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Tribuna
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La tercera vía

El reproche a Rajoy no sería que no negocie al margen de la Constitución sino que no ofrezca salidas dentro de ella

Estos días se ha dicho que Rajoy estaba cerrando la puerta a una posible tercera víacatalana al excluir un pacto que desbordase la Constitución. Identificar la tercera vía con un acuerdo rupturista, inconstitucional, es un sinsentido. Se llama así precisamente porque aspira a encontrar una salida diferente a la ruptura irreversible, que implicaría demasiados riesgos para ambas partes; para Cataluña, salida de la UE, división interna en dos mitades, con posibles enfrentamientos identitarios, pérdida del mercado español, entre otros.

La situación de emergencia derivada del desafío soberanista catalán, con amplio respaldo ciudadano, justifica plantear salidas con un cierto riesgo, pero no tanto que supongan el estallido del sistema constitucional autonómico. Pretender que un presidente del Gobierno de España acepte de entrada vulnerar o ignorar la Constitución no es realista. Y tampoco lo es suponer que pueda prescindir de los intereses y aspiraciones del resto de los españoles. El reproche a la actitud de Rajoy no puede ser, por tanto, que se niegue a negociar al margen de la Constitución, sino que no sea capaz de plantear salidas viables dentro de ella.

Es decir, de proponer una negociación no sobre la independencia sino sobre los motivos invocados para justificar el giro independentista: fundamentalmente, el agravio económico. Una autonomía fiscal a la vasco-navarra no puede trasladarse tal cual, es decir, con un cupo tan favorable que garantiza una financiación privilegiada. Pero podría plantearse en el marco de una reforma de la financiación autonómica que corrigiera ese privilegio manteniendo el principio de autonomía fiscal y extendiéndolo a Cataluña. Se ha argumentado que la Constitución impide esa extensión porque la circunscribe a las comunidades forales; pero con esa norma ya vigente, en 1979 se ofreció a Cataluña un sistema como el vasco y Pujol lo rechazó por no querer responsabilizarse de la recaudación tributaria. Si se ofreció es que había la posibilidad de hacerlo. Podría ser, junto a las 23 propuestas planteadas en su día por Mas a Rajoy, el eje de una negociación con Madrid en la que el Gobierno representara los intereses del resto y la defensa del principio de igualdad. En Escocia, la tercera víaofrecida en vísperas del referéndum se ha traducido ya en la propuesta de un acuerdo “duradero” que incluye la transferencia de competencia sobre varios tributos.

¿Es tarde para esto? Aunque lo fuera, la disposición a pactar un arreglo realista hoy será un factor de desbloqueo mañana: cuando las divergencias entre nacionalistas u otros motivos interrumpan el proceso soberanista. La principal divergencia de fondo entre Mas y Junqueras es la disposición del primero a negociar con Madrid las condiciones de un referéndum legal de ratificación de la independencia unilateral que proclamaría el Parlament. Para que sea legal y pactado no podrá ser sobre la independencia pero sí sobre un acuerdo de reformas que podrían incorporarse al Estatut y ser ratificadas por la población catalana. No solo por los dos millones que quieren un cambio radical, sino por una mayoría más amplia que, según múltiples encuestas, preferiría una tercera vía que evite el choque.

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