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El discurso gustó en el PP, el PSOE y UPyD pero no entre los nacionalistas

La decisión de Mas y Urkullu de no aplaudir marcó todos los comentarios

Carlos E. Cué

Casi todo el poder político, central y autonómico, estuvo presente tanto en la proclamación del Rey en el Congreso como en la recepción en el Palacio Real. Y después de múltiples conversaciones y corrillos con ministros, presidentes autonómicos, expresidentes del Gobierno, miembros destacados de la oposición, de los nacionalistas y sindicalistas, se puede extraer una conclusión clara: el discurso triunfó entre la mayoría de los políticos que asistieron —IU, BNG o Amaiur no fueron a la proclamación— con la excepción clara de los nacionalistas.

Especialmente llamativo era el entusiasmo de algunos socialistas que se declaran republicanos pero ayer vieron a un Rey “dispuesto a ganarse el puesto” y sobre todo con un discurso “bastante progresista”. Les gustó sobre todo esa idea de “acrecentar el patrimonio de libertades y derechos”, según explicaba una socialista. “Si se quitan las referencias a la Monarquía, podría ser un discurso de investidura de un presidente socialista”, llegaba a asegurar un exdirigente.

Entre los populares, siempre mucho más cercanos a la Monarquía, el apoyo era total, aunque a los más conservadores no les ha gustado su decisión de no celebrar una misa para reivindicar así la aconfesionalidad del Estado. Pero el análisis general era muy positivo. Sobre todo gustó esa cita del Quijote, “no es un hombre más que otro si no hace más que otro”, con la que, según interpretaban, el Rey había querido lanzar el mensaje de que está dispuesto a ofrecer la máxima ejemplaridad para ganarse el afecto de los españoles.

Sin embargo, todo este optimismo que trasladaban tanto en el PSOE como en el PP y UPyD, que también estuvo presente y aplaudió con entusiasmo el discurso, se convertía en pesimismo absoluto cuando en los corrillos se preguntaba por la crisis catalana. El gesto de Artur Mas e Íñigo Urkullu de no aplaudir el discurso de Felipe VI dominó los comentarios, entre la inquietud por la situación de ruptura que refleja y en algunos casos cierto enfado. Especialmente llamativa fue la diferencia entre Mas y Josep Antoni Duran, el portavoz de CiU, que sí aplaudió varias veces el discurso.

A los nacionalistas no les gustaron las palabras del Rey. Encontraron insuficientes los guiños hacia las comunidades históricas y el reconocimiento de la diversidad, esa idea del “cabemos todos”. Aunque algunos admitían en privado que no estaban de acuerdo con la idea de no aplaudir cuando alguien tiende la mano como lo hizo Felipe VI. El propio Mas compareció después de saludar al Rey —hablaron un rato en catalán, idioma que Felipe VI domina— para decir que no había encontrado “nada nuevo” en el discurso porque él esperaba que el Rey reconociera que España es “un Estado plurinacional”.

Rajoy y Mas, que llevaban meses sin hablar y sin saludarse siquiera, se vieron unos minutos en la recepción en el Palacio Real pero la conversación no tuvo mucho contenido político, según fuentes del Gobierno y la Generalitat, y ni siquiera abrieron la puerta a una próxima cita oficial. El Gobierno interpreta que Mas está en su hoja de ruta hacia el intento de consulta en noviembre y nada lo va a parar, al menos de momento.

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Un asunto muy comentado en los corrillos en el Palacio Real fue la decisión del Rey de no hablar en catalán, euskera y gallego salvo un breve agradecimiento al final. Diputados catalanes y algunos socialistas de otras comunidades, preocupados por el ambiente independentista en Cataluña, esperaban algo más.

Fuentes de la Casa del Rey explican que estuvo encima de la mesa la posibilidad de pronunciar un par de párrafos en cada uno de los tres idiomas constitucionales además del castellano. Pero se acabó descartando porque a ERC le han impedido en muchas ocasiones hablar en catalán en el Congreso. En Zarzuela pensaron que podía ser una contradicción que el Rey sí pudiera hablar allí en ese idioma y los diputados no, así que se descartó para evitar críticas. Estas mismas fuentes señalan que el monarca sí usará este idioma, como hace habitualmente, en cuanto viaje a Cataluña, donde tiene previsto un acto el 26.

Otros muchos diputados veteranos, a quienes preguntaban si esperaban más del discurso, algo más rompedor, señalaban que tal vez se habían generado demasiadas expectativas porque el Rey tiene unos límites muy claros en la Constitución: no puede entrar en cuestiones puramente políticas como una reforma constitucional, por ejemplo, un asunto que cada vez más miembros del PP y el PSOE ven como inevitable. “Es la política la que debe resolver estos problemas, no él”, resumían varios veteranos.

Además del mensaje sobre la ejemplaridad y los guiños a las comunidades históricas, con citas a Espriu, Aresti o Castelao, el mensaje que más comentarios generó fue el del cambio generacional, el del nuevo tiempo. Varios políticos del PSOE pero también del PP coincidían en destacar que la llegada de un Rey de 46 años va a coincidir con un claro cambio generacional en la política española, al menos en buena parte. El cartel electoral de 2015, explicaban estos dirigentes, será el de alguien de 40 años en el PSOE —sea Eduardo Madina, Pedro Sánchez, Susana Díaz o Carme Chacón— tal vez Alberto Garzón, aún más joven, en IU, y Pablo Iglesias en Podemos. Eso convertirá inmediatamente a Mariano Rajoy y Rosa Díez en los más veteranos con una enorme distancia con los demás. Es un asunto que genera cierto debate en el PP, aunque todos los consultados asumen que Rajoy se presentará y el cambio generacional en este partido llegará solo si él pierde las elecciones.

En los corrillos en el Palacio Real había de todo, incluida una cierta competición entre Madina y Sánchez, muy cerca el uno del otro en un pasillo, por atraerse a diputados y cuadros del PSOE. La crisis interna de este partido inquieta en el PP, cuyos diputados tienen una clara preferencia por Sánchez.

Y mientras los políticos comentaban el discurso en privado, de manera oficial llegaban las reacciones en público. Y ahí las posiciones eran muy claras. Apoyo nítido de PP, PSOE y UPyD y rechazo nítido, con distinta intensidad, de todos los demás. El PP manifestó a través de un telegrama su confianza en que Felipe VI “contribuirá a la unidad de todos y al proyecto de futuro del gran país que es España”. El PSOE concluyó, según fuentes oficiales, que Felipe VI hizo un discurso “acertado”. Reivindicó que habló de “un tiempo nuevo”, una frase que utiliza mucho Alfredo Pérez Rubalcaba. Al PSOE le gustaron especialmente sus referencias a quienes están sufriendo la crisis y a la cuestión territorial.

Mientras, entre los que no asistieron, Gaspar Llamazares, de IU, dijo que el discurso había sido “vacío, tópico, lleno de lugares comunes y propio de un funcionario del poder”. Amaiur concluyó que “con el cambio de un Borbón por otro, nada de lo fundamental va a cambiar” y el BNG calificó de “inmovilista” el mensaje del Rey.

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