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Convergència se queda sin delfín

Las nuevas acusaciones de corrupción contra Oriol Pujol dejan a CiU sin posibilidades de cambiar de líder pese a la debilidad del presidente catalán

El diputado de CiU Oriol Pujol en el Parlamento catalán el pasado jueves.
El diputado de CiU Oriol Pujol en el Parlamento catalán el pasado jueves. ALBERT GARCÍA

La inocencia de Oriol Pujol Ferrusola es un asunto que no se discute en la calle Córsega de Barcelona, donde se ubica la sede central de Convergència Democràtica de Catalunya. Pero una cosa es la convicción del partido y otra su futuro político. Su imputación en marzo por un presunto delito de tráfico de influencias en el marco del caso ITVfue recibida con resignación y la esperanza, cada vez más difuminada, de que el asunto se solucionara pronto. Pero la nueva vertiente del caso, la petición de una nueva imputación por parte del fiscal por un presunto delito de cohecho, ha tumbado los deseos iniciales del partido.

Señalado como posible sucesor de Mas para cuando el presidente de la Generalitat abandonara sus funciones, el papel de delfín está vacante en Convergència. Sí se buscó una solución provisional para la estructura orgánica del partido. Pujol quedó apartado de sus funciones de secretario general y de presidente del grupo parlamentario, quedando relegado al cargo (y sueldo) de diputado raso. Sus funciones se las repartieron entre la dirección: Lluís Corominas, vicesecretario de coordinación y estrategia, y Josep Rull, secretario de organización, asumieron la secretaría general en funciones. Jordi Turull, el que hasta entonces era portavoz parlamentario, subió un rango en el escalafón del grupo.

Pero en el terreno político el liderazgo de Convergència pasa exclusivamente por Artur Mas. El partido ha puesto todo su futuro en sus manos y por ello el debate sobre su sucesión es prácticamente inexistente. “Con el lío que tenemos, ni nos lo planteamos”, admiten fuentes de la dirección. Tampoco se atisba en el horizonte alguien capaz de sustituirle, por el momento. Con Pujol apartado nadie en el partido está preparado para asumir el liderazgo de Mas. Los dirigentes de Convergència están convencidos de que el presidente de la Generalitat tiene cuerda para rato, pese a que el líder nacionalista aseguró que cuando acabara el proceso soberanista abandonaría la política. “Esto solo acaba de empezar”, apuntan desde la dirección de CDC.

Pero un presumible nuevo batacazo —las encuestas anuncian una derrota de CiU en las siguientes elecciones— pondría en entredicho el liderazgo de Mas, con el partido en horas bajas y sin nadie capaz de hacerle sombra: el exconsejero Lluís Recoder, señalado durante años como posible sucesor, vive apartado de la vida política y un paso por su parte sería incierto. El consejero de Presidencia, Francesc Homs, tiene adeptos en el partido, pero sus opciones de suceder a Mas pasan más por convicción personal que por posibilidades reales. Rull puede ser sucesor de Mas en un futuro, pero el secretario de organización apenas lleva unos meses en los focos, y todavía está granjeándose el favor de las bases.

Tampoco hay un sucesor claro para la otra cabeza visible de la coalición, Josep Antoni Duran Lleida, que lidera Unió sin interrupción desde 1987. El líder democristiano ha hecho varios amagos de retirada en los últimos meses coincidiendo con las fases más duras de los enfrentamientos entre Unió y Convergència. En el último año ha habido movimientos internos con vistas a la posible marcha de Duran, pero éstos han quedado aparcados con la recuperada estabilidad de la coalición a raíz del acuerdo de diciembre sobre la pregunta y la fecha para un eventual referéndum de independencia.

La paz interna en CiU parece asegurada al menos para todo este año. De ahí que Duran haya insinuado esta semana que se mantendrá al frente del partido tras el Congreso de febrero. “Como cualquier otro militante tengo derecho a continuar al frente de la dirección pero como muy pocos tengo el deber de continuar y no de dejarlo”, dijo mediante una carta a la militancia.

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Mientras Duran no anuncie su marcha, los posibles sucesores guardarán silencio. Los que han jugado más fuerte la carta de la sucesión son el consejero catalán de Interior, Ramon Espadaler, y el titular de Agricultura, Josep M. Pelegrí. Ambos buscan la complicidad de Joana Ortega, vicepresidenta de la Generalitat, quien, si bien ha evitado entrar directamente en la pugna por el liderazgo, quiere mantenerse en un puesto destacado haciendo valer así el peso de su sector afín en el partido.

En cualquier caso y, según numerosas encuestas, el sucesor de Mas o Duran en la primera línea de la política catalana es posible que no sea un político de CiU. Oriol Junqueras, líder de ERC, amenaza con arrebatarles el trono.

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