puertas estaban cerradas con Roma que ahora se abrirán? ¿Será en provecho de España o solo en beneficio de la confesión romana? Quizás mañana se conozca alguna respuesta. No faltan motivos de conflicto entre las dos instituciones, pese a la compenetración confesional que existe entre el Gobierno del PP, en su mayoría formado por ministros católicos, y la Iglesia “que peregrina en España”. Esta es la fórmula con que machaconamente se refiere a su iglesia la mayoría de los eclesiásticos con mando.

Suele creerse que los obispos viven satisfechos cuando gobierna la derecha porque consiguen todo lo que esperan. No es siempre cierto, o así lo parece, quizás porque están acostumbrados a recibir (o pedir) demasiado. Lo cierto es que en la agenda que el Vaticano va a poner mañana sobre la mesa ante el presidente Rajoy hay más que gestos y pleitesías de un político católico ante su líder religioso. Lo ha desvelado el viernes uno de los ministros de la curia (gobierno) papal, el cardenal Antonio Cañizares, ex arzobispo primado de Toledo y ahora prefecto de la Pontificia Congregación para el Culto y la Disciplina de los Sacramentos. La conversación que mantendrán “será muy amistosa y no responde a relaciones meramente institucionales”, afirma.

Según Cañizares, no ha sido una casualidad que el español sea “el primer presidente europeo de Gobierno que es recibido por el Papa”. Añadió: “El Papa es una persona que conoce muy bien España, que la ama mucho y que sigue la situación y la problemática del país en estos momentos. Es un hombre que está muy preocupado por la educación, por el tema de la familia, clave en España, y también muy preocupado por la defensa del hombre, de la vida”, dijo en alusión al aborto y la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.

La educación, la familia y los desahucios estarán sobre la mesa

Si el cardenal Cañizares está en lo cierto, Rajoy escuchará, además, en boca del Papa algunas palabras sobre el problema de los desahucios, “un tema que está agrandando, de manera muy alarmante en España, la distancia entre los ricos y los pobres”, en palabras del cardenal. “La clase media está desapareciendo. La sensibilidad hacia todo esto es fundamental en la Iglesia. El Papa y la Iglesia dan voz a los que no la tienen”, remachó.

El Gobierno, por su parte, no ha desvelado qué asuntos lleva en la agenda su presidente, pero un diputado del PP ensombreció el gesto cuando escuchó, por parte de EL PAÍS, lo dicho por Cañizares. “Lo que nos faltaba, que Roma alce la voz por los obispos españoles, que no tienen motivo alguno de queja, que yo sepa. Bien calladitos que están cuando les conviene”, se quejó.

Ciertamente, la Conferencia Episcopal no debería transmitir al Vaticano descontento alguno con el Gobierno de Rajoy, apenas superado el año de legislatura. El Ejecutivo mantiene intacta, sin recorte alguno, la partida presupuestaria que recibe el episcopado cada mes para culto y salarios (248 millones de euros, este año, sin que el católico añada ni un euro de su bolsillo); Educación ha suprimido la asignatura Educación para la Ciudadanía y pronto entrará en las Cortes el proyecto de reforma, muy a la baja, de la llamada ley del aborto. No es todo lo que desearían los prelados, pero es mucho más que lo que tienen sus colegas del resto de Europa.

¿De qué se quejan, entonces? Querrían la derogación completa de la citada ley del aborto y la supresión del matrimonio entre personas del mismo sexo, además de nuevas ventajas (más dinero) para los centros educativos católicos y que la asignatura de catolicismo en la escuela tenga el mismo rango académico que, por ejemplo, las Matemáticas. España gasta cada año más de 600 millones en esos profesores de moral católica. En realidad, se trata de la catequesis de los obispos, pero sus docentes entraron en la plantilla de Educación en 1999 por un generoso pacto entre Rajoy, entonces ministro de Educación, y el cardenal Rouco.

La Conferencia Episcopal querría la supresión

Pese a todo, los obispos no están contentos, aunque ya no toman la calle con sus fieles. Lo hicieron para reivindicar sus exigencias cuando gobernaba el socialista Rodríguez Zapatero, al que tachaban de laicista furibundo. También se manifestaron contra los Gobiernos de Felipe González. Ahora guardan silencio, con gran escándalo de muchos de sus fieles. Es que, “a lo mejor, ya les fatiga la calle”, les justifica el ministro de Educación, José Ignacio Wert.

La realidad es que la Iglesia romana en España está sumida en una grave crisis, incluso en un cisma nada soterrado, entre quienes hacen caso a lo que les dicen sus pastores, y quienes se han construido una religión a la carta por las posiciones extremistas de los jerarcas. Es una situación que le consta al presidente Rajoy de manera directa, mediante una carta que le envió el colectivo Cristianas y Cristianos de Base de Madrid en la Navidad del año pasado, cuando se creyó que sería recibido por Benedicto XVI.

