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“Nos quieren para trabajar en Eurovegas”

Miles de estudiantes salen a la calle para protestar contra los recortes en educación

Los estudiantes recorren el centro de Madrid en una manifestación contra la reforma educativa del Ministerio de Educación
Los estudiantes recorren el centro de Madrid en una manifestación contra la reforma educativa del Ministerio de Educación Uly Martin

Javier García es el más mayor de su clase. Tiene 31 años y estudia en la Escuela de Arte la Palma, de Madrid, un ciclo formativo de grado superior de artes aplicadas a la madera. Es diplomado en Trabajo Social, pero, tal y como está el mercado, asegura que prefiere seguir estudiando y formándose. Según cuenta, ha hecho otros módulos antes aunque este año, como novedad, ha pagado 100 euros de matrícula y son más alumnos por profesor, dice. Su poblada barba contrastaba este mediodía con el acné juvenil de otros estudiantes más jóvenes, que, en el segundo día de movilizaciones que el Sindicato de Estudiantes ha organizado esta semana, han salido a la calle para protestar en la capital contra los recortes educativos y el anteproyecto de la Ley de Calidad de la Educación, que el ministro del ramo, José Ignacio Wert, prevé aplicar a partir del curso 2014-2015, y que ha generado mucha controversia entre la comunidad lectiva y las autonomías.

Como Javier, una decena de miles de manifestantes -cerca de 5.000 para la Policía; 50.000 según los convocantes- han inundado las calles del centro en una marea humana que ha partido desde la Glorieta de Atocha y ha finalizado en la Puerta de Sol, donde la marea se ha dispersado por el desagüe de las calles adyacentes. Por el camino, muchos sueños y sobre todo, desvelos. En un corrillo, y enfundadas en una bandera republicana, Sandra Moreno y Alba Presciado, estudiantes de primero de Bachillerato en el Instituto de Educación Secundaria Gonzalo Torrente Ballester, repartían octavillas en la que se pedía la dimisión del Gobierno, por el caso Bárcenas, y la retirada inmediata de la reforma educativa planteada por el ministro Wert, el más criticado durante toda la marcha. Aunque a pequeña escala, su compañero de cuarto de ESO Sergio Lapaz reivindicaba el acceso a la biblioteca de su centro, cerrada, según dice, por falta de personal educativo.

La falta de docentes también afecta a Olivia Arenas. Esta estudiante de tercero de secundaria contaba hacia la mitad del recorrido que han estado sin profesores varias semanas en su centro. Olivia estudia en el IES Sabino Fernández Campo y afirma que son 36 en clase. "Estamos como sardinas en lata. Los profesores se vuelven locos para que no se copie en los exámenes", relataba acompañada de su madre.

A escasos metros, Isabel Blanco, vicepresidenta de la federación de padres de alumnos Giner de los Ríos, recordaba cómo ha ido variando por los recortes el ratio de alumnos. "Hace tres años era de 28 a 30 en secundaria y 25 a 30 en bachillerato", estimaba. "No deberían estar en la calle, deberían estar en las aulas...si funcionase el sistema educativo", matizaba poco después entre los gritos de los manifestantes. Las consignas, las habituales: De norte a sur, de este a oste, la lucha sigue cueste lo que cueste, aunque para ello haya antes que hincar los codos. José y Raquel tenían una mirada puesta en la marcha y otra en los libros. Esta mañana, según contaban, se habían levantado a primera hora para repasar sus apuntes antes de acudir a la manifestación. Están en cuarto de ESO y además de luchar por su futuro lejano, pelean también por el inmediato. No tienen ninguna duda de que van a parar la reforma. "Para eso hemos madrugado", comentaban ondeando una bandera tricolor.

Los estudiantes eran mayoría, pero también han acudido a la marcha trabajadores y responsables sindicales. En caso de que el Gobierno no retire la ley, el Sindidato de Estudiantes anuncia más movilizaciones y otra huelga en febrero.

"Con la subida de tasas queda claro que nos quieren para trabajar en el Eurovegas y no lo vamos a permitir", zanjaba uno de los convocantes desde su megáfono casi al final del recorrido. Un poco antes, Alfonso Arellano, estudiante de segundo de bachillerato, se debatía entre si estudiar aeronáutica o derecho: "Me gustan los aviones, pero después de lo que he visto estos días, de corrupción y tal, creo que los jóvenes tenemos que arreglar este país".

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