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Rajoy da por hecho que habrá margen en el déficit pero aún no lo negocia

Merkel admite flexibilidad por la coyuntura pero sin suavizar los recortes

Carlos E. Cué
Rajoy y su jefe de Gabinete, Moragas (detrás en el centro), a su llegada ayer a la cumbre de Bruselas.
Rajoy y su jefe de Gabinete, Moragas (detrás en el centro), a su llegada ayer a la cumbre de Bruselas. yves herman (reuters)

La situación del año pasado se repite, pero el Gobierno de Mariano Rajoy ha aprendido de sus errores. Entonces, prácticamente por estas fechas —fue un 2 de marzo— Mariano Rajoy se descolgó con una cifra: 5,8%. Era el déficit que él se marcaba como objetivo, lejos del 4,4% prometido. Y añadió: “Esta es una decisión soberana que ha tomado España y que comunicaré a la Comisión Europea en abril”. Esas formas sentaron muy mal a sus colegas europeos, y poco después la UE le corregía y le exigía un 5,3%. Poco a poco se fue abriendo la mano, ante la dureza de la recesión, y al final aceptaron un 6,3%. Finalmente España ha cerrado, sin contar las ayudas a los bancos, en un 6,7%.

Este año el proceso y los tiempos son similares, y abril vuelve a ser el mes clave, pero la actitud del presidente del Gobierno es muy distinta. De nuevo, todos en el Gobierno trabajan con el escenario de que es imposible cumplir el objetivo fijado de momento para 2013 —4,5%— pero Rajoy mantiene formalmente la ficción. “Ya veremos cómo se producen los acontecimientos, pero hoy por hoy, el objetivo de déficit para España en 2013 sigue siendo del 4,5, y España no ha planteado una cosa distinta en la reunión de hoy”, dijo en la breve rueda de prensa que ofreció el jueves por la noche en Bruselas.

Rajoy no se anima de momento ni a plantear abiertamente una cifra nueva, como hizo en 2012 —la situación era algo distinta porque no había aún Presupuestos aprobados— ni a reconocer abiertamente que está negociándola. De hecho, en su entorno aseguran que él no la ha puesto encima de la mesa ni siquiera en la reuniones bilaterales y encuentros informales entre líderes que se producen siempre en este tipo de encuentros.

Y sin embargo, el presidente, que manda a otros a este tipo de cuestiones, en especial a Luis de Guindos, el gran negociador, da absolutamente por hecho que ese margen se va a producir, aunque nadie en La Moncloa se anima a apostar hasta cuánto llegará esa manga ancha de Bruselas. Fuentes del Ejecutivo señalaban ayer, en un receso de la cumbre, que España va a esperar a ver qué decide la Comisión Europea. Sin embargo, formalmente es más que probable que Rajoy y los suyos tengan que proponer una cifra y luego negociarla, aunque antes esté hablada.

Rajoy y los suyos tampoco quieren hablar en público del Banco Central Europeo, pero el presidente y otros dejan caer que están esperando que actúe para facilitar que el crédito llegue a las pymes y para aumentar la liquidez.

El asunto parece muy técnico, pero tiene un enorme contenido político. De ese objetivo dependen los recortes que se va a ver obligado a realizar el Estado, la mejora en la financiación de las autonomías, e incluso posibles nuevas subidas de impuestos como las modificaciones en el IVA que ya ha reclamado abiertamente la UE. El año pasado, en julio, Rajoy y Cristóbal Montoro se tragaron todas sus promesas y sus campañas y subieron el IVA tres puntos —del 18% al 21%— y quitaron la paga extra a los funcionarios. Este año el Gobierno insiste en que no van a ser necesarias medidas tan drásticas en julio, pero todo depende, admiten, de la nueva cifra de déficit que admita la Comisión Europea y de la situación económica.

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El equipo de Rajoy, aunque insiste en que no ha puesto el asunto encima de la mesa, se va de Bruselas con la sensación de que la flexibilidad está a punto de llegar. Eso sí, sin ningún cambio de fondo en la doctrina de la austeridad que domina Europa.

A esta sensación de que esa flexibilidad, aunque limitada, está cercana contribuyeron ayer unas palabras de Angela Merkel, la canciller alemana, que habló de Portugal y España. “No tengo la sensación de que haya habido alguna señal alentadora de que no haya que reducir los déficit”, explicó. “Aun así”, matizó, “la coyuntura general influye en cómo de rápido se puede disminuirlos”. Y ahí vino el ejemplo de Portugal, al que ya le han aceptado una prórroga de un año para cumplir con el déficit, y a España, que aún no ha logrado ese aire.

“Portugal ha cumplido todas las exigencias de la troika y aun así, también por la muy difícil situación económica de España, hay una situación en la que la reducción del déficit no ha tenido lugar con la rapidez que se preveía hace dos años”, explicó Merkel.

Cuando Merkel hablaba de España, Rajoy prácticamente estaba ya subido en su avión camino de Madrid. Mientras todos los demás líderes de países grandes atendían a la prensa con decenas de preguntas —30 y 35 minutos estuvieron respondiendo cuestiones Angela Merkel y François Hollande, respectivamente— Rajoy fue prácticamente de los primeros en marcharse a toda prisa de la cumbre.

El presidente español contestó a dos preguntas en poco más de dos minutos a la salida del Consejo Europeo, ya en la calle. Habló sobre el récord del nivel de deuda pública, que atribuyó al plan de proveedores y no vio muy preocupante. Y cortó en seco, para irse al coche, en cuanto una periodista le preguntó por la indemnización que reclama al PP el extesorero Luis Bárcenas.

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