Cañizares: se “está agrandando la distancia entre los ricos y los pobres”

Entre otras peticiones, los católicos de base, el Foro de Curas y la Asociación de Teólogos Juan XXIII reclamaban la denuncia de los Acuerdos de 1979 (un Concordato en toda regla) firmados en Roma entre España y el Estado vaticano. Siguen vigentes, pese a mantener la mayoría de los privilegios del nacionalcatolicismo franquista.

Es muy probable que Rajoy echase en saco roto aquella carta. En vez de caminar hacia un Estado laico y aconfesional, como proclama la Constitución, impera la tradicional imagen de sumisión, en la idea de que la Iglesia católica sigue siendo un poder fáctico al que los políticos cortejan para no perder el voto católico. Se percibe en el regodeo con que se ha publicitado la romería de mañana al Vaticano para ver al Papa.

“Me gusta que seas muy romano. Y que tengas deseos de hacer tu romería vídere Petrum, para ver a Pedro”, fue un consejo del fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá de Balaguer.

Casa en ruinas, viña devastada por jabalíes

JUAN G. BEDOYA

La riada de libros sobre Francisco, o sobre la renuncia de su antecesor, Benedicto XVI, adjetivan de manera alarmante la situación de la Iglesia romana. “Casa en ruinas”, “viña devastada”, “catálogo de cizaña”, “trama de corrupción y pecado”... Lo escriben, por ejemplo, Paloma Gómez Borrero, que lleva 35 años en el Vaticano (De Benedicto a Francisco. El cónclave del cambio. Editorial Planeta); Juan Rubio, director de la revista católica Vida Nueva y amigo del nuevo pontífice (La viña devastada. De Benedicto XVI al papa Francisco. RBA); y José Manuel Vidal y Jesús Bastante, dirigentes de Religión Digital (Francisco, el nuevo Juan XXIII. Ed. Desclée de Brouwer). Se trata de retratos optimistas, muy benévolos, pero con un poso de pesimismo sobre el futuro. “La Iglesia no se arregla solo cambiando de zapatos”, sentencia el teólogo exjesuita José María de Castillo.

¿Y España? Con dos únicos cardenales en activo (rara vez ha habido menos) que han superado, con creces, los 75 años (Sistach en Barcelona, Rouco en Madrid), el juicio de los expertos es severo. “España necesita un giro en su jerarquía: de talante, de estilo y de formas”, dice Juan Rubio. Un primer giro se escenifica con la presencia de Rajoy en el Vaticano. “No deja de ser una bofetada a la Conferencia Episcopal, pues el Papa se va a ver antes con Rajoy que con Rouco”, sostiene.

Sacerdote diocesano y escritor, además de director de Vida Nueva, una revista que desde el año pasado se vende en Hispanoamérica, fue en la presentación de la edición argentina donde Juan Rubio tuvo ocasión de charlar durante horas con el entonces cardenal Bergoglio, que hizo de padrino en el evento. Dice ahora: “El Papa conoce la situación española. Sabe que tres nuevos movimientos tienen un poder absoluto y han copado distintos ámbitos, como la comunicación o la Universidad. Estamos hartos de que la Iglesia la hayan hipotecado esos movimientos, que se creen los mejores y consideran al resto de la Iglesia como clase de tropa. El primer cambio es que van a tomar fuerza la vida religiosa y los curas normales de parroquia”.

También es optimista José Manuel Vidal: “En una institución tan jerarquizada y mimética, es ineludible que los nuevos aires que soplan de Roma se reflejen en España, teniendo en cuenta la famosa tortícolis del episcopado español de tanto mirar a Roma, como denunciaba el cardenal Tarancón. La adaptación se hará y se está haciendo ya de tres formas. La mayoría moderada respira aliviada y acoge con sumo gusto esta nueva primavera. Dentro del sector más conservador, unos están cambiando de chaqueta aceleradamente y otros se suben al carro a regañadientes, con una actitud de oposición silenciosa”.

Vidal, director de Religión Digital, el medio cristiano más leído en Internet (3,5 millones de visitas cada mes), sostiene, en cambio, que “Rouco, líder discutido de la Iglesia española en las últimas décadas, se mantendrá en sus trece”. Añade: “Sin romper la comunión con Roma, como es lógico, seguirá pensando que su apuesta por una Iglesia fuerte, atrincherada y a la defensiva, sigue siendo lo mejor para España”.

La prueba del cambio se verá en marzo de 2014, cuando se elija al sustituto del portavoz episcopal, Martínez Camino, y en la plenaria de obispos de noviembre de 2014, donde se cerrará el ciclo Rouco, con la elección de su sucesor en la presidencia del episcopado y en el arzobispado de Madrid. Son, según Vidal, “dos fechas para concretar la conversión franciscana de la Iglesia española”.

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