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Un millón de dólares por ser buena profesora

Una docente estadounidense logra el conocido como ‘Nobel de la enseñanza’

Nancie Atwell con Bill Clinton y Mohammed bin Rashid.
Nancie Atwell con Bill Clinton y Mohammed bin Rashid.Kamran Jebreili (ap)

Un millón de dólares como premio a su trabajo de docente. La norteamericana Nancie Atwell ha ganado este domingo la edición de este año del considerado el Nobel de la enseñanza. El premio —el Global Teacher Prize— se ha hecho público en el Global Education & Skills Forum, celebrado en Dubai, ante una variopinta audiencia entre la que se encontraban Sheikh Mohammad, primer ministro de los Emiratos Árabes Unidos; el expresidente de EE UU Bill Clinton, o el responsable del informe PISA, Andreas Schleicher.

Atwell ha retado a los docentes a "innovar sin permiso". Pero, tras conocerse que era la ganadora del galardón, ha advertido ante los periodistas de que "la tecnología es solo un medio, no la panacea de la enseñanza". "Es un honor recibir este premio, sobre todo en compañía de estos profesores extraordinarios", ha sentenciado emocionada.

Al premio se habían presentado más de 5.000 docentes de 127 países. Entre los diez finalistas, no figuraba ninguno de Finlandia, uno de los países más reconocidos en materia educativa. Algunas de esas naciones ni siquiera participan en la prueba PISA. Pertenecen a contextos tan distintos como Afganistán, India, Haití, Kenia, Camboya, Malasia, Reino Unido o EE UU.

Entre los proyectos seleccionados como finalistas figura el del profesor afgano Azizullah Royesh, quien tuvo que enseñar a sus alumnos a leer y escribir tras la caída del Gobierno talibán, en 2001. También llegó a la final el método ideado por la docente de India Bir Sethi basado en la empatía, creatividad y racionalidad. Entre los diez finalistas se hallaba la primera escuela para ciegos de Camboya y un colegio de Kenia en el que Jacque Kahura sortea la escasez de recursos y la rigidez del sistema con grupos pequeños, excursiones y servicios comunitarios.

"El premio no es solo cuestión de dinero, sino que pretende sacar a la luz miles de historias de inspiración" y "devolver a los profesores la legítima posición que le pertenece", ha asegurado el responsable de este galardón, Sunny Varkey, ideólogo de la Fundación Varkey, en un comunicado. "Por supuesto que hace falta más que un premio para elevar el estatus de la profesión, pero mi esperanza es que este sea el comienzo de muchas conversaciones", ha añadido.

La organización estipula que el millón de dólares (unos 950.000 euros) se pague en cuotas anuales de 100.000 dólares durante una década. En esos 10 años, el ganador no debe comportarse "de forma que desprestigie la labor docente" y, en los cinco años siguientes a la recepción del premio, no puede abandonar la profesión de enseñante.

Desde la cuantía del premio a su puesta en escena todo estaba pensando "para hacer relucir el importante papel que juegan los profesores en la sociedad", explica la organización.

A finales de los ochenta, el libro In the middle de Atwell se convirtió en una especie de "manual de instrucciones" para enseñar a adolescentes con dificultades para leer y escribir. Entonces, el New York Times dijo que "la mejor forma de enseñar es aprender junto a los estudiantes y una especie rara de profesores que saben esto es ella". Desde entonces, ha escrito nueve obras. De niña, una fiebre reumática dejó a Atwell un tiempo en la cama y le acercó a los libros. Desde hace 25 años se ocupa de acercarle los libros a otros. Lo hace desde su Centro para la Enseñanza y el Aprendizaje, una escuela privada en Maine (EE UU) en la que imparte cursos de lectoescritura a estudiantes de octavo curso.

Su secreto radica en que "la biblioteca del aula está llena de historias interesantes de escritores serios que los alumnos tienen tiempo para leer en el colegio, y también se espera que lean de noche en casa", resalta. "Mientras la mayoría de los norteamericanos solo leen de seis a ocho libros al año, mis alumnos leen 40 libros", agrega. En una entrevista en la revista Newsweek presumía de que sus alumnos "van desde niños disléxicos a sofisticados jóvenes críticos literarios".

Un reciente informe de la OCDE advertía de que los chicos leen menos por placer que las chicas (el 50% de ellos frente al 75% de ellas): "Los niños no leen porque no saben que leer", responde Atwell tajante. "¿Por qué no les ofrecen apasionantes historias de deportistas? Dadles libros que les interesen a ellos también y entonces lo leerán", concluye.

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